HISTORIA Y SIGNIFICADO
DEL
TABERNÁCULO SAGRADO
DE LOS
HEBREOS.
POR EDWARD E. ATWATER.
NEW YORK
1876
TABERNÁCULO SAGRADO *ATWATER* 1-2
PREFACIO.
Un instructor me llamó la atención sobre los santuarios hebreos antes de completar el primer año de estudios teológicos, y así determinó mi especialidad. Después de treinta años de trabajo en el ministerio, me retiré del púlpito para dedicarme por completo a un tema que un pastor solo puede estudiar a intervalos, y con el propósito de impartir instrucción rudimentaria.
La preparación de este volumen ha estado acompañada de deleite gracias a los nuevos descubrimientos entre los tesoros de sabiduría y conocimiento escondidos en los símbolos del tabernáculo.
Agradeciendo a Dios que mi vida y mi salud hayan sido preservadas para completar la obra, la envío con la esperanza de que mis lectores compartan en algún grado mi alegría.
De los escritores más antiguos sobre el tabernáculo, Lund me ha prestado un gran servicio por la minuciosidad de su obra.
Cualquier persona familiarizada con su libro sobre los santuarios hebreos puede fácilmente creer que fue, como dice en el prefacio, el resultado de trece años de dedicación.
El ejemplo de su interpretación del tabernáculo, que se presenta en la segunda parte de este volumen, no debería disminuir nuestro respeto por el juicio y la erudición demostrados en sus investigaciones históricas; pues en su época no se había sugerido otra interpretación del simbolismo hebreo que la de los tipologistas de la escuela cocceian.
Bahr fue el primer intérprete que intentó aplicar al tema el método inductivo de investigación. De él se ha obtenido más ayuda para escribir la segunda parte del libro que de todas las demás fuentes; pero mis lectores familiarizados con su obra Simbólica descubrirán muchas desviaciones del camino que abrió a través del desierto previamente inexplorado. Como era de esperar, el primer explorador cometió algunos errores que sus seguidores evitaron fácilmente. Sin duda, este habría sido el caso si Bahr hubiera sido perfectamente imparcial en su interpretación; pero desafortunadamente, comenzó su trabajo con la convicción de que la visión comúnmente aceptada sobre el propósito de la muerte de Cristo es errónea, una convicción tan fuerte que ya había dado al mundo un libro polémico sobre la expiación. Sus prejuicios lo desviaron y obligaron a quienes vinieron después a emprender nuevas exploraciones independientes. El primer volumen de una edición revisada de su obra Simbólica se ha publicado desde que se escribieron las siguientes páginas, pero aún no lo he visto. De los escritores posteriores a Bahr con quienes estoy en deuda. Kurtz merece ser mencionado aquí, pues, en los casos en que ha expresado su opinión, no he encontrado a menudo motivo de disenso; y, en los numerosos casos en que mi juicio ha coincidido con el suyo, no he considerado necesario hacer un reconocimiento específico, salvo cuando se adopta su lenguaje. La obra que Bahr comenzó solo puede completarse mediante una sucesión de trabajadores, cada uno de los cuales, sin duda, cometerá algunos errores. Quienes me han precedido lo han hecho; y no puedo esperar que mi interpretación sea siempre satisfactoria para los exploradores posteriores.
Convencido de que mis estudios han enriquecido el conocimiento del simbolismo hebreo, tanto en amplitud como en precisión, espero que puedan ayudar a quienes me sucedan a realizar nuevos descubrimientos.
Las ilustraciones se han recopilado de diversas fuentes; pero las que muestran los utensilios de culto generalmente se han tomado de Neumann, quien ha estudiado el tema a la luz de la asiriología.// cultura asiria// Su figura conjetural de un querubín hebreo se ha presentado meramente como una conjetura, donde la concepción solo puede aproximarse a la realidad.
El libro está dirigido especialmente al clero; pero he decidido escribir de manera que quienes solo conocen su inglés vernáculo puedan encontrar provecho y placer en su lectura. Quizás podría haberme hecho más aceptable para los eruditos hebreos si introdujera más palabras hebreas en el texto; pero espero que algunos de los muchos laicos interesados en los estudios bíblicos aprecien mi determinación de usar palabras inglesas en el texto en todos los casos en que sean útiles para mi propósito.
New Haven, octubre de 1874.
INTRODUCCIÓN.
Si los hábiles artesanos que construyeron el TABERNÁCULO SAGRADO DE LOS HEBREOS hubieran conocido el arte de la fotografía, sin duda se habrían esforzado por transmitir a las generaciones venideras una visión del edificio tal como se alzaba tras su primera construcción, en medio del vasto campamento que lo rodeaba.
A falta de una imagen contemporánea, gracias a la detallada descripción de los libros de Moisés, podemos reproducir en la imaginación la escena que se desplegaba al pie del Sinaí en el primer aniversario del éxodo de Egipto. Las tiendas de dos millones de personas estaban dispuestas en cuatro divisiones alrededor de un cuadrado hueco; cada división contenía tres de las doce tribus de Israel y, por lo tanto, se subdividía en tres campamentos más pequeños, separados por espacios más anchos que las numerosas calles que, al cruzarse en ángulo recto, separaban las tiendas dentro de los límites de cada tribu. Aquí esta multitud de personas ha permanecido sin cambiar de lugar, aquí sus tiendas han permanecido plantadas durante tres cuartas partes del año.
Ayer se erigió el tabernáculo. Está orientado al este, en el centro del cuadrado hueco; y en el amplio atrio que lo rodea se pueden ver la fuente de bronce para las abluciones de los sacerdotes y el gran altar del holocausto, sobre el cual se perpetrará el fuego, preservado sagradamente. Inmediatamente alrededor de este atrio se encuentran las tiendas de la tribu de Leví, la tribu apartada para el servicio del tabernáculo, y que ya no figura entre las doce; Efraín y Manasés se cuentan como dos tribus para perpetuar el número original y simbólico de doce.
Pocas veces se ha reunido una multitud tan grande en un campamento de tiendas. Es un espectáculo grandioso, probablemente no inferior en grandeza al que posteriormente vio Balaam cuando, mirando desde la cima de Peor, exclamó: "¡Qué hermosa eres!". ¡Tus tiendas, oh Jacob, y tus moradas, oh Israel! Como los valles se extienden, como jardines junto al río, como áloes que el Señor plantó, y como cedros junto a las aguas”
. De esta hermosa imagen, el tabernáculo es el elemento central. Las viviendas del pueblo están dispuestas a su alrededor; sus miradas se dirigen hacia él por la mañana y por la tarde; y sus oraciones ascienden con el humo del sacrificio que sube de su altar.
No solo por la mañana y por la tarde, sino a todas horas del día y de la noche, es el centro de atención de muchos que observan esa manifestación visible de Jehová, que reposa sobre él como una columna de nube de día y una columna de fuego de noche.
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