ALFABETO CRISTIANO
JUAN DE VALDES
QUE ENSEÑA EL VERDADERO CAMINO DE ADQUIRIR
LA LUZ DEL ESPÍRITU SANTO121- 124En esta consideración, procuraréis disponer vuestro ánimo de tal manera que tenga una viva esperanza de gozar de Dios en la gloria, tan firme y cierta que de ella no tenga duda alguna. Y sabed de cierto que tanto tendréis de esperanza cuanto tuviereis de fe y tanto tendréis de fe,
cuanto tuviereis de caridad; y asimismo, tanto tendréis de caridad cuanto de fe y tanto de fe cuanto de esperanza; porque estas tres virtudes cristianas van siempre tan hermanadas, que la una no está nunca sin la otra; digo, cuando esa una se halla perfectamente y vive perfectamente en el alma. ¿Os contenta estos doce pasos que os he mostrado?
JULIA. — Podéis pensar sí me contentan: el caso fuera, que estuviese yo libre de estos fastidios y trabajos, en los cuales estoy, como bien sabéis, los que me tienen tan enajenada de mí, que si en otro tiempo me hubieseis visto, ahora no me conoceríais.
ValdéS. — Confiaos, Señora, en Cristo y proponeos llegar por ese camino a Él y creedme que Él os ayudará muy ampliamente a quitar todos estos vuestros fastidios y trabajos; antes con tan buena compañía, no hay cosa en esta vida que sea fastidiosa ni trabajosa si no es ver que las personas del mundo ofendan a Dios y contradigan y desprecien su ley y su doctrina.
JULIA. — Todo eso creo yo ampliamente, mas, ¿cómo se haría para que yo me recordase de todo lo que, sobre esto, habéis dicho ?
Epílogo de los pasos
VALDÉS. — Si no os recordareis de todo, bastará, a lo menos, que os recordéis de parte. Y quiero desengañaros en esto, que yo no os doy estas reglas para que estéis atada a ellas, porque mi intención es que no os sirváis de ellas sino como de un ALFABETO CRISTIANO, por medio del cual podáis llegar a la perfección cristiana, Y, de todas las cosas dichas, me contento que os recordéis: que el paso primero, es que conozcáis que el camino por el cual hasta ahora habéis caminado, no os podía conducir a Cristo. El segundo, que tengáis voluntad de caminar por éste, que sin falta os conducirá a Cristo. El tercero, que os determinéis a comenzar a caminar por. él. El cuarto, que dejéis las costumbres y conversaciones profanas, y que os pueden separar de Dios y que desechéis todas las cosas curiosas. El quinto, que cada día toméis un poco de tiempo para entrar en el conocimiento del mundo. El sexto, que mediante este conocimiento, trabajéis por despreciar y aborrecer el mundo. El séptimo, que toméis cada día un poco de tiempo para entrar
EPILOGO DE LOS PASOS 123
en el conocimiento de vos misma. El octavo, que mediante este conocimiento, trabajéis por librar vuestro corazón del amor propio de vos misma. El nono, que toméis otro poco de tiempo para entrar en el conocimiento de Dios, y que entréis por el conocimiento de Cristo. El décimo, que mediante este conocimiento, os enamoréis de Dios por medio de Cristo, enamorándoos, así mismo, de Cristo. El undécimo, que así por las historias del Testamento viejo, como por las del nuevo, confirméis en vuestra alma la fe, en cuanto hace a la creencia y en cuanto hace a la confianza. El duodécimo, que igualmente confirméis y fortifiquéis en vuestra alma la esperanza de la vida eterna.(Nota. Escribir todos los días hasta memorizar y practicar 12 pasos) Y porque quiero que caminéis por este camino, como señora y no como sierva, como libre y no como esclava, con amor y no con temor, advertid que no quiero que toméis supersticiosamente estos ratos de tiempo que yo digo, para estas consideraciones, dedicando para ellos, más una hora que otra, o una parte de vuestra casa más que otra, porque quiero que los toméis con libertad de ánimo, en la hora que más os agradare y en la parte de vuestra casa que más os acomodare, y cuando no os venga bien otro tiempo, me contentare con que toméis aquel cuando estáis despierta en la cama, o me contentaré con aquel cuando andáis paseando por casa, diciendo Padrenuestros sin entender ni considerar lo que decís, por tener la intención ocupada en las cosas del mundo y, a veces, en hacer castillos en el aire, que todos estos son tiempos perdidos. Y ya véis que todo cuanto hasta aquí os he dicho, lo podréis hacer sin que persona del mundo os sienta ni entienda. Y así también veis que todo esto es de calidad, que nadie os lo puede impedir ni disturbar, sino sólo vuestra malicia, vuestro olvido y el descuido de Dios.
JULIA. — Bien lo veo; es fuerte cosa, para una persona, haber de parar su atención en tantas cosas.
VaLDÉS. — Es fuerte al principio, por la repugnancia que se tiene por parte del viejo hombre, pero luego se hace fácil, según éste va muriendo. Tanto más, que no sé por qué habéis de tener por fuerte la consideración ordinaria de ocho cosas, de las cuales si bien las cuatro son desabridas, las otras cuatro son tan amorosas y tan sabrosas, que asaz bastan para hacer dulces y sabrosas todas las otras tanto más que estas consideraciones no os impiden más que los tiempos perdidos.
JULIA. — Dios me dé su gracia, porque yo voy viendo que es bien necesario.
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