lunes, 17 de junio de 2024

JULIA GONZAGA - 109-11O

ALFABETO CRISTIANO

JUAN DE VALDES

QUE ENSEÑA EL VERDADERO CAMINO DE ADQUIRIR

LA LUZ DEL ESPÍRITU SANTO

109-111

Por qué Cristo encarnó

VALDÉS. — Podéis, Señora, considerar que Cristo vino al mundo a satisfacer por el pecado original, porque habiendo sido la culpa infinita, respecto a Dios, que fué ofendido, convenía que la satisfacción fuese infinita, y ésta no la podría efectuar sino el mismo Dios que es infinito. Y por eso, el Hijo de Dios, hecho hombre, satisfizo por el pecado del primer hombre, y juntamente por todos los pecados de todas las personas que fueron, eran, son y serán; y a los que dejaren de gozar de esta satisfacción, les faltará por su culpa. Cristo vino a habilitar a los hombres para que puedan ser hijos de Dios; vino a mostrarnos el camino del cielo; vino a quebrantar las fuerzas del demonio; vino a darnos y comunicarnos su espíritu, con el cual pudiésemos hacer la voluntad de Dios, —porque, con la Ley, solamente nos había Dios declarado su voluntad, mas la Ley no nos daba fuerzas con las cuales pudiésemos cumplirla; vino a mostrarnos el amor que su eterno Padre tiene al género humano, cuyo amor perfectísimamente se ve y conoce en Cristo; y, en fin, vino a abrirnos las puertas del Paraíso y a habilitarnos para que pudiésemos entrar en él. Ahora, considerando estas causas por las cuales vino Cristo, pensad vos, si podremos adquirir por otros, que por el Hijo de Dios hecho hombre, tantos y tan singulares

beneficios. Además de esto, cuando queráis considerar por qué padeció, os lo enseñará el mismo Cristo,

diciendo: cum exaltatus fuero a térra, omnia traham ad me ipsum; esto es, "cuando yo seré levantado de la tierra, traeré toda cosa a mí mismo". Como si dijese: Para desarraigar las personas del amor de las cosas de este mundo y enamorarlas de las cosas de la vida eterna, es menester que Yo sea puesto en una cruz; y diciendo, en otro lugar, que convenía que Él fuese puesto en la cruz, para que todos los que en Él creyesen se salvasen. Y sabed de cierto que no hay lugar ninguno donde mejor podáis conocer a Dios que en Cristo crucificado. Y os sé decir más, que si la contemplación de Cristo crucificado no os desenamora de las cosas del mundo y os enamora de las cosas de Dios, siempre estaréis miserablemente ligada a las criaturas, tanto, que una de las cosas porque yo pienso que San Pablo llama a Cristo medianero entre Dios y los hombres, es porque no podemos conocer, creer ni amar a Dios, sino mediante la contemplación de Cristo crucificado, el cual, padeciendo, hizo dulce el padecer, y sufriendo hizo fácil el sufrir, y siendo injuriado hizo dulces las injurias, y muriendo hizo sabroso el morir. ¿No os parece que fueron estas causas muy bastantes para que Cristo padeciese? ¿No os parece que en ellas nos ha mostrado Cristo tanto amor cuanto basta para que nosotros nos desamoremos de nosotros mismos y nos enamoremos de Dios? Mas considerando más adelante, hallaréis que Cristo resucitó para que nosotros resucitásemos con Él, así en espíritu en esta vida como en carne en la vida eterna. Y la resurrección espiritual acontece cuando por medio de la mortificación del viejo hombre viene a ser vivificado el nuevo hombre. Y esto es pasar de la muerte a la vida ; y así como Cristo, por la muerte, vino a la resurrección, así nosotros, por la mortificación, venimos a la vivificación. Y esto es lo que Cristo dijo a Nicodemo: que el que no fuere regenerado por agua y por Espíritu Santo, no puede entrar en el Reino de Dios.

 

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