domingo, 16 de junio de 2024

EL ANHELO DE CONDESA JULIA GONZAGA - 105-106

ALFABETO CRISTIANO

JUAN DE VALDES

QUE ENSEÑA EL VERDADERO CAMINO DE ADQUIRIR

LA LUZ DEL ESPÍRITU SANTO

105-109

  Por tanto, Señora, si queréis caminar fácilmente por este camino cristiano, trabajad (entrando con frecuencia en el conocimiento de vuestra propia miseria y debilidad) por desterrar de vos este mortal enemigo del amor propio; y sabed de cierto, que desterrado éste, os hacéis capaz para que luego, al punto, venga el Espíritu Santo a morar en vos. Y para que, según fuereis desnudando vuestro corazón del amor propio, le vayáis vistiendo del amor de Dios, conviene, Señora, que luego paséis al nono paso. Este es, que conforme habéis tomado un poco del día, para entrar en el conocimiento de vos misma, por venir, con él, a desamoraros de vos propia; así, sin tardar mucho, toméis de él otro poco, para entrar en el conocimiento de Dios, para venir, por él, a enamoraros de Dios. A esto vendréis fácilmente, siendo así que la cosa que en sí es buena, cuanto más se conoce, tanto más se ama. Y para que de mejor gana entréis en este conocimiento, sabed que dice Cristo que la vida eterna consiste en conocer a Dios, y a su Hijo Jesucristo; y que el Sabio dice que conocer a Dios es perfecta justicia, y que saber la justicia y la virtud de Dios es raíz y fundamento de inmortalidad.

JULIA. — Haced cuenta que así como no he sabido conocerme a mí propia, mucho menos sé conocer a Dios, y enseñadme cómo he de conocerlo.

Conocer a Dios por Cristo

ValdÉS. — Tres vías hay por las cuales las personas han llegado y llegan al conocimiento de Dios: la una es por luz natural: esta tuvieron los filósofos gentiles y tienen hoy las gentes que no conocen a Cristo. De este conocimiento habla San Pablo, cuando dice que por las cosas visibles vienen las personas a conocimiento de las cosas invisibles de Dios. Y es así, que considerando las personas esta fábrica humana en la cual ven tantas cosas excelentes, van indagando e imaginando aquellas que no ven y por unas y por otras vienen a conocer que Dios, el cual las hizo, es omnipotente: y pasando más adelante a la consideración de la admirable providencia con que gobierna y rige todas las cosas, de tal manera que las unas no impiden a las otras, antes, unas ayudan y sirven a otras, vienen a conocer que Dios es sumamente sabio y la misma sabiduría. Además de esto, pasando a la consideración de la igualdad con la cual, sin diferencia, todos estos bienes celestiales y terrenales son repartidos a las personas del mundo, conocen en Dios suma bondad. De manera que sólo con la luz natural las per* sonas del mundo, leyendo en el libro (Se refiere a adorar a Dios por la belleza de praderas, selvasd,aves, puestas de sol…etc ) de las cosas creadas, han conocido y conocen en Dios omnipotencia, sabiduría y bondad. La otra vía de conocer a Dios es por la Sagrada, Escritura, quiero decir por el Testamento Viejo, el cual daba (da?) un conocimiento de Dios pero imperfecto, mostrándolo airado, cruel y vengativo; y por

eso le llama Dios de la venganza y Dios de los ejércitos, y así otros nombres de rigurosidad. De este modo conocían a Dios los ciegos hebreos, pero todavía es un conocimiento menos oscuro que el que tenían los gentiles, pues aunque sirviesen como esclavos, como quiera que sea, al cabo servían.

La tercer vía de conocer a Dios, es por Cristo. Esta vía es la cierta, la clara y la segura, y este es el camino llano, real y señoril. Y sabed, Señora, que en conocer a Dios por Cristo, consiste todo el ser del cristiano, porque para conocer a Dios por Cristo, es necesario conocer antes a Cristo. Y porque no podemos conocer a Cristo por luz natural, ni por otra industria humana, si Dios interiormente no alumbra y abre los ojos de nuestra alma, digo que este conocimiento de Dios, por Cristo, es sobrenatural, para el cual es menester gracia especial de Dios. Y que sea verdad que no podemos tener verdadero conocimiento de Dios que ninguno puede venir a Él, si su Padre eterno no lo llevare; y lo demuestra también, por lo que respondió a San Pedro, cuando le confesó por verdadero hijo de Dios, diciéndole: "Bienaventurado tú, Simón, hijo de Juan, porque no alcanzaste esto por razón humana, ni por ley natural, sino porque así te lo ha revelado mi Padre, que está en los cielos". Cuando conocemos a Dios por Cristo, lo conocemos amoroso, benigno, misericordioso y piadoso, porque en Cristo hallamos amor, benignidad, misericordia y piedad.

Ved aquí, Señora, tres vías para conocer a Dios, según tres diferencias de generaciones de gente que han tenido y. tienen conocimiento de Dios. Y porque las dos primeras no son a vuestro propósito, las dejaréis estar y solamente os ejercitaréis en la tercera, que es conocer a Dios por Cristo. Mas para que el ejercicio os sea provechoso, conviene que conozcáis a Cristo, no con conocimiento adquirido por costumbre ni ganado por ingenio e industria humana, sino por lumbre de fe inspirado por el Espíritu Santo. De esta manera es menester que conozcáis a Cristo, si queréis venir, por Cristo, a conocer perfectamente a Dios.

JULIA. — No sé lo que yo os responda; me parece con todo, que conozco bien a Cristo, salvo si no hay otro conocimiento secreto, que yo no alcanzo.

VALDÉS. — Ahora bien, este conocimiento secreto es el que yo digo, al cual llegan las personas por inspiración. Y porque no pensemos que baste el conocimiento público de Cristo, que tiene un asesino y un traidor, nos desengaña San Juan, diciendo que el que dice que conoce a Dios y no observa sus mandamientos, es mentiroso.

Julia. — Me parece que me apretáis mucho, y tanto más lo siento, cuanto que no tengo qué replicaros. Ahora bien, no perdamos tiempo; por vida vuestra, que me abráis un poco el camino, por el cual yo pueda entrar en el verdadero conocimiento de Cristo.

VALDÉS. — Yo os daré, Señora, algunos principios mediante los cuales, encomendándoos a Dios, el mismo Dios os revelará el resto. Y así digo que el verdadero conocimiento de Cristo (pues que ya creéis que es  verdadero Dios y verdadero hombre y, como Dios, igual a su eterno Padre y una cosa misma con Él), consiste, Señora, en saber y considerar a qué vino el Hijo de Dios al mundo hecho hombre, por qué padeció y por qué resucitó.

JULIA. — Estas tres cosas quiero yo aprender de vos, de la manera que vos las consideráis.

 

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