viernes, 7 de junio de 2024

ALFABETO CRISTIANO - 43-45

ALFABETO CRISTIANO

JUAN DE VALDES

QUE ENSEÑA EL VERDADERO CAMINO DE ADQUIRIR

LA LUZ DEL ESPÍRITU SANTO.

43- 45

 JULIA. — Con esta confianza he entablado con vos esta plática, acerca de la cual quiero primeramente que me digáis de dónde creéis que nazca la confusión, duda y perplejidad que siento en mi ánimo hace ya tanto tiempo; y si pensáis que pudiera remediarse, y qué medio podría tenerse para esto. Y dicho esto, me diréis acerca de la contrariedad en mí nacida desde que asisto a estos sermones, y si sería posible, por alguna vía, apaciguarla, o por concierto o por contienda clara, porque en ninguna manera es posible poder durar mucho en esta tempestad de afectos y de apetitos, de imaginaciones y de diversidad de voluntades, y no quiero que perdáis tiempo en excusaros con las acostumbradas, por no decir fingidas, humildades que en tal caso muchas veces se suelen usar.

VALDÉS. — Antes, sin más pensar, luego daré principio. Todavía primero quisiera que vos me prometieseis una cosa.

JULIA. — ¿Qué cosa.

VALDÉS. — Que si yo os hago capaz de la verdad, de donde proceden vuestra confusión, inquietud y contrariedad, y os muestro el camino por el cual os podréis librar de la una y de la otra; me deis vuestra fe y palabra de que caminaréis por él.

JULIA. — Si estuviera yo tan segura de que vos hicierais eso que decís, como estoy segura de que en tal caso haré yo esto que me pedís, ya comenzaría a tranquilizarme.

VALDÉS. — Ahora bien, yo espero, no tanto en mi habilidad o suficiencia, cuanto en la afición y voluntad que tengo de serviros, y asimismo en lo vivo de vuestro ingenio y en lo claro de vuestro juicio, y sobre todo, en la gracia de Dios; que antes que yo de aquí me aparte, no sólo sabréis lo que deseáis, sino que entenderéis y conoceréis el camino por el cual os podréis librar de la antigua enfermedad y de la accidental. Estad atenta, Señora, para que sobre cada cosa de la que os hablare, podáis replicarme lo que se os ocurriere.

JULIA. — Así lo haré.

VALDÉS. — Para que entendáis, Señora, de dónde procede el trabajo y confusión que habéis dicho sentís hace ya muchos años, quiero que traigáis a vuestra memoria cómo es hecho el hombre a imagen y semejanza de Dios.

El hombre, imagen de Dios

JULIA. — Dadme a entender, qué cosa es esta imagen y semejanza de Dios.

VALDÉS. — Antes quiero que San Pablo os la declare, y así lo entenderéis, por aquello que dice a los Colosenses, cuando amonestándoles que uno con otro traten verdad, les aconseja que para eso se despojen del viejo hombre, con todas sus obras y afectos, y que se vistan del nuevo hombre, el cual se renueva mediante el conocimiento de Dios, conforme a la imagen y semejanza del que lo creó. Y también lo entenderéis por lo que dice el mismo San Pablo a los de Éfeso, trayéndoles a la memoria que con ser cristianos han aprendido a desnudarse del viejo hombre, y a renovarse espiritualmente y vestirse del nuevo hombre creado a imagen y semejanza de Dios. De donde parece que en tanto el hombre conserva y guarda en sí la imagen y semejanza de Dios, en cuanto ve, conoce y entiende, y gusta las cosas espirituales, viviendo y conversando espiritualmente. Sabido esto, y examinando qué cosas son las que ponéis delante de vuestro ánimo, entenderéis claramente cómo toda la inquietud y todo el afán, y toda la confusión que sentís procede de que vuestro ánimo quisiera que procuraseis restituirle la imagen de Dios, a la cual fué creado, y de la que parece que le habéis privado, obedeciendo a vuestros afectos; y vos, perseverando en borrar esta imagen, le ponéis delante cosas transitorias y terrenas, y en ninguna manera dignas de aquella excelencia para la cual fue creado.

 

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