CARTAS DE SAN JERÓNIMO
AD MARCELLAM DE VITA ASELLAE l. Nemo reprehendat quod in epistulis aliquos aut Jaudamus aur carpimus, cum et in arguendis malis sit correptio ceterorum et in optimis praedicandis bonorum ad uirtutem studia concitentur. Nudius tertius de beatae mernoriae Lea aliqua dixeramus; ilico pupugit animum et mihi uenit in mentem non debere nos tacere de uirgine, qui de secundo ordine castitatis Jocuti sumus. Igitur Asellae nostrae uita breuiter explicanda est, cui quaeso ne hanc epistulam legas-grauatur quippe Jaudibus suis-, sed his potius quae adulescentulae sunt legere dignare, ut ad exemplum eius se instituentes conuersationem illius perfectae uitae normam arbitrentur.
A MARCELA, SOBRE LA VIDA DE ASELA
Paladio, autor de la Historia Lausiaca, dedica un capítulo de ella (el 41) a la evocación, harto rápida, por cierto, «de aquellas mujeres varoniles, a las que Dios concedió la gracia de pasar por los mismos combates que los hombres». Y entre las primeras nombra a Paula ( «a quien un tal Jerónimo, de Dalmacia, fue el mayor obstáculo para que no sobrepasara a todas, dadas sus dotes de primer orden») y a Eustoquia, que confiesa no conocer personalmente. ·quem ante paucos dies dignitatum omnium culmina praecedebant, -qui quasi de subiectis hostibus triumpharet Capitolinas ascendit arces, quem plausu quodam et tripudio populus Romanus excepit, ad cuius interitum urbs uniuersa commota est. Nunc desolatus est, nudus, non in lacteo -caeli palatio, ut uxor conmentitur infelix, sed in sordentibus tenebris continetur. Haec uero, quam unius cubiculi secreta uallabant, quae pauper uidebatur et tenuis, cuius uita putabatur amentia, Christum sequitur et dicit: quaecumque audiuimus et uidim us in ciuitate Dei nos tri, et re- 1iqua. 4. Quapropter moneo et flens gemensque contestor ut, dum huius mundi uiam currimus, non duabus tunicis, id est duplici uestiamur fide, non calciamentorum pellibus, mortuis uidelicet operibus, praegrauemur, non diuitiarum nos pera ad terram premat, non uirgae, id est potentiae ·saecularis, · quaeratur auxilium, non pariter et Christum habere uelimus et saeculum, sed pro breuibus et caducis aeterna succedant, et cum cotidie -secundum corpus loquor-praemoriamur, in ceteris non nos perpetuos aestimemus, ut possimus esse perpetui.
24. A MARCELA
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Paula, Eustoquia y Jerónimo (con tan poca benevolencia mentado) estaban entonces en Belén. Pero Paladio prosigue: «También vi en Roma a la bella Asela, virgen, de edad ya avanzada, en su monasterio, mujer de extraordinaria mansedumbre y muy adherida a su convento» (Hist. Laus. 41,4).
Paladio hubo, de visitar Roma el 405, y «teniendo en cuenta que se había consagrado a Dios a los doce años, debía de hallarse entonces la santa virgen en los setenta y tres de su edad» (Vizrnanos), lo que justificaría bien el yey11po:Kvío:v de Paladio. Hay quien la da por hermana de Marcela; hay quien duda de este parentesco. Como quiera que sea, a San Jerónimo le quedó buen sabor de pluma después del necrologio de Lea, y dos días después compone en vida el elogio de la virgen: Asela, admiración que era. de Roma. Dirigida a Marcela, esta carta tiene, evidentemente, por fin, como el epitafio de Lea, inflamar a su auditorio del Aventino en el amor de la virginidad, es decir, de la vida consagrada totalmente a Dios. Son: aún días de calma romana. Cuando estalle la tormenta, a Asela le dirigirá la última carta romana, bien amarga, por cierto, dentro ya de la nave rumbo a Oriente (Epist. 45). Fecha: Otoño de 384, dos días después de la epístola 23.
l. Nadie ha de censurarnos de que en nuestras cartas alabamos a unos y reprendemos a otros, pues la reprensión de los. malos es corrección de los demás, y al alabar a los mejores despertamos el fervor de los buenos para la práctica de la virtud. Anteayer dijimos algo sobre Lea, de bienaventurada memoria, y al punto sentí como un remordimiento y me vino la idea de que no debía yo callar acerca de la virgen, ya que había hablado del segundo grado de la castidad. Así, pues, no tengo otro remedio que contar brevemente la vida de nuestra querida Asela; sólo te ruego no le leas esta carta a ella misma, pues se molesta de sus. propias alabanzas. A quien puedes leerla es a las que son aún mocitas, a fin de que se formen conforme a sus ejemplos y tengan la vida de ella por dechado de vida perfecta.
2. Paso por alto haber sido bendecida en el seno de su madre antes de nacer; que su padre la vio virgen, entre sueños, en una copa de nítido cristal, más puro que el de cualquier espejo; que envuelta aún en las ropas de la infancia, cuando apenas pasaba de los diez años de su edad, fue consagrada con el honor de la beatitud venidera. Atribúyase a la gracia todo lo que precedió al esfuerzo, si bien Dios, conocedor de lo por venir, santificó .a Jeremías en el seno de su madre e hizo que Juan saltara en el de la suya y apartó a Pablo, antes de la constitución del mundo, para el evangelio de su Hijo. Yo voy a tratar de lo que, cumplidos sus doce años, escogió ella por su propio sudor, lo arrebató, lo asió firme, lo comenzó y lo llevó hasta el cabo. 3. Encerrada en las estrecheces de una celdilla, gozaba de la anchura del paraíso. El mismo suelo le servía de lugar de oración y de descanso. Ha tenido el ayuno por un juego y el hambre por refección. Y como no la movía a comer la gana, sino el humano agotamiento, se contentaba con pan y sal y agua fresca, lo que era antes despertar el hambre que no matarla. Pero por poco me olvido de contar lo que hube de decir al principio. Al comienzo que abrazó esta profesión vendió a hurtadillas de sus padres su collar de oro, lo que vulgarmente se llama murenilla, que es una cadena de finas estrías de metal que se va retorciendo. De esta manera, con el precio de esta piadosa trampa se vistió de una túnica oscura, que jamás había podido lograr de su madre, y se consagró repentinamente a Dios. Con ello había de entender toda su parentela que nada habría de lograrse a la fuerza de la que ya en sus vestidos había condenado al mundo.
2. Praetermitto quod in matris utero benedicitur ei antequam nascatur, quod in fiala nitentis uitri et omni speculo purioris patri uirgo traditur per quietem, quod adhuc infantiae inuoluta pannis, uix annum .decimum aetatis excedens, honore futurae beatitudinis consecratur; sit gratiae omne quod ante laborem fuit, licet Deus praescius futurorum et Hieremiam sanctificet in utero et Iohannem in aluo matris faciat exultare, et Paulum ante constitutionem mundi separet in euangelium filii sui; ad ea uenio quae post duodecimum annum sudore proprio elegit, arripuit, tenuit, coepit, inpleuit. 3- Vnius cellulae clausa angustiis -Jatitudine paradisi fruebatur. Idem terrae solum et orationis locus extitit et quietis. Ieiunium pro Judo habuit, inediam refectionem; et cum eam non uescendi desideriurn sed humana confectio ad cibum traheret, pane et sale et aqua frígida concitabat rnagis esuriem quam restinguebat. Et quia paene oblitus sum quod in principio debui dicere, cum primum hoc propositum arripuit, aurum colli sui, quam murenulam uulgus uocat, quod scilicet metallo in uirgulas lentescente quaedam ordinis flexuosi catena contexitur, absque parentibus uendidit, et tunicam fusciorem, quam a matre inpetrare non poterat, pio induta negotiationis auspicio se repente Domino consecrauit, ut intellegeret uniuersa cognatio non posse ei aliud extorqueri quae iam saeculum damnasset in uestibus.
4. Pues, como había comenzado a decir, siempre se portó con tal modestia y se mantuvo tan oculta en lo secreto de su aposento, que jamás se presentó en público ni supo lo que era hablar a un hombre y, lo que es más de admirar, amaba más que veía a una hermana virgen. Trabajaba con sus manos, sabiendo que está escrito: El que no trabaja, que tampoco coma (2 Thess 3,10). Hablaba con su Esposo orando o cantándole salmos, visitaba a toda prisa las memorias de los mártires sin ser apenas vista, y, no obstante la alegría que le daba su profesión, en lo que sobre todo se gozaba era en que nadie la conociera. Todo el año se alimentaba de continuo ayuno, permaneciendo así dos y hasta tres días seguidos; pero en la cuaresma desplegaba las velas de su navío y, sin perder la alegría del semblante, enlazaba casi todas las semanas. Y con este régimen-cosa que acaso parezca a los hombres imposible, pero que puede Dios hacer perfectamente-ha llegado a la edad de cincuenta años sin saber lo que es un dolor de estómago ni resentirse del descuido de sus entrañas. La seca tierra no quebrantó jamás sus miembros tendidos sobre ella, ni su cutis, rugoso por el saco, contrajo nunca mal olor o suciedad alguna. Sana siempre de cuerpo y más de alma, tuvo la soledad por sus delicias y, en ]a urbe turbulenta, supo hallar el yermo de los monjes. 5. Realmente, todo esto lo sabes tú misma mejor que yo, y de ti he aprendido yo lo poco que sé. Tú has visto por tus propios ojos cómo, por la frecuencia de la oración, se le han encallecido, a manera de camellos, las rodillas de su santo corpezuelo. Nosotros contamos lo que podemos ver. Nada más alegre que su severidad; nada más severo que su alegría. Nada más triste que 4. Sed, ut dicere coeperamus, ita se sernper rnoderate habuit et intra cubiculi sui secreta custodiit, ut nurnquarn pedern proferret in publicurn, numquarn uiri nosset adloquiurn et, quod rnagis sit adrnirandum, sororem uirginern arnaret poti us quarn uideret. Operabatur rnanibus suis sciens scripturn esse: qui 12012 op eratur, nec manducet, Sponso aut orans loquebatur aut psallens, ad martyrum lirnina paene inuisa properabat, et cum gauderet proposito suo, in eo uehementius exultabat quod se nullus agnosceret. Curnque per ornnem annurn iugi ieiunio pasceretur biduo triduoque sic permanens, tum uero in quadragesirna nauigii sui uela tendebat ornnes paene ebdomadas uultu laetante coniungens. Et, quod inpossibile forsitan horninibus ad credendum, Deo praestante possibile est, ita ad quinquagenariarn peruenit aetatem ut non doleret stomachus, non uiscerum cruciaretur incuria, non sicca humus iacentia mernbra confringeret, non sacco asperata cutis fetorern aliquem situmque contraheret, sed sana corpore animo sanior, solitudinern putaret esse delicias, et in urbe turbida inueniret heremum rnonachorurn. 5. Et haec quidem tu rnelius nosti, a qua pauca didicirnus, et cuius oculis durities de genibus camelorurn in illo sancto corpusculo· per orandi frequentiam obcalluisse perspecta est. Nos quod scire possumus explicamus; nihil illius seueritate iocundius, nihil iucunditate seuerius, nihil risu tristius, nihil tristitía suauius. Ita pallor in facie est, ut curn continentiam
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