PILARES DE NUESTRA FE:
UN ESTUDIO SOBRE LA EVIDENCIA CRISTIANA
ROBERT DOWNES
LONDRES
1894
Si las viejas lámparas son tenues y pálidas,//Y ya no brillan como antes// las estrellas //allá en lo alto// aún brillan; si las sombras se amontonan en el valle, el sol está en la colina.
La verdad aún perdura, Dios no ha muerto, y aunque las viejas perspectivas se desvanezcan, un templo más elevado envuelve nuestra cabeza, una esperanza más grande nuestro corazón
DEDICATORIA.
A mi santa madre, de cuyos labios recibí por primera vez aquellas verdades que triunfan sobre la muerte, y quien, desde que Dios se la llevó, ha estado conmigo más íntimamente que antes.
PILARES DE NUESTRA FE *DOWNES* 15-17
Si viviéramos en la luz de una pureza inmaculada, es más que probable que nuestros juicios sobre la verdad espiritual fueran tan infalibles como el vuelo de la golondrina migratoria, el instinto de la abeja o la ley de la gravitación. «Mi juicio es justo», dijo el Santo, «porque no busco mi propia voluntad, sino la voluntad de Aquel que me envió»
Otra forma de escepticismo con la que debemos luchar hoy en día es la que surge de un estrecho materialismo científico. Una de las características principales del siglo actual es, sin duda, su pasión por la ciencia física. Pero el devoto de la ciencia física es, después de todo, un especialista, y la tendencia de todo especialista es aislarse de los campos de conocimiento que quedan fuera de su propia esfera peculiar e imaginar que goza del monopolio de la verdad.
La confesión de Charles Darwin es muy significativa cuando nos dice, con su habitual honestidad, que, como resultado de su ardiente devoción al estudio de los fenómenos físicos, abandonó la religión e incluso perdió la capacidad de apreciar la poesía.
Ahora bien, debe ser evidente para todos que, salvo en su propia esfera de investigación, un hombre así sería un guía muy poco fiable. No tenemos ninguna controversia con la ciencia en su propio ámbito. Por el contrario, nos regocijamos en sus triunfos y reconocemos plenamente el servicio que ha prestado al dar al hombre un mayor control sobre las fuerzas de la Naturaleza, junto con una concepción más amplia del universo. Aun así, debemos cuidarnos de esa limitación de visión que los estudios físicos suelen generar ‘*Mientras la ciencia, forjando día a día aquí, una cadena estrechamente unida, retira los toques una vez sentidos de la mano de Dios por leyes orgánicas mudas.”
Debemos recordar siempre que el poder que domina la tierra y se extiende por los cielos no tiene visión ni conjetura de lo invisible y eterno.
Por lo tanto, debemos cuidarnos de las conclusiones de la ciencia cuando, traspasando su ámbito legítimo, intenta dogmatizar sobre cosas que la trascienden.//que están más arriba de su capacidad, comprensión y dominio//.
Con demasiada frecuencia, en su atención exclusiva a los fenómenos físicos, se ve tentada a negar las realidades espirituales porque son incapaces de esa demostración lógica que es posible con respecto a los hechos físicos. El alma, como entidad espiritual distinta, es considerada un sueño, porque el bisturí del anatomista no puede descubrir su acción en el cerebro, y se dice que Dios es una creación de la fantasía porque el telescopio no ha discernido en los lejanos campos del espacio su gloriosa forma.
Ahora bien, esta exigencia de pruebas científicas en el ámbito de la fe es irrazonable y absurda.
Es tan absurdo como si un hombre le aplicara un termómetro al corazón a su esposa para comprobar la fuerza de su amor por él.
La demostración absoluta, por supuesto, no es posible en el ámbito espiritual. Pero existe la certeza razonable, que no es científica.// va mas allá de lo materia// La religión apela a hechos de la conciencia, que son tan reales y fiables como cualquier hecho científico.
La prueba matemática rigurosa solo corresponde a las verdades inferiores: aquellas que se relacionan con Dios, el cielo y el vasto universo espiritual apelan a facultades superiores; se disciernen espiritualmente. El espíritu es más real que la materia, porque Dios es espíritu. Las leyes y relaciones sobrenaturales son tan reales como las de la Naturaleza, y permanecerán cuando todo lo aparente//lo material // sufra un shock. No debemos someternos a la tiranía de la ciencia que niega las realidades espirituales porque no se someten a su análisis.// De estamanera, nos privaremos de grandes satisfacciones para el alma hambrienta de paz, justicia y redencion//
Debemos dar el lugar que le corresponde a la parte espiritual de nuestra naturaleza, con su rica dote de facultades y aspiraciones.
Dios es una realidad tan grande para la conciencia espiritual del hombre que confía y adora, como lo es el universo exterior para la conciencia intelectual del científico. Para comprender la verdad universal y suficiente, necesitamos cultivar no solo la comprensión lógica, sino también la espiritual. —— LA INCREDULIDAD ACTUAL. 17 la capacidad interior que se ocupa de las cosas espirituales.
Debemos evitar la plaga de un alma enana y marchita.
Nuestra fe en la veracidad de los informes que nos proporcionan nuestras facultades superiores es tan razonable como la del científico en los informes que nos proporcionan las facultades de la vista y el tacto.
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