jueves, 11 de julio de 2024

ESPAÑOLES SIN PATRIA Y LA RAZA SEFARDÍ -7-10

ESPAÑOLES SIN PATRIA

Y LA RAZA SEFARDÍ

DR. ANGEL PULIDO FERNANDEZ

1905

Págs. 7-10
En la tarea pública que por vida voy verificando, algunas informaciones he llevado á cabo; pero ninguna, con verdad, me causó la impresión que esta.  
Doce meses, día tras día, he venido manteniendo una correspondencia extranjera, cuyo texto despertaba á la continua en mi espíritu, inefables emociones nunca sentidas. Con razón sobrada me decía una mañana el ilustre hombre público D. Alfonso González, exministro de la Gobernación, por encontrarme en el tranvía leyendo una correspondencia de exótico origen y de abigarrado y copioso contenido: — ¿Gozará usted placeres extraños con estas cartas? 
Sí, señor — le respondí — me interesan tanto, que espero la llegada del cartero con el interés de un enamorado. 
 Diez, doce  más cartas á diario, con sobres cuyos sellos y timbres atestiguaban lejanas y distintas procedencias, me traían largos escritos, redactados en un castellano de variado léxico, obedeciendo al deseo mío, que rogaba siempre á los autores empleasen su jerga histórica, de preferencia á cualquiera otro idioma de los usados; y me daban á conocer apreciabilísimas fisonomías morales, inteligencias bizarras, almas dignas de observación, apariciones diferentes de una person lidad étnica y social, tipos psicológicos que despertaban, con más ó menos viveza, reacciones variadas de mi atención y de mis afectos. Original vivero de relaciones sociales fué éste, donde, sin conocer de presencia á nadie, y solamente llamando, con formularia y seca cortesía, á la gentileza y á la bondad de personas extranjeras,- vi brotar por todas partes un plantel de correspondientes generosos, corteses, delicados en la expresión, serviciales ante el encargo,listos cuando convenía la diligencia, nunca reacios ante lo molesto, siempre respetuosos, y con un sentimiento tan general y delicado de gratitud por la obra de alta humanidad acometida, que producían honda emoción los términos con que á las veces la expresaban. En las páginas de este libro quedarán registradas pruebas numerosas y elocuentes de esta afirmación que hago, y á ellas envío el lector.
Seres extraños á nosotros, todos ellos, y sin lazo alguno de interés positivo que nos uniera; personas de posición desahogada; bien avenidas con su presente, con su actual suelo patrio y las consideraciones civiles de que disfrutan, y ajenas por entero hoy á este desdichado país nuestro, sobre el cual azota la desgracia; digo
que aquellas misivas breves, desnudas de toda gala y lisonja, que en número  considerable partieron de este modesto domicilio donde habito, y fueron á las  cuatro partes del mundo, confiadas á la caballerosidad y á la cultura, allí  encontraron lo que buscaban. Y en el manantial de la más exquisita cultura y  caballerosidad bebieron su respuesta las numerosas y prolijas informaciones  que, á correo vuelto, me trajeron un testimonio muy convincente de que la humanidad es buena, desinteresada y fraternal, siempre que se acude á sus  sentimientos, llevando el ramo de olivas en la mano y las expresiones de amor en el discurso
. De esta afirmación se convencerá el lector, por sí mismo, leyendo á los propios correspondientes; quienes le serán presentados en cuerpo y alma, en este pequeño escenario de mi libro; para lo cual, siempre que el asunto y la expresión lo demandaren y consintieren, serán ellos los que razonen y expongan. Entonces desapareceremos nosotros de la escena, librando al lector de nuestro discurso, nuestros sentimientos y nuestro estilo, para que goce la novedad y realice el estudio de conocer á israelitas: de la gigantesca Londres ó de la consagra- da Jerusalén; de la bella Constantinopla ó de la elegante Bucarest; del abigarrado Tánger ó de la noble Lisboa; de la altiva Nueva York ó del modesto Barranquilla... y á este tenor, á sefarditas de todo el mundo; cuyo trato y artes de expresión tengo por seguro que, á ser algo comunicativo, conquistarán sus afectos y su amistad, como conquistados dejan los del modesto ■ autor de este libro
. Por vida quedarán grabadas en mis recuerdos la paternal bondad de Lorenzo Aschier, y las melosas lisonjas y delicadezas de Enrique Bejarano, ambos de' Bucarest; la obsequiosa solicitud de Moisés Abravanel, de Salónica; la despierta y peritísima colaboración de E. Carmona, de Tetuán; la profunda sabiduría literaria de José Benoliel, de Lisboa; el gallardo españolismo y portentosa cultura de Jacques Danon, de Andrinópolis; la sencilla bondad y pericia pedagógica de Moisés Fresco, de Constantinopla; la distinguida cortesía de Salomón Levy, de Oran; la juvenil gentileza y selecta cultura de Benko S. Davitscho, de Belgrado; la espontánea solicitud y práctica pericia del elegante escritor Abraham Z. López Penha,(=Lopez Peña) de Barranquilla, y de Alberto Cazes, de Estambul; la selecta, noble y prestigiosa ilustración del renombrado historiador Enrique León, de Biarritz; la sugestiva forma literaria de Abraham A. Cappon, de Sarayevo; la inagotable bondad y entusiasta ayuda de José Farache, de Madrid; las eruditas exposiciones de José Romano y Rafael Cohén, de Esmirna; la precisa y correcta res- puesta de S. I. Pariente, de Beyrouth; (Beirut; Libano) la práctica y rebuscarla información de José Elmaleh, de Gibraltar; las muchas aten- ciones, en fin, de Spagnolo, de Alejandría; Mitrany, de Andri- nópolis; los Salcedos y Pereyres, de Bayona; Canetti, de Cala- rasi; Rousso, de Constantinophi; Franco, de Demotica; Antebí, de Jerusalén; Dañan, de Lorenzo Marqués; Levy, de Londres; Garson, de Manchester; Salem, Nehama, Levy y Arditti, de Salónica; Franco y Romano, de Esmirna; Pisa, Laredo, Pinto, Pimienta y Benoliel, de Tánger; la Sociedad Esperanza, de Viena, y muchos más, que nos perdonarán no les citemos aquí, por no hacer interminable una lista que publicaremos en otro lugar entera.
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 

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