LA MENTE EN LAS PLANTAS
POR RAOUL HEINRICH FRANCÉ
1905
INTELIGENCIA EN LAS PLANTAS* HEINRICH FRANCÉ*15-18
El prado florido, cada pasto escaso, incluso el gran bosque silencioso, son una sinfonía murmurante de los fenómenos vitales más maravillosos y hermosos
Solo el buen botánico no lo oye, porque ha expulsado a los espíritus de la naturaleza de su herbario, y por lo tanto, no existen. Así fue como, de forma inesperada, la antigua sabiduría popular volvió a cobrar respeto. De las fábulas, canciones y dichos surgió esta pizca de verdad: hay algo en las plantas similar a lo que encontramos en nuestro propio corazón.
Cuando finalmente se observó esto, el asombro no tuvo fin. Atrás quedó la época de las descripciones muertas de hojas y flores.
Una nueva vida había entrado en la botánica, y durante la última generación ha sido algo completamente diferente, una continuación o, si se prefiere, el comienzo del conocimiento de la verdadera naturaleza del hombre. Pues a medida que la humanidad profundizaba en las enigmáticas leyes que regían las fuerzas de los árboles y las flores, descubrió que había algo en todo lo que vivía y actuaba, que, en su forma infinitamente más perfecta en nosotros, conduce a una dirección consciente de la vida.
Solo que es mucho más simple en las plantas, menos afectadas por perturbaciones externas y confinado en límites estrechos, y por lo tanto más fácil de entender.
Para todos aquellos que anhelan la solución del misterio de nuestra existencia, se abrió una perspectiva atractiva: la esperanza de que si en algún lugar la cuestión de la vida se había vuelto tan simple que pudiéramos comprenderla, debía ser en las plantas. Pero de toda esta visión de las primeras formas de la «existencia humana», nuestros científicos sabían casi nada, y casi nada podían saber. El conocimiento no estaba embalsamado ni oculto en esas últimas herencias de la Edad Media, que el «verdadero botánico» nos había legado, expresado en un lenguaje técnico casi ininteligible para el hombre de cultura popular, que en la ciencia aún servía para dividir a los profanos y a los iniciados. Estaba disperso en miles de ensayos y libros escritos de forma ininteligible. Porque mientras el «florista» ya no reinaba en botánica, su cetro había recaído en el «especialista». Este, sin embargo, es un mal necesario.
Debido a que la vida adopta tal multitud de formas, la mayoría de quienes buscan examinar la totalidad se desesperan. Ciertamente, si queremos seguir sus leyes hasta el límite, una sola vida no es suficiente, y por lo tanto, cada uno debe limitar su trabajo a un pequeño rincón de la gran estructura de la ciencia. Pero por muy útiles y necesarios que sean, estos investigadores especiales, como los obreros de una fábrica de relojes, uno de los cuales fabrica una rueda, el otro solo un tornillo y el tercero solo... 18 GÉRMENES DE LA MENTE EN LAS PLANTAS Al preparar un resorte, siempre se necesita a alguien que reúna las piezas del reloj completo. De lo contrario, el trabajo de los obreros es en vano.
De igual manera, la ciencia necesita hombres que busquen conocer la vida en su totalidad, en todas sus relaciones, en todas sus expresiones, etapas y luchas, desde el metal, cuyos extraños fenómenos realistas son los últimos descubrimientos de los investigadores de la vida, hasta el cerebro pensante.
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