CHARLAS ACADÉMICAS
LAS GRANDES FALSEDADES DE LA HISTORIA
LA «DONATIO» DE CONSTANTINO
UN ENUNCIADO PREVIO
BOLETÍN DE LA REAL ACADEMIA DE LA HISTORIA
5-8
Y es ahora cuando recientemente en Roma, en los años de la tragedia nacional, en bibliotecas de densa plenitud, vine en conocer el admirable libro que es, perfecto en lo humano, el Diccionario para la Teología e Iglesia (Lexikon filr Théologie wad Kirche), del que alguna otra vez hablé en la Academia de la Historia, y dije algo en otros trabajos míos: portento (en diez inmensos y densos tomos) de plenitud, y de concisión, de puntualísima ortodoxia y de rigor científico y de crítica escrupulosísima e imparcial: todo a la vez.
Todos los artículos van firmados y fueron de verdad elaborados por varios centenares de sabios; pero del todo trabados los textos y enlazados, en armonía cumplidísima. El Director o «Editor», el Obispo católico de Ratisbona: doctor Michael Buchberger (q. D. nos g.), quien ya de años antes de su consagración episcopal fuera director de otra Enciclopedia católica, precursora de la actual: esta segunda obra, con treinta y dos sabios Jefes de las Secciones, y
con tres centenares de sabios más en las listas de colaboradores de cada tomo: y toda «papeleta» va firmada.
Digo aquí todo esto (y quedándome en la alabanza corto), para decir, luego, que ante obra tal, ya no tuve yo, y ya no tengo, reparo en acudirme a mis viejos temas en reserva, Y ya sé bien, por centenares de casos, que veré, a pleno y absoluto rigor científico, el estado actual (y aun los estados anteriores) de todos los problemas. Es la incomparablemente docta ciencia católica histórica alemana (y con toda la resultancia de la francesa, y la de las otras naciones) la que se vierte y así se expresa; y claro que con licencia de la autoridad eclesiástica, la de la diócesis de Friburgo en Brisgovia (la ciudad universitaria de más prestigio católico de Alemania), en que se publicó la obra.
Dicho todo esto, merecidamente, voy a dar a continuación el texto, sin añadir las llamadas a otros varios artículos del Lexikon y sin haber de copia íntegra la bibliografía.
Luego añadiré las referencias, muy abreviadas, a España, consecuencia, a través de los siglos, del asentamiento, aunque siempre algo misterioso, del texto pseudo-constantiniano,
y señalando muy sucintamente algunas de las consecuencias
EL MÁS AUTORIZADO DE LOS ESTUDIOS
(TEXTO DEL LEXIKON)
«Donativo Konstantiniano», o «Constitum», frecuente en un principio «Donación», se llama la supuesta de Constantino el Grande al Papa Silvestre I y a la Iglesia Romana, contenida en pretendido Documento, que para la Historia Sacra de la Edad Media, y hasta para el desenvolvimiento de la Historia Universal, y particularmente para el desarrollo de las relaciones del Imperio y el Pontificado, y por largo tiempo, ha jugado un papel principalísimo.
Túvosela hasta fines de la Edad Media en general cual auténtica, aunque por parte de los anticuriales [antiultramontanosj fuera impugnado su valor jurídico.
En verdad es una ficción de tiempo muy posterior a Constantino, como, por primera vez y casi al mismo tiempo demostraron [tres sabios] Nicolás de Cusa [el Cardenal: alemán], Lorenzo Valla [italiano, humanista: y
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Secretario del Papa Calixto III] y Reinaldo Pecok [Obispo católico inglés].
En el siglo de la Reforma protestante, se mostró controvertida en su fundamento.
Entre los Católicos se buscó, hasta aun el mismo siglo XIX, salvar la historicidad [el valor histórico] del contenido, ya que después de Baronio [Cardenal, ya gran historiador del Pontificado a fines del siglo XVI] se abandonara la defensa de la legitimidad [o autenticidad] del texto mismo.
En la primera Parte, relata el pseudo-Constantino su curación de la lepra, y su conversión al Cristianismo mediando el Papa Silvestre, todo a base de la ya mucho más antigua leyenda de San Silvestre. (Véase W. LEVISON en Studi e Testi, 38 [Roma, 1924].)
En la segunda Parte («dispositio» o «donatio»), enumera él [Constantino] sus testimonios de agradecimiento al Papado, así:
Sanción de que todas las Iglesias de la tierra, inclusas las cuatropatriarcales del Oriente, estén debajo de la Silla de Roma;
La Iglesia de Letrán ha de ser la cabeza de todas las iglesias;
Regala al Papa el Palacio de Letrán;
Le otorga o invístele las insignias y honores imperiales;
Concede a los clérigos cardenales el rango de Senadores, calificándolos [dignificándolos] entre el patriciado y entre los Cónsules romanos.
Después de la mención de la investidura de los Papas con la mitra de la parte del Emperador y del Mariscal, delátase la falsedad del gran Derecho del Estado, con la Donación territorial al Papa: «Romae urbis et omnes Italiae seu occidentalíum regionum provincias, loca et civitates» (de Roma ciudad y de todas las provincias de Italia y de las regiones de Occidente, sus lugares y sus ciudades) [es decir, de todo el Occidente, que no meramente de Italia].
Finalmente viene, siéntase, que la Residencia imperial tiene que ser trasladada a Bizancio
La «opinión» predominante puso el origen de la «Donatio Constantini» en Roma y en el siglo VIII, esto es en el tiempo de los Papas, o Esteban III [pontífice de 752 a 757: quien consagró a Pepino], o de Paulo I [hermano e inmediato sucesor del anterior (757-767), y quien consagró
en Roma , monasterio , a Santos Silvestre, Esteban y Dionisio], o, bien llevada al tiempo de Adriano I [pontífice de 772 a 795].
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