viernes, 5 de julio de 2024

*1* A LA ESPAÑOLA TEODORA - 707-711

 A LA ESPAÑOLA TEODORA,

 SOBRE LA MUERTE DE LUCINIO

707-711

¡Pero es un Marcos de quien habla San Ireneo, hace unos trescientos años! Algo menos de trescientos años, si es que el Adversus haer. fue escrito entre el 180 y 199; pero demasiados años aún para que · ese Marcos, de estirpe basilídica, tenga nada que ver con el Lucinio que muere en 399. En resolución, San Jerónimo confunde a uno de tantos Marcos gnósticos con otro Marcos que, a mediados del siglo IV, apareció en España, viniendo de la Galia aquitánica, donde había tenido gran séquito, y más entre las mujeres. Era egipcio, natural de Menfis, y había sido educado probablemente en las escuelas de Alejandría. Aquí atrajo a sus doctrinas a un tal Elpidio, retórico, y a una noble y rica matrona por nombre Agape, y entre todos hubieron de fundar la secta de los agapétas, que, a lo que se dice, se entregaban en sus zambras ( fiesta, música, baile, etc) nocturnas a abominables excesos. Es todo lo que, en 1880, sabía don Marcelino, y lo que él no supiera no lo sabía nadie (o.c. p.99).

 Infinitamente más interesantes, positivos y seguros son los otros datos que Jerónimo nos da sobre Lucinio: · su fervor en el estudio de las Escrituras, que le movió a adquirir todas las obras del mismo Jerónimo, «cuanto desde la mocedad hasta el día presente hemos dictado». Y como al amor no le duelen prendas, allá le mandó no menos de seis escribientes que se las trasladaran. ¡Alto ejemplo de este «laico» (la palabra está ahora en el aire) para tantos «no laicos» que acaso no hayan abierto en su vida un tomo jeronimiano y de quienes pudiera decirse el epigrama que aprendimos de chicos en la Retórica del P. Colonia: «De libros un gran caudal-e-aquí un hético dejó-; ¡no temáis tocarnos, no! que no se les pegó el mal!» Y es bien notable que, para San Jerónimo, este amor a la Escritura está por encima de las larguezas en oro, que tanto hubieron de estimar otros en Alejandría y Jerusalén! · · La carta acaba con una bella posdata, que hubo de ser escrita por propia mano de jerónimo. Pablo también dictaba, y alguna vez tomó el punzón para incidir: Saludo, de mi propia mano, de Pablo. Es el sello en toda i:arta mia. As¡ escribo (2 Thess 3,17s). ¡Lástima no conservar aquella preciosa hoja del papiro!

 Fecha: 399.

AD THEODORAM SPANAM DE MORTE LUCINI

 1. Consternado por la lúgubre noticia dé la dormición de Lucinio, varón santo y para mí venerable, apenas me ha sido posible dictar esta breve carta. No porque me duela de su suerte, pues sé que ha pasado a cosas mejores, y puede decir: Pasaré y ueré esta gran visión (Ex 3,3) ; sino porque me atormenta la pena de no haber merecido ver la cara de un hombre que creía iba a venir aquí en breve. Verdadero- es el vaticinio del· profeta acerca de la necesidad de la muerte, que divide a los hermanos

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AD THEODORAM SPANAM DE MORTE LUCINI

y, dura y cruel, disocia .entre sí a los seres más queridos. Pero tenernos un consuelo, y es que la palabra del Señor la degüella, y a ella se dice: Seré tu muerte, ¡oh muertel ; seré, ¡oh infierno!, tu mordedura (Os 13,14-15). Y seguidamente: Traerá el Señor nn viento abrasador que sube del desierto, y secará todas sus venas y devastará su fuente (ibid.). Y es así que salió una vara de la raíz de Jesé, y de su tallo virginal brotó una flor (Is 11,1), que diría en el Cantar de los Cantares: Y o soy la flor del campo y el lirio de los valles (Cant 2,1), Nuestra flor fue muerte de la muerte; ella murió, para que con su muerte muriera la muerte. Por lo demás, decir que había de traerse del desierto, es alusión al seno virginal que, sin unión ni semen de varón, nos dio al Dios niño; éste, por el calor del Espíritu Santo, secaría la fuente de los torpes placeres y cantaría en el salmo: Como en tierra desierta, sin caminos ni agua, así ante ti he aparecido en tu santuario (Ps 62 ,3). En conclusión, contra la dureza y cruelísirna necesidad de la muerte, nos levantamos por el consuelo de que en breve hemos de ver a aquellos cuya ausencia lloramos. Porque ya no se llama muerte, sino dormición y sueño. De ahí que el bienaventurado Apóstol nos veda entristecernos por los que duermen (1 Thess 4, 13). Si sabemos que duermen, creamos que pueden despertar; pasado el sueño, velarán con los santos y dirán como los ángeles: Gloria a Dios en las alturas, y en la tierra, paz a los hombres de buena voluntad (Le 2,14). En el cielo, donde no hay pecado, hay gloria y perpetua alabanza e incansables cantares. Pero en la tierra, donde impera la sedición, las guerras y discordias, hay que suplicar la paz, y la paz no para todos, sino  para los que son de buena voluntad y oyen la salutación apostólica: La gracia y la paz se multipliquen para vosotros de parte de Dios Padre y de nuestro Señor Jesucristo (Rom 1,7); para que su lugar sea en la paz y su morada en Sión, esto es, en la atalaya, en la sublimidad de doctrinas y virtudes, en el alma del creyente, rcyo ángel ve diariamente la faz de Dios y, a cara descubierta, contempla la gloria del Señor.

2. Por eso, yo te conjuro-y en ello no hago, como dicen, sino empujar al que corre--que eches ciertamente menos a tu Lucinio, como a un hermano, pero que te alegres de que reina con Cristo: Pues fue arrebatado por que la maldad no cambiara m espíritu, pues su alma era agradable a Dios y, en poco tiempo, llenó largos trechos (Sap 4,llss).

 Nosotros, más bien, nosotros somos dignos de lástima, pues nos debatimos en diaria batalla contra los pecados, nos mancillamos de vicios y tenemos que dar cuenta aun de una palabra ociosa. El, seguro ya, y vencedor, te mira desde lo alto y te ayuda en tu trabajo, y te prepara un puesto junto a sí con aquel mismo amor, con la misma caridad con que, olvidado de la ley conyugal, te empezó a tener, en la tierra misma, como a hermana o, más bien, como a hermano, pues la casta unión no sabe de sexo, propio del matrimonio. Y, si viviendo aún en la carne, una vez renacidos en Cristo, no somos ya griego ni bárbaro, siervo ni libre, varón o, hembra, sino todos una sola cosa en Cristo (Gal 3,28), ¿qué decir· cuando esto corruptible se revista de la incorrupción, y esto mortal se revista de inmortalidad? (1 Cor 15,53). Entonces ciertamente ni se casarán ni serán dadas en casamiento, sino que serán como los ángeles de Dios (Mt 32,30). Al decir que ni se casarán ni serán dadas en casamiento, sino que serán como los ángeles de Dios, no se suprime la naturaleza y substancia de los cuerpos, sino que se indica la grandeza de la gloria. Por lo demás, tampoco se escribe: «Serán ángeles», sino: serán como los ángeles. Se promete la semejanza, pero se niega la igualdad. Serán, dice, como los ángeles, es decir, semejantes a los ángeles; luego no dejan de ser hombres. Gloriosos sin duda y adornados de angélico esplendor; pero siempre hombres, de modo que el apóstol sea apóstol, y María, María. Así queda confundida la herejía, que promete cosas grandes inciertas, para quitar lo cierto, aunque moderado

3. Y ya que he hecho mención de la herejía, ¿qué trompeta de elocuencia puede dignamente exaltar a nuestro Lucinio? Cuando por las Españas hacía estragos la impurísima herejía de Basílides y devastaba como peste contagiosa todas las provincias entre el Pirineo y el Océano, él (Nota del blog:  Alude a Lucinio, ------ de Teodora) supo mantener la pureza de la fe de la Iglesia, y no admitió en modo alguno a Armazel, Barbelón, Abraxas, Bálsamo y al ridículo Leusibora, y demás monstruos antes que nombres, que se inventan esos herejes para impresionar el ánimo de ignorantes y mujerzuelas, como si los tomaran de fuente hebrea, cuando lo que hacen es aterrar a cualquier simple con sones bárbaros. Y cuanto menos los entienden, más se pasman. Refiere Ireneo ( Adv. haer. I 8ss), varón que fue de los tiempos apostólicos y discípulo de Papías, oyente éste a su vez de Juan Evangelista, y obispo, en fin, de la iglesia de Lyón, que un tal Marcos, retoño de la estirpe del gnóstico Ba- sílides, marchó primero a las Galias y manchó · con su doctrina aquellas partes por donde corren el Ródano y el Garona. Sedujo señaladamente con este error a mujeres nobles, prometiéndoles ciertos misterios ocultos y atrayéndolas a su amor por artes de magia y placeres del cuerpo. De allí, pasando el Pirineo, ocupó las Españas, poniendo, sobre todo, empeño en penetrar en las casas de los ricos y, en ellas, atacar particularmente a las mujeresa esas que se dejan llevar de caprichos varios, que andan siempre aprendiendo y no llegan jamás al conocimiento de la verdad (2 Tim 3,6-7)-. Esto escribe lreneo hace unos trescientos años. Y lo escribe en dos libros que, en estilo docto y elocuentísimo, compuso contra todas las herejías. 4. Por ahí puede pesar tu discreción qué alabanza no merecerá nuestro Lucinio, que cerró primeramente sus oídos para no oír el juicio de la sangre y distribuyó luego toda su hacienda y la dio a los pobres, por lo que su justicia permanece para siempre (Ps 1 O 1 ,9). Su largueza no se limitó a su patria; a las iglesias de Jerusalén y Alejandría les mandó tanta cantidad de oro, que con él se pudo subvenir· a la indigencia de muchos. Muchos admiran y pregonan este rasgo; pero yo alabo · más en él su fervor en el estudio de las Escrituras. ¡Con qué afán solicitó mis propias obras, hasta el punto de mandarme aquí seis amanuenses (Nota del blog:  Alude a Lucinio, ------ de Teodora (pues en esta tierra hay penuria de hablantes y copistas de latín), que trasladaran todo lo que he dictado desde mi mocedad hasta el día de hoy! En ello no me honraba a mí, que soy un pobre· hombre y el menor de los cristianos y, para penitencia de mis pecados, moro entre las peñas del campo betlemítico, sino a Cristo, que es glorificado en sus siervos y pro-metió a los apóstoles: Los que a vosotros reciben, a mí me reciben; y el que me recibe a mí, recibe al que me ha enviado (Mt 10,40)

5. Así, pues, hija carísima, recibe esta carta como elogio fúnebre suyo, dictado por mi amor; y cuanto sepas que está en mi mano en materia de espíritu, mándamelo sin miramiento alguno. Así sabrán los siglos por venir que aquel que dice en Isaías: Me hizo saeta suya escogida, en su carcaj me escondió (Is 49,2), hirió con su dardo a dos hombres separados entre sí por tan enormes trechos de mar y tierra, de suerte que, .desconociéndose en la carne, estuvieron unidos por el espíritu.

SUBSCRIPTIO - POSDATA

Sanctam te corpore et spiritu

Consérvete santa de cuerpo y espíritu aquel Samaritano, es decir, aquel «Salvador» y «Vigía», de quien se escribe en el salmo: No dormitará ni cogerá el sueño el que g11arda a Israel (Ps 120,4). Que Hir, que se interpreta «vigilante», el que descendió a Daniel,. venga también a ti para que puedas decir: Yo duermo, pero mi corazón está en vela (Cant 5,2).

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