“…que si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo. 10 Porque con el corazón se cree para justicia, pero con la boca se confiesa para salvación. Romanos 10:9-13
LA JUSTIFICACIÓN POR LA FE
FELIPE MELANCHTHON
Año de 1530
16-17
Recuérdese, también, lo que él dice sobre Abraham y David en la Epístola a los Romanos31: Abraham y David recibieron el mandamiento divino de la circuncisión. Si hubiera, realmente, obras que justifican, las que Dios ordenó en tiempos antiguos también habrían justificado. S. Agustín explica, también en forma indistinta, que el Apóstol Pablo no se refiere meramente a las ceremonias judaicas, sino a toda la Ley. Al final de su tratado de controversia, titulado "De spiritu et litera" (Sobre la letra y el espíritu) S. Agustín expone la siguiente: "Habiendo examinado esta materia con toda la capacidad que a Dios le plugo concedernos, formularemos la siguiente conclusión: No hay hombre alguno que pueda justificarse por el mandamiento y por llevar una vida recta y una loable conducta, sino que todo hombre habrá de ser justificado por su fe en Jesucristo."
Tampoco existe motivo alguno para pensar que el Apóstol Pablo se refiere casualmente a la justificación sólo por la fe. En la Epístola a los Romanos, capítulo IV, el Apóstol se extiende en largas consideraciones sobre la justificación por la fe y, asimismo, la menciona en todas sus otras epístolas. En Rom. 4, vers. 5, dice así: "Al que hace las obras, la justificación no le será imputada por gracia, sino por deber. Pero al que no hace las obras, sino que cree en Aquél que justifica a
27 Ep. Rom. 3, v.26.
28 Vers. 28.
29 Ep. Rom. 7, v.7.
30 Ep. Efes. 2, v.8.
31 Ep. Rom. 4, v.1 y 6
A los pecadores, su fe le será imputada por justicia." Claramente se colige de aquí, que, por un lado, la fe es también la justicia que Dios desea y, por otra parte, se ve que dicha fe es considerada por gracia. Además, se colige que la fe no nos será tenida en cuenta por gracia, si en vez de ella presentamos nuestras obras y nuestros méritos. No hay duda, por consiguiente, que el Apóstol excluye no sólo los méritos y las obras de las ceremonias y los ritos judaicos, sino también las buenas obras en general. Pues si por las obras fuéramos justificados, la fe no nos sería imputada por justicia sin necesidad de las obras, como el Apóstol Pablo dice. En la Epístola a los Romanos leemos también: "Y decimos que a Abraham fuéle imputada su fe por justicia..."32. Otro pasaje dice: "Justificados, pues, por la fe tenemos paz con Dios."33, o sea: tenemos una conciencia tranquila ante Dios. En otro capítulo leemos: "El corazón creyente es considerado justo..."34. En la Epístola a los Gálatas, 2, vers. 16, se dice: "Creemos en Cristo Jesús, para ser justificados por la fe en Cristo y no por las obras de la ley". Y, finalmente, en la Epístola a los Efesios, 2, vers. 8-9, leemos: "Por gracia sois salvos, por la fe. Pero esto no es obra nuestra, sino un don de Dios; ni se ha realizado por las obras, para que nadie se gloríe...".
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