martes, 2 de septiembre de 2025

LACANDONES *VILLA GUTIERRE*HUEHUETENANGO CAP 14

 “ Agregóse en esta villa de Gueguetenango la compañía de cincuenta hombres, que se habían reclutado en aquel partido, á cargo del capitán Melchor Rodríguez Mazariegos, quien se había ofrecido, él, y su alférez Juan Salvador de Mata, y su sargento Pedro de Chávez Galindo, y el ayudante Antonio Galindo, á servir sin sueldo, con sus armas y caballos, en la facción.

 Y también se agregaron otras muchas personas voluntarias, de aquella villa,”

HISTORIA DE LA CONQUISTA DE LA PROVINCIA DE EL ITZA

REDUCCION, Y PROGRESOS DE LA DE EL LACANDON,

Y OTRAS NACIONES DE INDIOS BARBAROS, DE LAS MEDIACIONES

DE EL REYNO DE GUATIMALA, A LAS PROVINCIAS DE YUCATAN, EN LA

AMERICA SEPTENTRIONAL

ESCRIBELA

don Juan de Villagutierre Soto-Mayor,

ABOGADO, Y RELATOR, QUE HA SIDO DE LA REAL CHANCILLERIA DE 

VALLADOLID:

Y AHORA RELATOR EN EL REAL, Y SUPREMO CONSEJO DE LAS INDIAS

Y LA DEDICA A EL MISMO REAL, Y SUPREMO CONSEJO  

nunca fué impresa la segunda PARTE que el autor ofreciera, fué hecha

en Madrid, en 1701

CAPITULO XIV

 Llega la infantería al pueblo. — Hállanle sin gente alguna. — Alójanse dentro de él. — Lo que se halló en las casas de los fugitivos. — Y qué se ordenó. MARGINALES.—Leyóles el corazón el padre.—Llegan los nuestros al pueblo.—Hállanle desamparado.—Las casas proveídas.—Cosas que se hallaron en ellas.—Cosas que tenía el pueblo.—Adoratorio de idolatría.—Muchos ídolos y señales de sacrificios .— Acomódase la gente.—Quemáronse los idolos.—Compúsose ermita.—Prohibió el capitán no se quitase nada de. las casas.—Imputóse a esta gente haber quitado algo .— No serian más fieles en no quitar los de Chiapa.—Llega todo el bagage.—Hechábanse rondas y batidores—Presumíase haber por alli más pueblos.—Temor de que los infieles diesen sobre los nuestros.—Muy mal se pudieran defender.—Pasar adelante era perder lo adquirido.—Acordóse mantenerse alli.—Que se adquiera noticias de el Presidente.—Que se procure atraer los fugitivos al pueblo.—Ejecútanse las diligencias posibles.

No parece, sino que en las acciones esteriores les habia leído el corazón á los infieles el padre misionero Fray Pedro; pues habiendo caminado el siguiente día con la gente, y trasmontado una serranía baja, y un llano de monte, y milperías, al extremo del valle, llegó toda la marcha, como á las tres de la tarde, á las goteras del pueblo del Lacandón; y no oyendo en él rumor alguno de gente, entró la infantería, y le halló solo, y desamparado de sus moradores que todos se habían puesto en huida, con mujeres, niños y viejos, sin que quedase persona alguna. Habían dejado sus casas todas proveídas de maíz, frisóles, algodón, y algunos instrumentos de tejer las mujeres, cerbatanas, calabazos, ollas, comales, hachas, azuelas, escoplos, y manos, todo de piedra, y otras alhajas de su usanza, instrumentos de sus bailes, las camillas, en que mecían sus niños, de carrizo, limpio, ajustado, y atado, con toda igualdad, colgadas sobre los tápescos, á proporción de poder las madres dar de mamar á las criaturas.

 Hallóse también cantidad de gallinas de la tierra, algunas de castilla, perros y muchas guacamayas mansas.

 Componíase este pueblo del Lacandón de ciento tres casas, las ciento de vivienda de particulares, muy buenas, y las dos mas grandes, de comunidad, y la otra, aún más grande, que todas las otras, era el adoratorio de los perversos ídolos de aquellos lacandones, donde se hallaron muchos de ellos, de formas raras, como asi mismo cantidad de gallinas muertas, braseros con señales de haber quemado copal, y aún se hallaron las cenizas calientes, y otras diversas, ridiculas, y abominables cosas, pertenecientes á la ejecución de sus perversos ritos, y sacrificios.

Acomodáronse los padres en esta casa de Adoratorio, habiendo desbaratado y quemado los ídolos, y quitado las inmundicias, y aparatos de sacrificar, que en ella había, y de el cuerpo principal de la casa se hizo ermita, aderezádola lo mejor que se pudo; y en las otras dos grandes, se acomodó la mayor parte de la gente, en particular la española, y los indios, y demás vívandería, en otras de por allí.

 Y todos se alojaron dentro del pueblo, habiendo prohibido el capitán, que ninguna persona entrase á quitar cosa alguna en las casas particulares de los indios infieles, que habían desamparádolas.

 Aunque después se imputó á estos de Gueguetenango, no haber andado con toda fidelidad, en cumplir este precepto; yo creo sería la causa de achacárselo, el haber sido éstos los primeros, que encontraron con este pueblo, y entraron en él; que acaso no serian más fieles, en no tomar nada, los que después vinieron de Chiapa, ó ya fuese porque á los indios, que venían con estos de Gueguetenango, les hallasen algunas cosillas escondidas.

Dueños ya los de Gueguetenango (que así los llamamos, porque entraron por aquella parte) de la campaña, y del pueblo, y tan dueños, que no parecían alma viviente, que les pudiese decir: qué hacéis allí, ó á qué habéis venido? Y alojados en él, fué llegando el resto, caballerías, y víveres, habiendo acabado de pasar el río. Mas como no era el fin principal, que se buscaba, el nido, sino los pájaros, y éstos habían escapado todos, les traía á los religiosos, y gente principal, con grandísimo cuidado, y desvelo, echando continuas rondas, y batidores, á descubrir, si daban con algunos de los infieles fugitivos, para que apresándolos, pudiesen informarse de la gente, y pueblos, que por allí había; porque como aquel había sido el primero con que se habían encontrado, y no les parecía nada pequeño, ni falto de habitadores, se recelaban, hubiese más adelante, ó al contorno de aquél, otros, quizá, muchos, ó mucho mayores.

 Y que acaso hubiese crecidísimo número de infieles, y que los fugitivos de aquel pueblo les avisasen, y convocasen, y viniesen á dar sobre ellos, con resolución de darles guerra dentro del pueblo, donde, si el número de infieles fuese grande, mal se podrían defender, por no estar fortificados, ni tener noticias de donde andaba la gente de los otros dos trozos de ejército, para poder fiarse en el socorro, si fuese necesario.

En estas consideraciones; y en la de que, si esto sucediese, sería causa de no lograr el fin principal, que era, reducir á aquellos indios de paz; y que de determinar pasar adelante, en busca de otros pueblos, no hallándose, como no se hallaban, con fuerzas, gente y lo demás necesario, para dejar presidiado aquel, era volver á perder lo adquirido, y exponerle á que sus fugitivos moradores volviesen, y le quemasen, ó se pudiesen seguir otros mayores inconvenientes.

En cuyas dudas, sobre que se conferenciaba entre los padres, y cabo principal, y demás oficiales, largamente, se resolvió mantenerse allí, en el Ínterin, que se podían adquirir noticias del ejército de el Presidente, y de las demás gentes, procurando solicitarlas por todos los caminos. Como así mismo se decretó, hacer todas las diligencias posibles, para ver si se podía conseguir el atraer algunos de los indios fugitivos al pueblo, para que con el agasajo se les persuadiese; á que fuesen reduciendo á los demás, á que se volviesen á poblar, y á restituirse á sus haciendas, y pueblo; pues verían, no se les quitaba nada de sus casas, ni se les hacía, ni quería hacer mal, ni daño alguno. Ejecutábanse estas diligencias, con salidas continuadas, de partidas de soldados, y indios de guerra, que se encaminaban por diferentes veredas; unos, á procurar noticias del Presidente, y demás gentes; otros, á solicitar el apresar alguno, ó algunos de los indios fugitivos. Y mientras que andan en ellas (que duraron por algunos días, sin lograr, ni lo uno, ni lo otro) paso á referir la marcha del Presidente, con su ejército, desde Ocozingo, hasta entrar en esta población de los Dolores, del Lacandón; y lo que en ella le sucedió después de todos juntos

 LACANDONES *VILLA GUTIERRE*HUEHUETENANGO CAP 14


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