martes, 2 de septiembre de 2025

TORRE BABEL *CAUSSLAND* 35-39

  LOS CONSTRUCTORES DE TORRE BABEL

DOMINIK CAUSLAND

LONDRES

1874

TORRE BABEL *CAUSSLAND* 35-39

Además, según Plinio, Beroso y Artidemo declararon que los babilonios habían registrado sus observaciones estelares en ladrillos durante 480 años antes de la era de Phoroneoeus, que, según Clinton, fue el 1753 a. C. La suma de estas cifras nos da el 2233 a. C.

Sería exagerado afirmar que cualquiera de estos testimonios, por sí solo, constituiría una prueba fiable para fijar, o incluso confirmar, la fecha bíblica del inicio del imperio caldeo. Cada uno de ellos es solo un testimonio de oídas de una persona que no tenía conocimiento personal de los hechos narrados, y que se limitó a repetir lo que había oído de otros. Pero en conjunto, su coincidencia es notable, considerando que se trataba del testimonio independiente de quienes desconocían las Sagradas Escrituras y no les importaban.

 Y así, de fuentes puramente seculares, tenemos evidencias que corroboran lo que se relata en el Génesis: que aquí en Mesopotamia, la tierra de Sinar, se originó el reino caldeo de Nimrod, cuyas principales ciudades fueron las mencionadas en el Génesis, tras la desaparición de su grandeza y poder. Babilonia y Asiria son ahora, y han sido durante muchos siglos, la morada de un pueblo que habla lenguas semíticas, y comúnmente se supone, por ello, que son descendientes del patriarca Sem.

Pero, independientemente de las Escrituras, tenemos razones para saber, a partir de fuentes seculares, que un pueblo, cuya lengua no era ni semítica ni aria, habitó esos países mucho antes de que el semítico fuera su lengua hablada. Ernest Renan, ***"Historia General de las Lenguas Semíticas". 4.ª ed., pág. 34. 33 **en su exhaustiva historia de las lenguas semíticas, observa, como resultado de sus investigaciones, que no hay duda de que a orillas del Tigris habitaba una raza conocida como los cusitas; y añade que es necesario admitir en la historia del mundo antiguo un tercer elemento, que no es ni semítico ni ario, sino que podría llamarse etíope o cusita. Los monumentos exhumados de Babilonia y Nínive demuestran que la civilización asiria se parecía tan poco a la semítica como a la aria. Era del mismo linaje que la de Egipto, que compartía en gran medida el elemento cusita.

El estudiante de las Escrituras no tiene dificultad en reconocer que los autores de esta civilización fueron los hijos de Cam, súbditos de Nimrod y habitantes de Babilonia, la ciudad más antigua de todas, y el origen y tipo de todas las apostasías del mundo; quienes poseían una lengua esencialmente diferente de las familias semítica y aria.

Nuestro objetivo actual es determinar hasta qué punto las historias antiguas, las tradiciones bien fundadas, las reliquias monumentales y otros resultados de la investigación científica armonizan con las Escrituras en cuanto a la existencia, trayectoria y destino de la posteridad de Cam. LOS CONSTRUCTORES DE BABEL.

Las razas semítica y jafética han monopolizado el escenario histórico durante tanto tiempo que este tercer elemento, que la investigación moderna está sacando a la luz, se perdió de vista. Pero el aumento del conocimiento está cambiando por completo el aspecto de la historia antigua. La existencia y la naturaleza de este elemento civilizador, ahora extinto, se hacen visibles en las rocas esculpidas y las inscripciones de Asia Menor y Arabia; en las inscripciones jeroglíficas de las catacumbas y pirámides de Egipto, ahora legibles gracias al trabajo de eminentes egiptólogos; y en los relieves esculpidos y caracteres cuneiformes que registran las guerras, conquistas y otros logros de los monarcas de Asiria y Babilonia, y nos presentan las ceremonias religiosas y las costumbres domésticas de sus súbditos.

 Estos materiales, con la ayuda de una geografía corregida de los países orientales, fragmentos de historia antigua y leyendas míticas, nos ayudarán a identificar a la antigua población cusita o etíope como los autores de una civilización que precedió a la griega.

 Todo el conocimiento que poseemos de la antigüedad, más allá de las páginas de la Biblia, nos ha sido transmitido por los griegos, quienes lo derivaron. principalmente de los escritos de historiadores orientales, que han desaparecido hace mucho tiempo y de los que solo se sabe que existieron gracias a los fragmentos que se encuentran en las páginas de historiadores griegos posteriores.

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