lunes, 10 de junio de 2024

JUAN DE VALDÉS -69-71

 ALFABETO CRISTIANO

JUAN DE VALDES

QUE ENSEÑA EL VERDADERO CAMINO DE ADQUIRIR

LA LUZ DEL ESPÍRITU SANTO

69-71

Perfección cristiana

JULIA. — Maravillóme de esto que decís, porque toda mi vida he oído decir que los frailes y las monjas tienen el estado de perfección por los votos que hacen, si los guardan.

VALDÉS. -— Dejadlos decir, Señora, y creedme: que tanto tendrán de perfección cristiana los frailes y los  no frailes, cuanto tuvieren de fe y amor de Dios y ni un adarme de más.

JULIA. — Mucho me agradaría que me hicieseis capaz de esto.

Amor propio y amor de Dios

VALDÉS. — De muy buena gana. Habéis de saber, Señora, que el corazón humano es inclinado naturalmente a amar: de tal suerte que, o ha de amar a Dios, y por Dios a todas las cosas, o ha de amar a sí mismo, y por sí a todas las cosas. El que se ama a sí propio, todas las cosas hace por el propio, quiero decir, que en tanto se mueve a ellas en cuanto le convida a ello su propio interés; y así, si alguna cosa ama fuera de él propio, la ama por sí y por interés suyo; y si tiene algún amor a Dios, tiénelo por su interés y no por otro respeto. Este tal, fraile o no fraile, porque tiene su amor desordenado, teniéndolo puesto en sí, no sabe jamás cómo ni de qué modo ha de amar las cosas creadas; antes, cuando quiere bien disponerse a amar a Dios, porque no acierta a salir de sí, no halla jamás el camino, y por eso continuamente ya peregrinando en pareceres, y estando siempre así desordenado y desconcertado en sus afectos malos o buenos, vive muy fuera de la perfección cristiana, y vivirá tanto más fuera cuanto más enamorado estuviere de sí, aunque en las obras exteriores fuere perfectísimo porque Dios quiere el corazón. El que ama a Dios, todas las cosas que hace, hácelas por

Dios, quiero decir, que se mueve a ellas por el amor que tiene a Dios, y esto con tanto fervor o ímpetu cuanto amor le incita y mueve. Y así, si alguna cosa ama fuera de Dios, ámala por Dios y porque así lo quiere Dios; y semejantemente, ama a sí propio porque conoce que Dios quiere que él se ame. Este tal, fraile o no fraile, porque tiene ordenado su amor en Dios y ahí toma el modo y manera cómo ha de amar todas las cosas creadas, es muy ordenado y arreglado en su amor y no ama desordenadamente cosa alguna. Y entonces sus buenas obras placen y son gratas delante de Dios, porque se mueve a obrar con ímpetu de amor; porque así como Dios es amor, así no le agrada obra alguna que no sea hecha por amor. Conforme a esto es lo que dice San Agustín: que las buenas obras siguen al ya justificado y no van delante de aquel que ha de ser justificado. Quiero decir que Nuestras obras entonces son buenas, cuando son hechas por persona ya justificada  y no puede ser justificada ninguna si no está en amor y caridad con Dios y con su prójimo. De modo que una persona será tanto más perfecta cuanto estuviere más ferviente en este amor.



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