jueves, 25 de septiembre de 2025

HÉROES METODISTAS DE OTROS DÍAS * SAMUEL AYRES/ 1-16

HÉROES METODISTAS

 DE OTROS DÍAS

POR SAMUEL GARDINER AYRES

NEW YORK

1916

DEDICADO A MI PADRE,

 EL REVERENDO DAVID CLOUGH AYRES,

Y A AQUELLOS QUE COLABORARON CON ÉL EN LA LABOR ACTIVA DEL MINISTERIO METODISTA DURANTE CUARENTA AÑOS DENTRO DE LA CONFERENCIA DE TROY. ME ENSEÑÓ A AMAR A LA IGLESIA Y A ELLOS.

HÉROES METODISTAS  DE OTROS DÍAS * SAMUEL AYRES/ 1-16

NOTA PRELIMINAR

Parte de estos bocetos ha aparecido en el Western Christian Advocate y una en el Pittsburgh Christian Advocate. El resto aparece por primera vez. Las historias utilizadas se extrajeron de documentos antiguos, biografías, historias locales y recuerdos de personas mayores.

INTRODUCCIÓN

 Se teme que la actual generación de metodistas conozca poco los nombres de los metodistas de antaño, y aún menos sus modales y su forma de hablar.

 Algunos creen que los predicadores eran sin educación, ignorantes, despotricantes, y que sus oyentes eran emotivos y se impresionaban fácilmente. Los predicadores de los primeros tiempos eran a veces hombres ignorantes, pero llenos del amor de Cristo y ardientes de celo por extender su reino. Muchos se graduaron de «Brush College», como llamaban jocosamente al método itinerante de estudio. Sus alforjas contenían su biblioteca, y siempre que podían estudiaban. Siempre que un predicador mayor estaba con el más joven, le hacía preguntas y recibía instrucción y consejo.

En aquellos tiempos, había una mayor oportunidad para el desarrollo de la individualidad que ahora. Así surgieron algunos hombres excéntricos, como Lorenzo Dow, a quien algunos se negaron a admitir en el púlpito por no comprenderlo ni tenerle paciencia. No debemos perder de vista que eran más que sus rarezas, y que fueron utilizados como instrumentos de Dios para ganar a muchos hombres para Jesucristo. Hoy en día, las historias de sus excentricidades nos divierten, y solemos olvidar que eran evangelios ardientes.

 Los ministros de antaño eran de la madera de la que están hechos los héroes. Eran hombres de trabajo abundante, viajaban con frecuencia y lejos. Sufrieron hambre y sed, peligros de hombres y animales, pobreza y trabajo. Sin embargo, no fallaron ni flaquearon, sino que fueron fieles hasta el fin. Obtuvieron grandes resultados, pues, por encima de todo, eran hombres de gran fe.

Aceptaron a Dios como aliado, y a menudo recurrían a él, y siempre aceptaban la invitación. Así, de las pruebas surgió la santidad, y de su santificación, la glorificación. Eran hombres grandes en la oración. A menudo recorrían el camino hacia el Lugar Santísimo.

 Eran insistentes en su fe. Esperaban recibir una respuesta, y así llegó.

 Su formación era tal que interpretaban la naturaleza humana como un libro abierto. A veces parecían inspirados. Sus mensajes sacaban a la luz cosas ocultas y hacían temblar a los más fanfarrones. Eran todo para todos, pero nunca dejaron de ser varoniles, nobles y veraces. Sus vidas eran un reproche para otros hombres debido a su pureza. Su valentía era un desafío a los poderes del mal para que hicieran lo peor.

Fueron grandes defensores de la fe. Defendieron la verdad contra, arrianos, deístas y universalistas. Rara vez fueron derrotados. Tuvieron que defender a su rebaño del prosélito, el infiel y el ron, y lo hicieron con valentía y valor.

 ¡Vivamos a nuestros predicadores metodistas de antaño! De ellos podemos extraer lecciones de sabiduría y alegría.

 Nos encontramos en medio de un gran conflicto. Ellos pueden enseñarnos a luchar. Quizás tengamos mejor equipo, un campo más justo y un oponente más cortés, pero jamás podremos superarlos en el esplendor de su espíritu varonil y sacrificio.

FRANCIS ASBURY EL TRIUNFANTE

¡ Oh, muchacho inglés,! cuya principal debilidad era su amor por el juego, y cuya juventud de aprendiz era pura y buena, no dio señales de que fuera a desempeñar el gran papel que desempeñó en su vida posterior. Siendo apenas un muchacho, comenzó a predicar en Inglaterra No cumplía con sus deberes tan atentamente como debería, como lo atestigua una carta de amonestación que le fue escrita y que aún se conserva

Cuando apenas tenía veintiséis años, abandonó voluntariamente su tierra natal y vino a América, donde se convirtió en un verdadero estadounidense. Desde entonces y hasta el final de su carrera, vivió una vida llena de dolor y sufrimiento. No pasaba ningún año sin que sufriera alguna herida o dolencia. A veces, tenían que subirlo y bajarlo del caballo y acostarlo como a un niño. Otras veces, con pocas fuerzas, se sentaba en su silla y predicaba a una congregación pequeña o grande. Se dirigía a una docena o a cinco mil, según la oportunidad.

 En 1772, Wesley nombró a este joven discapacitado de veintisiete años superintendente de todas las iglesias de América.

 Era solo uno de nueve predicadores, y solo había trescientos dieciséis miembros en todas las colonias americanas, por lo que no parecía una gran empresa.

 Pero antes de morir, John Wesley casi sintió celos de Francis Asbury, pues la obra había llegado a ser tan grande.

Francis Asbury falleció, había no menos de seiscientos predicadores y doscientos catorce mil miembros.

 Hemos mencionado los impedimentos físicos personales que siempre fueron una espina en la carne. A estos debemos agregar los momentos de desánimo que debe sobrevenir a todo enfermo. Pasaba noches en vela por el estado de la iglesia, la deuda con Cokesbury College, la indiferencia de la gente y la deshonestidad de muchos miembros. Trabajó arduamente por malos caminos en invierno, con frío y calor, nieve y lluvia, a través de pantanos y montañas, recorriendo las conferencias y los cargos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

ENTRADA DESTACADA

ASTRONOMÍA MAGNÉTICA DE LA BIBLIA*SMITH *i-v

  ( Foto) LOS HERMANOS GEMELOS. REVERENDO JOSEPH H. Y WM. W. SMITH En la costa de Brasil, descubrieron dos fuerzas silenciosas desconoci...