miércoles, 5 de junio de 2024

LOS MANUSCRITOS DE MI PADRE:13-14

LOS MANUSCRITOS DE MI PADRE:

RAMÓN DE CAMPOAMOR

Publicado: 1842

Hé aquí ya un asesinato premeditado, que es el mayor de todos los crímenes. No solo no se contentó el agresor con privar de la existencia á la pobre Margarita, sino que hizo recaer su culpa sobre una cabeza inocente. El instinto de nuestra propia conservacion, es el mas poderoso de cuantos se desarrollan en el corazon humano.

La prenda mas cara para nosotros, es nuestra existencia misma, siempre que las preocupaciones ó las costumbres no estienden su tiránico influjo hasta el estremo de suplantar sentimientos convencionales y quiméricos, á los que directamente emanan de la naturaleza, como son honor y delicadeza, títeres imaginarios que no solo inquietan á los orates, sino que marean á los hombres de sano juicio. Cuando un criminal pospone el don mas precioso que ha

recibido de la mano de Dios á sus inicuos proyectos, esponiéndose abiertamente á un castigo ejemplar y cierto, casi no sentiria que se le aplicase toda la clemencia que buenamente pudiese resultar de la elasticidad de las leyes, porque la franca abnegacion de su vida, tiene un no sé qué de grande y de terrible, que llena de un pasmoso asombro á todos aquellos que desde lejos lo contemplan. Pero el bastardo que asesina á una muger en una habitacion oscura, y que dando lugar á que entre otro, le encierra con el cuerpo del delito para que recaiga sobre él el castigo de tan abominable crímen, es un mónstruo que poniendo en juego el cúmulo de villanos entimientos que caracterizan las almas corvas, embota la imaginacion del juez que debe sentenciar su causa, pues perdida en adivinar tormentos, en vano encuentra al paso los mas horribles martirios. Es tal sin embargo la inconstancia de las acciones en que interviene el corazon humano, que tal vez el lector compadecido derrame pronto una lágrima sobre la tumba del asesino de Margarita.

El primer amor

Despues de algunos años, aun reinaba la consternacion en el mismo sitio en que acaeció la catástrofe que hemos mencionado. El esposo de Margarita perdió el juicio al poco tiempo de haber perdido á su esposa, y la opulenta casa de los Señores de Mora estaba regida únicamente por un primojénito de diez y nueve años. Julio estudiaba derecho en la Universidad de Oviedo, cuando por la demencia de su padre tuvo que abandonar su carrera, para consagrarse esclusivamente á desempeñar el difícil cargo de cabeza de familia. Es verdad que el manejo interior de la casa lo habia encomendado á una persona mas apta para ello, y que el lector conocerá mas adelante. Una tarde en el jardin del palacio tenia Julio entablado con ella el diálogo siguiente: el doctorcillo no se esplicaba mal para amar por la vez primera.

—Si, Maria; hay una época en la vida tan fecunda en sensaciones, que cuando el corazon no halla una imágen real de quien prendarse, sueña con mil fantasmas de deleite cuyas sensuales formas se complace en profanar el estímulo de los sentidos. ¿Tú no has amado nunca?

—Demasiado, querido Julio.

—Cuéntamelo por tu vida.

—Pues apartate á este lado, no nos encuentre tu hermana.

En efecto, la peregrina Emilia vagaba por el jardin con aquella volubilidad que es peculiar de los primeros años. Estraña aun al lenguage de las flores, se complacía en escoger los matices que mas afectan el órgano de la vista, agena del encanto que las medias tintas derraman sobre las almas que han empezado á relajar los deliquios de las pasiones.

 

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