ALFABETO CRISTIANO
JUAN DE VALDES
QUE ENSEÑA EL VERDADERO CAMINO DE ADQUIRIR
LA LUZ DEL ESPÍRITU SANTO
126-129
Y que se ofenda Dios con que tengamos enteras nuestras voluntades, parece bien por lo que dice por Isaías, hablando del ayuno, donde una de las cosas que reprende, por las cuales dice que nuestro ayuno no es bueno, es porque en el día que ayunamos tenemos enteras nuestras voluntades. (Nota: se refiere. ayunar para pedir deseos propios y vanos) Y esto es, porque mientras que nuestras voluntades están enteras, el viejo hombre está vivo; y estando el viejo hombre vivo, la carne, con sus apetitos y afectos, vive y reina en nosotros. Y asimismo el amor propio, con el cual somos hechos ídolos de soberbia y de arrogancia. De manera, Señora, que de todos modos conviene que os ejercitéis en esta negación de vuestra propia voluntad.
JULIA. — Fuerte paso me parece éste.
VALDÉS. — Fuerte sería para un ánimo bajo, plebeyo como es el que Dios os ha dado, no es, cierto, nada fuerte; y servil; mas para un ánimo alto, generoso y valeroso, antes, si bien lo consideráis, es más fuerte cosa tener tan libre y suelta vuestra voluntad que ella os lleve, como con la trailla, a todo cuanto la viene en gana, porque
NUESTRA VOLUNTAD 127
esta es cruel e insoportable servidumbre. ¿No os parece que yo tenga razón ?
JULIA. — Si así pudiese yo hacer lo que me decís, como conozco que en todo esto tenéis gran razón os prometo que no habría persona en el mundo que me pusiese el pie delante en este camino cristiano, pero . . .
VALDÉS. — No digáis eso, Señora, por vida vuestra; mas cobrad ánimo, cobradlo y no desmayéis, y pensad que el peso de todo esto no le habéis de llevar vos sino Cristo por vos; porque el amor os hará la cosa fácil y ligera.
JULIA. — Ahora bien, pues que se ha de hacer, no gastemos palabras. Decidme cómo he de hacer para negar mi voluntad.
Nuestra voluntad
VALDÉS. — Cuanto a lo primero, conviene. Señora, que tengáis esto por averiguado, que vuestro enemigo doméstico es vuestra voluntad, la cual siempre os convida a cosas que os aparten de Dios. Y porque muchas veces cubre tales cosas con capa de virtud y santidad, determinaos,
Señora, de hoy en adelante, a no hacer, decir ni pensar cosa alguna, de cuantas vuestra voluntad os ofrece, sin examinarlas antes muy bien, representándolas al entendimiento para que él lo compruebe todo con la regla de la ley de Dios. ( Nota: lo que voy a hacerel día de hoy ¿está de acuerdo con la Sagrada Biblia? ¿ Como actuaría Cristo en mi lugar?¿Lo que voy a hacer, dañará a mi prójimo?...etc. ) Y porque todas las cosas o son buenas en sí, o son malas en sí, o son indiferentes, estad Señora, sobre aviso; y cuando la voluntad os convidare a hacer, decir o pensar alguna cosa, examinadla antes, como digo, con la regla de la ley de Dios, y si hallareis que esa tal cosa es mala en sí, apartadla de vuestra fantasía y mandad a vuestra voluntad que no os la traiga delante,-ª( Nota: Por ejemplo, mi voluntad fantasiosa me impele a pensar: “me atrae aquella persona, quisiera tener un romance con dicha persona”; ; “ Veo delante de mí una joya, no hay nadie a la vista, me la llevare”…etc” (ª- a ejemplo de Cristo que, diciéndole –ª (Nota: la mayoría de veces las sugerencias del diablo son por medío de un pensamiento” Si yo hiciera esto, Haz esto o aquello”)ª- el Demonio que le adorase, le respondió con la ley de Dios: "Dominum Dsum tuum adorabis", esto es: "Adorarás al Señor Dios tuyo." Como si dijese: no te quiero adorar porque la ley de Dios manda que no adore sino a Él. Y si hallareis que es buena en sí, ponedla luego por obra sin perder la ocasión. Y si lo que se os ofrece hallareis que es indiferente, pensad un poco en ello y hallando que de aquella cosa os puede venir más mal que bien, dejadla estar; y hallando que os puede venir más bien que mal, tomadlo; pero mirad bien que no os engañéis. Porque muchas veces el Demonio se transforma en Angel de luz, y muchas veces nos mueve la carne, y pensamos que es el espíritu. Y si la tal cosa fuere de calidad que en ella no puede haber ni mal ni bien, más que una satisfacción de vuestra voluntad, el dejarla o tomarla importa poco: bien es verdad que será mejor dejarla porque cuanto más contrariáis vuestra voluntad, tanto más la mortificáis. Pero mirad, Señora, que digo que yo quiero que hagáis este examen continuamente y que no os mováis jamás a hacer, decir ni pensar una cosa sin hacer antes estas consideraciones que os he dicho.
JULIA. — Ya me esforzaré a ello, lo mejor que pudiere. Mas querría para entender mejor esto, que me lo declaraseis más, poniéndolo en práctica.
VALDÉS. — La declaración verdadera será que comencéis a ocuparos en este ejercicio; y con él aprenderéis más en una semana que, sin él, aprenderíais en diez años.
JULIA. — Todavía ayudará mucho que me digáis algunas particularidades.
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