sábado, 8 de junio de 2024

CONDESA JULIA GONZAGA -49-51

ALFABETO CRISTIANO

JUAN DE VALDES

QUE ENSEÑA EL VERDADERO CAMINO DE ADQUIRIR

LA LUZ DEL ESPÍRITU SANTO.

49-51

Sin embargo, hay algunos, que apacentados con los placeres de este mundo no sólo se deleitan y hallan descanso con ellos sino que del todo se olvidan de la otra vida, para la cual fueron creados. Y también hay otras personas, a las que siéndoles ofrecidos los mismos deleites y placeres no los gustan, ni toman sabor de ellos, antes muchas veces les son fastidiosos e insípidos, teniendo siempre la mira puesta a la otra vida para la cual Dios las creó. Y, aunque olvidadas en cierto tiempo de sí propias, pierden la memoria de la otra vida, pues Dios está siempre a la puerta y llama, será imposible que hallen gusto ni sabor en las cosas de ésta ; y si pensaren o procuraren de hallarlo, vivirían en la confusión, inquietud y fastidio que vos, Señora, vivís. De manera que pues aquel que bien sabe gozar de este mundo, goza de él, no como de cosa propia ni que le haya de durar, sino como goza el curioso y solícito caminante de los pasatiempos y fiestas que se le ofrecen en el camino, soy de parecer, Señora, que vos hagáis lo mismo _volved en vos, abrid las orejas de vuestra alma para que podáis oír las voces de Dios, y pensad, como buena cristiana, que en esta vida no podéis tener más descanso ni contento que los que os vinieren mediante el conocimiento de Dios, y por la fe y amor de Diosj y muy de veras afirmaos en este pensamiento, dejando a un lado todas las cosas que son transitorias y que no pueden durar; y haciéndolo así os prometo que tardaréis mucho menos en sosegar, mitigar y apaciguar a vuestro ánimo que lo que habéis tardado en inquietarle.

Y si no os sale esto así, soy contento de que jamás deis crédito a ninguna cosa de cuantas yo os dijere.

JULIA. Verdaderamente, que creo habéis adivinado la causa de donde procede mi enfermedad, sin errar un punto en ello. Oh, Dios, ayudadme: ¡cuán ciegas andamos las personas en el mundo! Asimismo, estoy cierta que habéis también acertado en darme la medicina con la cual sane de la enfermedad. Faltará que yo me encomiende a Dios y la tome; que, del sanar, no tengo duda, mayormente como tengo al médico de mi parte.

VALDÉS — El médico verdadero de las almas es Cristo crucificado. Poned en El solo toda vuestra confianza, y lo acertaréis.

JULIA. — Porque, de lo que habéis dicho, me ha venido a la memoria una duda, en la cual suelo pensar muchas veces; os ruego que me digáis sobre esto vuestro parecer.

VALDÉS. — Preguntad a vuestro gusto.

JULIA. — Querría saber de vos, ¿de dónde Ies viene a las personas esta ceguedad, de andarse perdidas tras las cosas que deleitan al sentido, olvidadas de aquellas cosas de que principalmente debieran tener continuo cuidado?

VALDÉS. — Estas son reliquias del pecado original.

Pecado original. Bautismo

JULIA. — Esto es lo que no entiendo. Dicen que en el bautismo nos perdona Dios el pecado original. Pues que así es, que nos lo perdona, cómo nos deja estas malas inclinaciones y esta ceguedad que son tan perjudiciales para nuestra salvación?

VALDÉS. — Esto, señora, lo habéis de entender de esta manera: que en el pecado original se consideran dos cosas: una,la culpa, y otra, la mala inclinación, que es esta, de la cual vos habláis. Y así es que en el bautismo, mediante la fe, Dios nos perdona la culpa del pecado, y en cuanto a la mala inclinación, nos la va curando poco a poco y medicinando con su gracia, de tal manera que tanto podría una persona hacerse perfecta con la gracia y favor de Dios, que casi viniese a perder todas las malas inclinaciones, todos los desenfrenados apetitos y todos los desordenados afectos que reinan en nosotros por el pecado original.

 

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