domingo, 9 de junio de 2024

JULIA GONZAGA -54-56

ALFABETO CRISTIANO

JUAN DE VALDES

QUE ENSEÑA EL VERDADERO CAMINO DE ADQUIRIR

LA LUZ DEL ESPÍRITU SANTO 

La Ley y el evangelio

54-56

VALDÉS. — Antes, muy bien es, Señora, que entendáis lo uno y lo otro. Y sabed que la Ley es regla de la conciencia, y así es que la conciencia no es otra cosa sino ley entendida; y su oficio es mostrar el pecado y también aumentarlo. Lo uno y lo otro entendió San Pablo por experiencia, y como experimentado lo escribe a los Romanos

en aquella su excelentísima Epístola: y él mismo dice que la Ley obra ira, porque las personas se resienten, se enojan y se alteran cuando, con ley, son apretadas. Dice más, que la Ley es espiritual, porque no la guarda enteramente, ni la entiende bien, sino el hombre espiritual.

Los Profetas llaman a la Ley yugo grave y cetro vigoroso, y otros nombres de esta calidad, que significan severidad. Y cuando Dios dió la Ley a Moisés, el pueblo de Israel, que estaba al pie del Monte, sintió grandes truenos y

LA LEY Y EL EVANGELIO 57

relámpagos, de suerte que todos temblaban de miedo y espanto. Lo cual, dicen todos, que significaba el terror y el espanto y la contrariedad de afectos que la Ley engendra en los ánimos de aquellas personas a las cuales es dada. Mas, con todo esto, habéis de saber, Señora, que la Ley nos es muy necesaria, porque si no fuese la ley, no habría conciencia, y si no fuese la conciencia, el pecado no sería conocido, y si el pecado no fuese conocido, nosotros no nos humillaríamos y si nosotros no nos humillásemos, no adquiriríamos la gracia, y si no adquiriésemos la gracia, no seremos justificados, y no siendo justificados, no salvaremos nuestras almas. Y esto creo yo, que quiera entender San Pablo, donde dice que la Ley es como un pedagogo, o ayo, que nos conduce y lleva a Cristo, para que mediante la fe seamos justificados.

 Veis aquí el El cual oficio hace asimismo el Evangelio, mas en aquellas personas que no lo reciben sino como Ley; pero en aquellas que lo reciben como nuncio o mensajero de gracia y de paz, su oficio propio es sanar las llagas que hace la Ley, predicar gracia, paz y remisión de pecados, serenar y pacificar las conciencias, dar espíritu con que se cumpla aquello que la Ley nos muestra de la voluntad de Dios, y con que se combata con los enemigos del alma, y con que se venzan y echen por tierra.

 Y así Cristo vino manso, humilde, pacífico, y lleno de amor y de caridad, y no terrible, ni espantoso, como la Ley. De

suerte que la Ley nos enseña lo que hemos de hacer, y el Evangelio nos da espíritu con el cual lo podamos efectuar. La Ley hace la llaga y el Evangelio la sana;y finalmente, la Ley mortifica y el Evangelio vivifica, No me cuido de ir confirmando esto con autoridades de la sagrada

Escritura, por no ocupar tiempo.

JULIA. — Hacéis muy bien. No os cuidéis de eso, sino decid vuestras razones, que cuando dijereis alguna que me parezca dura, yo os pediré que me la confirméis con alguna autoridad de la Escritura.

VALDÉS. — Quede así; y pues que habéis ya entendido el oficio de la Ley y el oficio del Evangelio, y con esto aun os será más manifiesta la causa de donde nazca la contrariedad que sentís, será bien que pasemos adelante.

JULIA. — Antes quiero que todavía me digáis algo más sobre esto.

VALDÉS. — No sé qué más deciros si no me contraigoal caso particular.

JULIA. Ahora bien, esto es lo que yo quiero.

 

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