ALFABETO CRISTIANO
JUAN DE VALDES
QUE ENSEÑA EL VERDADERO CAMINO DE ADQUIRIR
LA LUZ DEL ESPÍRITU SANTO.
88- 90
¿Queréis ver clara y manifiestamente cómo no os confiáis enteramente en Dios? Decidme: ¿Con cuál cosa estaríais más sin cuidado y más descansada, y en cuál cosa os confiaríais más para poderos verificar de que por este año, tenéis bien con qué vivir; con una buena cantidad de dineros que tuvieseis en un banco, o en lo que Cristo promete a aquellos que buscaren el reino de Dios, cuando
El dice: "No tengáis cuidado, por lo que habéis de comer ni por lo que habéis de vestir, pues que Dios tiene cuidado de vosotros; buscad antes el reino de Dios, y el misino Dios os proveerá de todas estas cosas"!'
JULIA. — No hay duda, sino que tendré más confianza en los dineros del banco; mas si yo me conociese tan perfecta que mereciese que Dios tuviese cuidado de mí, por ventura me confiaría más en la palabra de Cristo.
VaLDÉS. — Antes es al contrario, que cuanto más perfecta fueseis, tanto menos méritos hallaríais en vos. Y así es, que aquel que está más cerca de la gracia de Dios está más lejos de pensar que la merece. Y por esto decía San Pablo, que por la gracia de Dios era lo que era, no atribuyendo nada a sus méritos. De modo, señora, que si confiáis poco en las palabras de Cristo, no es por lo que decís sino porque no les dais crédito: y esta es la mayor injuria que se puede hacer a Dios.
JULIA. — Mucho me apretáis; pronto me haréis creer que no tengo fe.
VALDÉS. — No quiero que creáis que no la tenéis, quiero que penséis que la tenéis muerta, y quiero que roguéis muy ahincadamente a Dios, que os la vivifique y os haga fuerte en ella, pues que, según San Pablo, sin fe ninguno puede agradar a Dios: y si queréis mirar en
ello, hallaréis que con ninguna cosa os puede un amigo vuestro ofender tanto, cuanto con no dar crédito a vuestras palabras, y placer que con dar entera fe a todo cuanto le dijereis.
JULIA. — En cuanto a esto vos decís la verdad, que extremadamente me duele cuando no soy creída, y mucho me agrada cuando me dan crédito.
VALDÉS. — Puesto que conocéis esto de vos, debéis pensar siquiera lo mismo de Dios y pensándolo, trabajaréis por aprisionar y subyugar vuestro entendimiento a la obediencia de la fe, y así aprenderéis a confiaros en Dios, y a dar entera fe a sus palabras, tanto cuando amenaza como cuando promete. Y por no detenerme mucho en esto, digo que si enteramente pusiésemos toda nuestra confianza en Cristo, dando fe a sus promesas, no dependeríamos ni estaríamos tan ligados a las criaturas, en las cuales confiamos más que en Cristo, porque somos carnales y no juzgamos de las cosas, sino tanto cuanto el sentido extrínseco nos las representa, y así no tenemos cuenta con las intrínsecas. Bien podría decir cosas maravillosas si yo quisiese comenzar a loaros la fe; más básteos saber esto: que tanto seréis cristiana cuanto os supiereis confiar en Cristo, siendo así, que ser una persona cristiana es ser justa, y no puede ninguna ser justa, sino por la fe, porque el justo vive por la fe.
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