ALFABETO CRISTIANO
JUAN DE VALDES
QUE ENSEÑA EL VERDADERO CAMINO DE ADQUIRIR
LA LUZ DEL ESPÍRITU SANTO
65-67
Camino real
VALDÉS. — Soy contento. Vos, Señora, deseáis veros libre de las cosas enojosas que os pasan por la imaginación, y habiendo conocido que éste es el camino verdadero para libraros de ellas, querríais que yo os mostrase un camino real y señoril, por el cual pudieseis llegar a Dios sin apartaros del mundo; llegar a la humildad interior sin mostrar la exterior; poseer la virtud de la paciencia sin que os aconteciese cosa donde ejercitarla; despreciar el mundo, mas de tal manera que el mundo no os despreciase a vos; vestir a vuestra alma virtudes cristianas sin desnudaros el cuerpo de las usuales vestiduras; mantener vuestra alma con manjares espirituales sin privar a vuestro cuerpo de las viandas acostumbradas; parecer bien a los ojos de Dios sin parecer mal a los ojos del mundo; y, en fin, por este camino, vos quisierais poder hacer vuestra vida cristiana, pero de modo que ninguna persona del mundo, por mucha familiaridad y conversación que con vos tuviese, pudiese conocer en vuestra vida más de lo que a! presente conoce. ¿He acertado?
JULIA. — Casi, casi; o, a lo menos, si no habéis acertado, podéis decir que habéis casi tocado en el hito.
VALDÉS. — Esto me basta para poderos decir que. según yo veo, quisierais más bien libraros de la contradicción que sentís, por avenencia que por sentencia.
JULIA. — ¿Pues no me decís vos siempre que más vale mala avenencia que buena sentencia?
VALDÉS. — Sí digo, mas no en este caso, en el que la avenencia es muy peligrosa y terriblemente dañosa.
¿No sabéis que dice Cristo que no podemos servir a Dios y al mundo; sino que, o hemos de amar al mundo y despreciar a Dios; o hemos de amar a Dios y despreciar al mundo? ¿Y no habéis oído lo que dice Job, que la vida del hombre, aquí en el mundo, no es otra cosa que una continua guerra? Mas entended que la guerra es entre la carne y el espíritu cuando la carne nos tira hacia el mundo y el espíritu nos tira hacia Dios. ¡Y tristes de aquellos que no sienten esta guerra!
JULIA. — Ahora, pues, yo entiendo y conozco bien
lo uno y lo otro, y quiero que sin más encarecérmelo resueltamente me digáis si os basta el ánimo a ponerme en un camino que tire, un tanto, al que vos habéis señalado, aunque no sea tan licencioso; porque no estoy tan sujeta a mis apetitos como vos debéis imaginar, según lo habéis mostrado por vuestras palabras.
VALDÉS. — Si yo, Señora, conociese en vuestro modo de vivir y conversar exterior alguna cosa deshonesta y fea y que tuviese alguna reliquia o alguna muestra o apariencia del mal, libremente os diría que no me bastaba el ánimo, para satisfaceros en esto que deseáis; porque en tal caso, siendo necesario que dejaseis todo lo que fuese malo, era preciso que se viese en vos otra cosa de lo que ahora se ve y conoce. Pero conociendo yo, en vuestro modo de vivir y conversar, tanta honestidad y tanta compostura de costumbres cuanto en una tal Señora se puede desear, y viendo que toda la reformación que es necesaria para conquistar y alcanzar el fin que deseáis, consiste en los afectos y en los apetitos del ánimo, los cuales corregidos y reformados, sería cosa fácil reformar lo exterior en lo que pareciese tener necesidad de reformación; oso deciros que me basta el ánimo a poneros en el camino que deseáis, de tal manera que si os disponéis vos para ello, con la gracia de Dios, sin que persona del mundo pueda conocéroslo, antes que pasen muchos días comenzaréis a sentir la paz de conciencia y !os otros frutos que sienten las personas espirituales.
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