ALFABETO CRISTIANO
JUAN DE VALDES
QUE ENSEÑA EL VERDADERO CAMINO DE ADQUIRIR
LA LUZ DEL ESPÍRITU SANTO.
22-23 Después de la muerte de su esposo, aparecieron dos pretendientes a sus tierras; por un lado, Ascanio Colonna, y por el otro, Napoleón Orsini, abate de Torfa, en el reino de Nápoles. El papa Clemente VII substanció sus derechos de acuerdo con el testamento de su esposo, y Carlos V, como soberano, comisionó a Luis Gonzaga, hermano de Julia, en 1532, para que la pusiese nuevamente en posesión de ellas. Mientras trataba de reconquistar el castillo de Nicovara, Luis fué herido en un hombro
por un tiro de arcabuz; el castillo se rindió, pero él murió por efecto de la herida, en presencia de Isabel, a la edad de treinta y tres años, encomendando su joven viuda al cuidado de Julia y dejando un hijo llamado Vespasiano, de apenas un año de edad. Tan pronto como el niño pasó los primeros años de la infancia, habiéndose casado nuevamente Isabel, con Carlos de Lanoja, príncipe de Sulmona, fué puesto, de acuerdo con la última voluntad de su padre, bajo la tutela de su abuelo paterno, y a la muerte de éste en 1540 quedó al cuidado de su tía Julia, teniendo entonces unos ocho años.
En 1533 volvió Julia a Fondi, donde se estableció nuevamente. Su residencia en Fondi y la sociedad que ta frecuentaba se encuentran mencionadas en poemas y cartas de algunos de los mejores escritores de la época. Ellos dieron a conocer sus prendas, y su celebridad no estaba confinada a Italia. Esta celebridad, junto con la situación marítima de Fondi, la expuso a un peligro inesperado.
En la media luz crepuscular de una tarde de setiembre del año siguiente, se avistaron frente a la Bahía de Nápoles, navegando hacia el norte, las galeras de Hyradin Barbarroja, el corsario, que más tarde fué Bey de Túnez. Al cerrar la noche llegaron frente a Fondi e inmediatamente se produjo el desembarco. Poca resistencia podía oponer el pueblo a tan inesperado ataque, y los habitantes del castillo se habían retirado a descansar. El tumulto y el clamoreo del pueblo fueron la primera señal de alarma que llegó al castillo. Julia, despertada por sus domésticas cuando ya los piratas estaban atacando, "saltó del lecho", huyó por un pasaje hacia el puente levadizo que conducía a una galería en la roca, y trepando por una abertura salió a la falda del monte. Después, procurándose un caballo, montó y partió a galope tendido en dirección a Vallacorsa, donde descansó
Barbarroja, fracasado el objetivo principal de su empresa, por el cual esperaba haber obtenido
por lo menos un buen rescate, y viendo que cundía la alarma por la región y empezaban a reunirse fuerzas, saqueó el pueblo y volvió a embarcarse con el botín. Entre los nobles que se aprestaron a la defensa del lugar había uno que tenía un motivo más personal que los demás.
Hipólito de Medici. más guerrero que sacerdote, aunque ahora había abandonado las empresas seculares y era ya cardenal, oyendo del peligro que correría Julia, reunió apresuradamente un cuerpo de caballería en Roma y poniéndose al frente acudió en su auxilio. Pero ya había pasado el peligro; y mientras era atendido con toda gratitud en el castillo durante su breve estada, solicitó permiso a Julia para hacer pintar su retrato — favor que ella no estaba entonces en condición de rehusarle, si hubiera tenido alguna razón suficiente para hacerlo. A su regreso a Roma, pues, envió a Sebastián del Piombo. el mejor retratista de la época, a Fondi. Éste fué con tal propósito, asistido por un séquito de cuatro caballeros. Permaneció allí un mes, y volvió a Roma con el retrato: una pintura divina, dice Vassari, que agradó sobremanera al cardenal. Éste, en agosto del año siguiente pasó nuevamente a Fondi. desde Itri. Julia estaba ausente. Él permaneció todo el día en Fondi. y luego se volvió a Itri; pero habiéndole tomado un resfriado, cayó con fiebre, y murió allí.
No hay comentarios:
Publicar un comentario