ALFABETO CRISTIANO
JUAN DE VALDES
QUE ENSEÑA EL VERDADERO CAMINO DE ADQUIRIR
LA LUZ DEL ESPÍRITU SANTO
100-102
Y en fin, traed a vuestra memoria aquella bellísima tragedia. que oísteis decir al predicador, con la cual mostró que las personas en este mundo no son más que representantes de una tragedia, siendo así que nuestro ser no tiene más firmeza que el de ellos, ni se desemeja en otra cosa sino en que el de los representantes dura algunas horas y el nuestro, algunos años. Por este conocimiento pasaréis cada día, porque tanto cuanto más conociereis el mundo por esta vía, tanto más le aborreceréis y esta abominación será el sexto paso, quiero decir, que vuestra intención de conocer el mundo, no sea para quedaros ahí sino para pasar por ello, a aborrecer el mundo. Lo cual os servirá para perder el gusto de las cosas del mundo, como son: honras, dignidades, estados, señoríos y riquezas, cuyas cosas todas, con esta consideración, despreciaréis y tendréis en poco, deseosa de ganar a Cristo y de vivir con Cristo, a ejemplo de San Pablo, que estimaba que todas las cosas fuesen inmundicias y suciedad, teniendo puesta toda su intención en ganar a
Cristo. Y así el mismo San Pablo nos ruega que no nos conformemos con el mundo, sino que renovemos nuestros ánimos, a fin de que podamos probar y saber cuál es la voluntad de Dios. Después que habiendo conocido el mundo le hubiereis aborrecido, o por mejor decir, después que hayáis entrado un poco en el conocimientodel mundo y en la abominación del mundo, tomareis otro poco de tiempo para entrar en el conocimiento de vos misma, y esto será el séptimo paso. ¡Oh, Señora, cuánto importa el saber conocerse las personas a sí mismas! Estoy cierto de que si lo supiésemos, en verdad pondríamos mucho mayor estudio y diligencia en esto que en cualquier otra cosa.
Paso séptimo
JULIA. — ¿En qué consiste esa importancia?
VALDÉS. — En que, si no os conocéis, jamás dejaréis de amaros desordenadamente, y mientras os amareis así, no podréis amar a Dios, y mientras no amareis a Dios, no podréis hacer, decir ni pensar cosa que sea en honor de Dios, y no siendo en honor de Dios, pensad si será en utilidad de vuestra alma.
JULIA. — ¡Así conociese yo a los otros, cuanto yo ampliamente me conozco!
VALDÉS. — Y también en esto será, Señora, el engaño, que no conociéndoos, pensáis de conoceros. Y hágoos saber que ha de ser persona muy espiritual aquella que enteramente haya de conocerse.
JULIA. — Yo creo que sea así, y pues que importa tanto este conocimiento, enseñadme cómo haré para conocerme.
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