ALFABETO CRISTIANO
JUAN DE VALDES
QUE ENSEÑA EL VERDADERO CAMINO DE ADQUIRIR
LA LUZ DEL ESPÍRITU SANTO.
NOTA SOBRE LA PRESENTE EDICIONPara la presente edición nos hemos valido de la versión castellana del Alfabeto Christiano hecha en 1861 por don Luis Usoz y Río e impresa en Londres, el mismo año, en edición poliglota | inglés, castellano e italiano) , por él y por el señor Benjamín B. Wiffen.
El que tradujo el manuscrito original del castellano al italiano, don Marco Antonio Magno, cuidó "de usar casi las mismas palabras que usa el autor".
El que lo volvió a traducir al castellano se resolvió "a trasladarle del italiano, usando casi las mismas palabras que el traductor empleó".
El resultado es que un crítico tan perspicaz como Bataillon opina que "la retroversión de Usoz, aparte de inevitables diferencias de vocabulario, debe de diferir muy poco del original mismo". Para la mayor facilidad de lectura se ha modernizado la ortografía de la edición de Usoz y Wiffen.
A la Ilustrísima Señora,
La Señora Doña Julia Gonzaga,
Marco Antonio Magno.
Habiendo leído el Diálogo en lengua castellana, que tiene por título Alfabeto Cristiano, compuesto por una persona que no ha querido nombradía, y hala adquirido de hecho, moviendo al lector a la piedad cristiana más que otra cosa que yo jamás leyese, me ha parecido, para más encenderme a seguir el verdadero camino de Cristo, que él nos enseña, trasladarlo a nuestra lengua italiana, cuanto más claramente he sabido, no cuidando (con tal
que sea entendido) de otras observancias de hablar toscano, mas solamente de usar casi las mismas palabras que usa el autor. Y así, mando a V. S. Ilustrísima la efigie de sí propia, para que vea si yo he sabido hacerla razonar en su lengua tan bien, como el compositor de la obra la supo inducir con razonamientos tan divinos, al amor del Espíritu Santo.
A la Ilustrísima Señora,
La Señora Doña Julia Gonzaga
ALFABETO CRISTIANO
Escrito por Juan de Valdés
Forzado por el mandato de V. S. Ilustrísima, fuera de toda opinión mía, he escrito en diálogo todo aquel razonamiento cristiano en el cual el otro día, volviendo del sermón, tanto nos embebimos que fué necesario que la noche le concluyese. Y, si bien me acuerdo, no falta cosa ninguna de cuantas allí se razonó, ni hay cosa que aquí no haya sido examinada. Léalo V. S. cuando tuviere tiempo, y si alguna cosa faltare, y si otra hallare de sobra, y si nuevamente se la ofreciere que replicar en torno a los que se ha dicho, adviértamelo, porque añadiendo lo uno y quitando lo otro, al fin el diálogo quedará bastante conforme a su voluntad. Pues que mi intención ha sido solamente la de ayudar y satisfacer a V. S. Y esto podrá servir de respuesta, tanto a las personas que viendo este diálogo le tuvieren por muy estricto y riguroso, como a
las que les pareciere que sea algún tanto libre y licencioso, no considerando que yo no le razoné con ellos, ni le escribí para ellos, sino solamente con V. S. y para V. S., y juntamente para todas aquellas personas que en su nombre y como de cosa suya se quisieren valer y servir de él. De V. S. quiero solamente dos cosas en remuneración del trabajo que he tomado estos días en escribir esto.
La una es, que no dé más fe ni más crédito a esto que aquí leyere de cuanto le pareciere y juzgare, que está fundado en la sagrada Escritura y va dirigido y enderezado a la perfecta caridad cristiana, que es la señal por la cual Cristo quiere que sus cristianos, entre todas las personas del mundo, sean conocidos y diferenciados. La otra es, que se sirva de este diálogo como se sirven de la gramática los niños que aprenden la lengua latina, de manera que lo tome como un ALFABETO CRISTIANO, en el cual se aprenden los principios de la perfección cristiana, haciendo estima de que, aprendidos éstos, ha de dejar el alfabeto y aplicar su ánimo a cosas mayores, más excelentes, y más divinas.
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