ALFABETO CRISTIANO
JUAN DE VALDES
QUE ENSEÑA EL VERDADERO CAMINO DE ADQUIRIR
LA LUZ DEL ESPÍRITU SANTO
117-119
Y así dice el mismo Cristo, que Él es el camino, la verdad y la vida; y así, el Padre eterno nos conduce a conocer a Cristo y Cristo nos trae a conocer al Padre eterno; y a Cristo no podemos venir sino por Dios; y la vida eterna consiste en conocer a Dios y en conocer a Cristo. Porque así dice el mismo Cristo, hablando con su Padre eterno: "Esta es la vida eterna, que las personas te conozcan a ti, verdadero Dios, y a Jesucristo, al que enviaste al mundo."
JULIA. — Ruego a Dios que me dé gracia, de que le conozca en verdad así como Él quiere ser conocido.
Paso décimo
VALDÉS. — Tened, Señora, buena confianza en Dios, que cierto le conoceréis; y conociéndole, procuraréis enamoraros de él, sirviéndoos de este conocimiento para este efecto. Y este será el décimo paso con el cual quiero que ejercitándoos en el conocimiento de Dios y en el conocimiento de Cristo, os enamoréis de Dios y os enamorareis de Cristo; quiero decir que comencéis a enamoraros de Dios y a enamoraros de Cristo. De cuyo amor, porque ya en lo pasado os he dicho bastante
remitiéndome a ello, no quiero entreteneros con deciros particularmente alguna cosa de la necesidad que tenemos de él, como de los maravillosos efectos que hace en el alma, donde está vivo y ferviente; y cómo, según San Juan, Dios es caridad y el que vive en caridad vive en otra felicidad que vivir en el mundo y que el mundo viva en nosotros. Digo, pues, que quiero pasar por todo esto y venir a deciros y certificaros que, mediante el conocimiento de vos misma, tanto perderáis del amor propio de vos misma cuanto mediante el conocimiento, de Dios, ganaréis el amor de Dios. Y esto es salir de vos y entrar en Dios.
JULIA. — Por eso dicen que tanto vale el que no entiende como el que no ve. Había oído yo decir mil veces eso, de salir una persona de sí y entrar en Dios; mas nunca lo había acabado de entender del todo hasta ahora.
VALDÉS. — Tanto más estáis obligada a amar a Dios, pues que os ha conservado en este mundo hasta tanto que habéis venido a conocer lo que hasta aquí no habíais conocido.
JULIA. — Tenéis razón. Quiera Dios que sepa aprovecharme de ello.
VALDÉS. — En tanto sucederá eso en cuanto vos pudiereis forzar vuestra voluntad a confiaros enteramente en Dios. Y porque, cuanto más firme está la fe en nuestras almas tanto más ferviente está la caridad; y cuanto más ferviente está la caridad tanto más firme está la fe; quiero, Señora, que de ordinario repaséis en vuestra memoria (Nota: “De continuo mediteís en vuestra memoría las Sagradas escrituras”) las cosas que la Iglesia manda que creáis.
JULIA. — Luego, sólo para eso será menester todo el día.
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