JUAN DE VALDES
QUE ENSEÑA EL VERDADERO CAMINO DE ADQUIRIR
LA LUZ DEL ESPÍRITU SANTO.
47-49Y hallando así vuestro ánimo el verdadero pasto, y viéndose vestido de aquel nuevo hombre, a cuya imagen y semejanza fué creado, vivirá siempre alegre y contento, y aquí en esta vida comenzará a gustar de aquella felicidad que esperará gozar perpetuamente en la vida eterna; siendo así que la felicidad del hombre consiste en conocer, con la lumbre de la fe. a Dios por Cristo, y en la unión del alma con Dios, mediante la fe, esperanza y caridad. A cuya felicidad llega solamente el verdadero cristiano.
JULIA. — Bien creería eso que decís, porque realmente me parece fundado en razón; mas conociendo yo muchas personas que tienen tanto, y aun quizá más de lo que yo tengo, borrada la imagen de Dios, las cuales, no presentando a sus ánimos cosas más espirituales que yo presento al mío, viven a gusto y hallan contento y satisfacción en las cosas de este mundo, no sé qué cosa creerme.
VALDÉS. — Esas tales personas tendrán ánimos bajos y plebeyos, y por eso recibirán paz con cosas bajas y plebeyas. Pero un ánimo generoso como el vuestro, no puede aquietarse ni sosegarse sino con aquella dignidad para la que fué creado. Por tanto, vuelvo a decir que si estáis disgustada, y si vivís en confusión, es porque no volvéis vuestro ánimo a las cosas espirituales y divinas; y porque lo tenéis siempre ocupado en la contemplación de estas cosas bajas y transitorias. Esto lo entenderéis mejor por esta comparación. Dos personas parten de aquí para ir a España; de ellas, una es tan descuidada y está tan olvidada de sí propia, que si le acontece en el viaje alguna cosa agradable y deleitable, no solamente la toma
y disfruta de ella, sino que olvidando su viaje principal, con el cuerpo y con el ánimo se alegra y se entretiene con ella. Y, por el contrario, la otra es tan solícita y diligente, que con todos los pasatiempos y divertimientos que se le ofrecen, porque sabe y está cierta de que allí no ha de quedarse, no los gusta ni se deleita con ellos, antes muchas veces le son enojosos y fastidiosos, considerando que le son impedimento y embarazo para su camino principal. Y esta tal persona entonces tendrá menos satisfacción de estas cosas cuando tuviere más estampado en la memoria su viaje principal; y aun cuando, a veces, se olvide de sí propia, y se olvide de su viaje, todavía le queda un no sé qué impreso en la memoria que le hace no hallar gusto en cosa alguna de aquellas que en el viaje se le presentan. De esta misma manera, nos hallamos nosotros en esta vida, pues nacimos todos y fuimos creados para conocer a Dios, y creer en Dios, y amar a Dios, y después, en la otra vida, gozar de Dios.
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