JUAN DE VALDES
QUE ENSEÑA EL VERDADERO CAMINO DE ADQUIRIR
LA LUZ DEL ESPÍRITU SANTO
115-117
Finalmente, cuando sintiereis y gustareis lo que de la dulzura y amor de Cristo aquí, en esta vida, se siente y se gusta, teniendo ese tal gusto y sentimiento, por señal de lo que habéis de gustar y sentir en la otra vida, adonde, cierto, esperaréis ir a gozar perpetuamente con Cristo; no dudaréis de confesar la vida eterna y entonces, cuando tengáis dentro de vos una tal experiencia, vuestr» fe será viva y verdadera, porque tendréis dentro de vos la experiencia de ella.
Ahora, mirad bien y considerad, Señora, el fruto que sacaréis de conocer a Dios por Cristo; y considerando que tanto seréis cristiana, cuanto tuviereis vivo en vuestra alma este conocimiento de Dios, por Cristo, estoy cierto que de buena gana os olvidaréis algún tanto de vos misma, entrando en este divino conocimiento en el cual debéis entrar muchas veces al día, si queréis caminar por este camino cristiano. Antes quiero, Señora, que lo hagáis así, porque quiero que ya comencéis a caminar y que no se os deslice el tiempo en deseos pues, entretanto, yo no sabría deciros más de lo dicho en torno a este
conocimiento de Cristo. Espero bien en la bondad de Dios, que conforme comenzaréis a entrar en él, hallaréis tantas cosas de las cuales yo aquí no he sabido hacer mención, que cuanto ahora me tenéis por largo en hablar, tanto entonces me tendréis por corto en decir.
JULIA. — Antes; me alegraba tanto de oíros que el mayor desplacer que me habéis hecho, ha sido el pasar tan brevemente por cosas tan altas y tan importantes. Mas os digo que por no interrumpiros, he dejado de preguntaros algunas cosas que se me ofrecían, que se me han ido ya de la memoria; pero, no importa, seguid adelante.
VALDÉS. — No sé qué más deciros sobre esto, sino que quiero que os sirva lo ya dicho, más para dar en el hito de entrar en el conocimiento de Dios y de Cristo, que para adivinar; porque el adivinar ha de ser por especial don y gracia de Dios, la cual vos siempre le habéis de pedir afectuosísimamente; y cuando así se la pidiereis, os prometo que no os la negará.
JULIA. — ¡Gran cosa es la fuerza que tiene la palabra de Dios! Dígolo porque os certifico que no hay razón ninguna de cuantas os oigo, que de nuevo no me acrecienten la voluntad que tengo, de caminar por este camino cristiano.
PASO DECIMO
VALDÉS. — Todas esas nuevas voluntades habéis, Señora, de abrazar y reconocerlas de la mano de Dios. Y sabed que mis palabras no podrían bastar a esto si allá, dentro, no os estuviese solicitando el Espíritu Santo.
Ahora, porque en ninguna cosa podemos las personas conocer ni entender enteramente el amor que Dios nos tiene, su misericordia, su piedad y su benignidad, si no en Cristo; por eso digo, Señora, que la vía más cierta y el camino más señoril para llegar a conocer a Dios, es el conocerlo por Cristo.
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