EL CENTVRION
Novela de los Tiempos Mesíanicos
A.B. ROUTHIER
1909
DIARIO DE VIAJE DE CAMILA
DE ROMA A POMPEYA
I
Al comenzar mi viaje, madre mía amadísima, empiezo el Diario que ofrecí escribirte.
En él anotaré fielmente todas mis impresiones,
156-157
Durante los días sucesivos. Camila estuvo absorta en su porvenir, penetrando cada vez más en su espíritu las palabras de Ruth, que le parecían encerrar la verdadera solución del problema de sus futuros destinos.
Onkelos y Gamaliel no sólo pertenecían a otra raza, sino que eran enemigos declarados de su patria. Luego no podía aceptar por esposo ni a uno, ni ni al otro.
Quiso consultar, sin embargo, a su padre, y le citó las palabras de la Moabita, que él no conocía. Admiró la prudencia que encerraban, y aprobó plenamente la decisión tomada por su hija.
—Evidentemente, añadió la cuestión de raza es de grandísima importancia cuando se trata de formar la indisoluble unión del matrimonio. Pero la cuestión religiosa es más importante todavía, y espero, Camila, que la resolverás con igual tino, cuando llegue el caso.
He creído advertir que inspiras cierta admiración al Centurión Cayo: ¿No te ha manifestado nunca sus sentimientos?
No, padre mio. Parece complacerse en mi compañía, y sus atenciones me lisonjean, así como admiro lo claro de su inteligencia y lo noble de su carácter. Pero jamás me ha demostrado masque una amable amistad.
—Es un oficial distinguido, de brillante porvenir, y que me agrada mucho. Cierto que le falta fe en el politeísmo y lo deploro. Pero ese es un defecto común a buen número de espíritus cultivadísimos de Roma.
Espero que no pasará de ahí y que no llevará sus simpatías por Jesús de Nazaret hasta el punto de tomarle por Dios, y tributarle culto. Sería una aberración imperdonable, a mis ojos, y que me impediría aceptarle por yerno.
Pero, padre…
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