martes, 30 de julio de 2024

NINGÚN PATRIARCA- ERA UNIVERSAL -SUPRESIÓN DE LA REFORMA EN ESPAÑA 15-18

 HISTORIA, PROGRESO Y

SIGLO XVI.

 THOMAS McCRIE,

D. D. PAUL T. JONES, AGENTE EDITORIAL. 1842

15-18

Galindo Prudentio, obispo de Troyes, era un compatriota y contemporáneo de Claudio. Su erudición era superior a la de la época en que vivió; y la pureza comparativa de su estilo da testimonio de su familiaridad con los escritos de los clásicos antiguos. Habiendo fijado su residencia en Francia, gozó de la confianza de Carlomagno, quien lo empleó en visitar y reformar los monasterios. " En la controversia predestinaria que dividió al clero francés de ese tiempo, tomó parte con Goteschalcus contra Hinemar, arzobispo de Reims, y el célebre escolástico Joannes Scotus, apodado Erigena. Los sentimientos que Prudentio tenía sobre ese tema guardan una sorprendente semejanza con los que la iglesia de Roma ha anatematizado desde entonces en los escritos de Lutero y Calvino.  

***Nicolás Antonio considera necesario disculparse formalmente por haber concedido a Claudio un lugar en su biografía general de escritores españoles, y lo llama "pudendum genti nostrce plusquam celebrandum, hominis Hispani nomen". (Bibl. Hisp. Vet. torn. i. p. 458.) Alb. ofrece un relato exacto y completo de las obras de Claude, tanto impresas como manuscritas. Fabricius, en su Bibliotheca Medite etlnfimze Aetatis, desgarrado. i. pag. 388.t " Flacuit picturas in Ecclesia esse non debcre, ne quod colitur vel adoratur, in paretibus pingatur. (Concil. Illiberit. can. xxxvi. anno 305.) t Duchesnc, Hist. Francor. Guión, roto. iii. p. 212. Barthii Advers saria, Jib. xviii. cap. 11, lib. xliv. cap. 19. Las obras controvertidas de Galindus Prudentius permanecieron en manuscrito hasta que algunas de ellas fueron publicadas, durante la disputa janseniana, por Gilbert Mauguin, en una colección de tratados curiosos y valiosos, bajo el título: Velerum Auctorum, qui nono seculo de praedestinatione et gratia scripserunt, Opera et Fragmenta, 2 torcido. París, 1650; una obra menos conocida por los teólogos de lo que debería. .

 II. La Iglesia española, a principios del siglo IV, no reconocía otros oficiales que obispos, presbíteros y diáconos.* Era igualmente extraña a las órdenes superiores de metropolitanos y arzobispos, y a las órdenes inferiores de subdiáconos y lectores. Su disciplina se caracterizaba en ese momento por una gran severidad e incluso rigor, de la cual hubo una relajación palpable cuando el gobierno de la iglesia llegó a formarse sobre el modelo del imperio, después de que Constantino había abrazado el cristianismo.! Este cambio, sin embargo, se introdujo más lentamente en España que en algunos otros países. La iglesia de África tuvo cuidado de proteger la paridad del poder episcopal contra las intrusiones de los metropolitanos; y los obispos españoles, que desde un período temprano parecen haber rendido gran deferencia a sus máximas y prácticas, continuaron durante un tiempo considerable demostrando el mismo celo. 4 La antigua iglesia de España era ajena a la supremacía de los obispos de Roma, y ​​no hay buena evidencia de que reconociera, durante los ocho primeros siglos, su derecho a interferir con autoridad en sus asuntos internos. Los títulos de papa o padre, obispo apostólico y obispo de la sede apostólica, al principio se dieron de manera promiscua a todos los que estaban investidos con el cargo episcopal. Después de que llegaron a usarse en un sentido más restringido, todavía se aplicaban a un número en común.

**Concilio. Iliberit. poder. 18, 19; año 305. + Cenni, i. 69; conf. 142144. Yo " Ut primae sedis Episcopus non apellelur princcps sacerdotum, aut summiis sacerdos, aut aliquid hujusmodi, sed tantum primae sedis Episcopus. (Cod. African, can. 39.) A esto conviene el lenguaje de los padres de Toledo: " Statuimus, ut frater, et coepiscopus noster, Montanus, qui in Metropoli est”, &C. (Concil. Tolet. II. can. 5.) Thomassinus, De Benefic. parte. i. lib. i. gorra. 4. El papa (Patriarca)Cipriano, el papa Agustín, el papa Alipio, el papa Atanasio, etc., son expresiones de frecuente recurrencia en los escritos de los padres. Cenni, incapaz de negar este hecho, recurre a la desesperada maniobra de quienes dieron este título a un obispo quiso decir que sus méritos eran tales que le daban derecho a ascender a la dignidad de sumo pontífice. (De Antiq. Eccl. Ilisp. ii. 53.) I! Los nombres de naBoKinoi Bgovot y oix.Kju .tvoi Qgovoi, ¿trono católico?, y tronos ecuménicos, fueron otorgados, en el siglo VIII, a las sedes de Roma, Constantinopla, Alejandría, Antioquía y Jerusalén. (Teófanes, apud Salmasii Apparat. de Primatu, p. 278.)**

II. Los obispos de Roma adquirieron tempranamente , alta consideración entre sus hermanos, fundada en la dignidad de la ciudad en la que residían, el número del clero que presidían y la superior santidad de vida por la que se habían distinguido algunos de su linaje; a lo que debe añadirse la opinión, que pronto se generalizó, de que eran los sucesores de San Pedro

. En asuntos que concernían a la religión en general, o en cuestiones difíciles relacionadas con la gestión interna, era una práctica común pedir el consejo de iglesias extranjeras e incluso transmarinas. En estas ocasiones se consultaba a los obispos de Roma, pero sin excluir a otros. Los obispos africanos, en un concilio celebrado en Cartago, acordaron tomar el consejo de Siricio, obispo de Roma, y ​​Simpliciano, obispo de Milán, sobre el asunto de los donatistas; y en un concilio posterior, acordaron consultar a Anastasio y Venerio, quienes en ese tiempo ocupaban las mismas sedes, sobre la controversia con respecto a la validez del bautismo de los herejes.* ¡Con esto estuvo de acuerdo la práctica de la iglesia española! De hecho, los obispos de Roma, en aquellos días, rechazaron las pretensiones que luego presentaron con tanta arrogancia.

 El mismo Gregorio Magno, cuando estuvo en peligro de ser eclipsado por su rival oriental, lreconoció en las memorables palabras, que tanto han molestado a sus sucesores y sus apologistas. Hablando del título de patriarca universal, que el obispo de Constantinopla había asumido, dice: " (=Yo cito)

¡Lejos de los corazones de los cristianos esté, este nombre de blasfemia,( Nota del blog= es decir Patriarca Universal) que quita los honores de todo el sacerdocio, mientras que es locamente arrogado por uno! Ninguno de mis predecesores consentiría jamás usar esta palabra profana, porque si un patriarca es llamado universal, los demás quedan privados del nombre de patriarcas." J

 Pero hay evidencia positiva de que la antigua iglesia de España mantuvo su independencia, Seguramente, se protegió a los clérigos de la interferencia de la Sede Romana o de cualquier otra autoridad extranjera. Cualquiera que sea el juicio que formemos sobre el canon en disputa del concilio de Sardis, en cuanto a las referencias al obispo de Roma,* es cierto que un concilio africano, que se reunió en Mela en el año 416, decretó que si algún clérigo tenía una disputa con su obispo, podía llevarla ante los obispos vecinos; pero si consideraba apropiado no confiar en su decisión, sería ilegal para él hacer cualquier apelación excepto a un concilio africano o a los primados de las iglesias africanas.

 * Salmasii Apparatus ad Libros de Primatu Papce, p. 277. Ccnni, i. 159. t Concil. Tolct. i. sent, definit. Constant. Annot. in Epist. 2. In nocent. t Gregorii Epp. 32, 36.

 

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