MI BELLA JUDÍA"
EL CENTVRION
Novela de los Tiempos Mesíanicos
A.B. ROUTHIER
1909
18-23
VII
MYRIAM
Cayo a Tulio
Mi hermosa judía es un misterio, y he recogido de su inexplicable historia muchos datos. Se llama Myriam, y procede de Bethania donde su familia posee un castillo. Estuvo casada con uno de los jefes de la sinagoga de Magdala , doctor judío con el que vivió dos años. Al cabo de los cuales la infeliz fue seducida por un oficial de nuestra guarnición, que tú has debido conocer en Roma, llamado Pandera.
Yo recuerdo haberle visto en Cesárea. El marido abandonó a su mujer, y denunció
La pobre Myriam se consoló con otros, y su mala conducta, que fué pronto del dominio público, la convirtió en un escándalo para Marídala-
Su marido murió al poco tiempo, y ella, con el dinero de su dote, que era considerable, vivía aquí suntuosamente.
Ahora bien, no hace aún dos meses, despidió bruscamente a todos los galanes que la cortejaban, y cambió radicalmente de manera de vivir.
El último de sus admiradores, un joven comerciante griego, riquísimo, que persistía en asediarla, es el que yo puse en fuga. Según te referí en una de mis cartas anteriores.
¡Cuál es la explicación de este cambio? Aquí es donde comienza el misterio.
La hermosa Myriam se encontró un día con el gran Profeta, y la primera mirada que éste posó sobre ella, la conmovió hasta el fondo de las entrañas.
Era una mirada, me han dicho, acusadora, penetrante, que leía hasta lo más recóndito del corazón, y que paseaba la sonda por todas sus vergüenzas.
Myriam bajó los ojos delante de aquella mirada, que no podía soportar, y sintió el rubor subir a su frente, tan poco habituada a enrojecer.
Cuando levantó ¡a vista, la terrible mirada del profeta seguía siempre clavada en ella, y la multitud, que lo había advertido, la contemplaba también con desprecio.
Llena de confusión se apresuró a huir de aquel sitio, y desde entonces, dicen, no cesa de ver, ni aun cuando duerme, la aterradora mirada del hombre Dios, y arrepentida de su pasado, siente dolores íntimos que jamás había conocido, y llora con lágrimas de sus ojos sus iniquidades. aspirando únicamente a que su conducta futura la alcance el perdón del profeta.
Esto es todo lo que he podido descubrir relativamente a mi bella judía. Naturalmente, la historia me parecía muy obscura, y ardía en deseos de saber lo que había en ella de cierto, y sobre todo de sincero, pues de una parte no soy bastante candido para creerlo todo a ojos cerrados, y de otra admiraba demasiado a la hermosa Myriam para renunciar fácilmente a la esperanza de conquistarla
Me propuse, por lo tanto, verla otra vez, y al fin lo conseguí, no sin trabajo, pues su puerta está cerrada para todo el mundo. A mí se me abrió gracias a la complicidad de su criada acompañante, y so pretexto de un asunto de importancia, pude celebrar con ella otra entrevista.
Al principio fingí ignorar por completo su historia, y le manifesté mi admiración en los términos más delicados y discretos.
Describiéndola toda la sinceridad de mis sentimientos, imploraba la gracia de una sonrisa y de una dulce palabra de la que había ganado mi corazón con sus miradas, que reflejaban un candor virginal.
Mientras hablé, Myriam tuvo siempre los ojos bajos.
Cuando los levantó, se veía en ellos profunda tristeza. Una amarga sonrisa dilató sus labios, y me contestó sencillamente:
— "No conocéis a la que estáis hablando. Si la conocierais os inspiraría otros sentimientos y otro lenguaje. Deploro con toda el alma que mis miradas os hayan inducido a ese error, y os aconsejo que ofrezcáis a otra un amor que no es digno de mí, si es puro, ni digno de vos si no lo es. Toda relación entre nosotros es imposible, y os pido como insigne favor que no procuréis verme nunca más”
Y como para significar que la visita había terminado, se puso en pie. Yo la supliqué que me escuchara todavía, y añadí:
—Myriam, os conozco y sé toda vuestra historia. Permitidme, a pesar de todo, admiraros, y concededme un poco de amistad.
—¡Ah! ¿Conocéis mi historia? replicó ruborizándose. ¿Y esa historia, en lugar de apartaros de mí, os atrae.
En ese caso Centurión, perdéis la amistad que empezaba a sentir hacia vuestra persona, y permitidme añadir que estáis muy engañado.
La mujer a la que ofrecéis vuestro amor ha muerto, v no resucitará nunca Si el respeto de vuestra dignidad no basta para que consideréis mi pasado como un obstáculo entre nosotros, aun me falta deciros que un amor inexplicable, y del que nunca podréis formaros idea, me separa, para siempre, de todos los otros amores.
Hay un ser extraordinario, que apenas conozco, al que he dado mi alma entera ¿Es un hombre? ¿Es un Dios? Lo ignoro. Nunca me ha dirigido la palabra, y no he tocado ni siquiera la orla de su manto.
Sin embargo, mi corazón está todo lleno de amor por él. y toda mi vida le pertenece. Una sola mirada suya ha obrado ese prodigio, y os juro que Myriam no amará jamás, jamás, a otro mortal.
Pronunciadas estas palabras se puso en pie, majestuosa y austera, y volviéndome la espalda se retiró a sus habitaciones. Mientras que un criado corría a abrirme la puerta de la calle.
Mucho vas a burlarte de mí, querido Tulio. y concedo que te sobrará razón. Pero confiesa que mi aventura merecía ser contada. Si hay en ella alguna otra peripecia,te la comunicaré.
12 enero, 781 .—Mágdala
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