martes, 25 de junio de 2024

LA JUSTIFICACIÓN POR LA FE -1530 - 11-12

 

“…que si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo. 10 Porque con el corazón se cree para justicia, pero con la boca se confiesa para salvación.  Romanos 10:9-13

LA JUSTIFICACIÓN POR LA FE

FELIPE MELANCHTHON

Año de 1530

Esa fe que, en medio del temor y del espanto, nos reanima y consuela, obtiene el perdón de los pecados, justifica y salva. El consuelo que ella trae consigo es una verdadera regeneración y vida nueva.

Si bien manifestamos esto de manera sencilla y clara, toda persona creyente ya sabe por propia experiencia, que lo que afirmamos es cierto. Además, la Iglesia suministra numerosos testimonios que lo corroboran. Recordemos solamente la conversión del Apóstol Pablo15 o la de San Agustín.

Nuestros adversarios, por su parte, no disponen de seguridad alguna ni consiguen expresar en forma llana y comprensible cómo es otorgado al hombre el Espíritu Santo. En lugar de ello, han ideado que los sacramentos conceden el don del Espíritu Santo "ex opere operato", esto es, al creyente le basta con el disfrute externo del sacramento para poder participar del Espíritu Santo, aunque carezca de la debida disposición interna. ¡Como si la donación del Espíritu Santo fuera algo de escasa importancia!

Claro está, al hablar nosotros de una fe que no es una mera y liviana idea, sino algo que nos libra de la muerte eterna y engendra nueva vida en nuestro corazón, una fe que es obra exclusiva del Espíritu Santo, al hablar de tal fe, decimos, no nos referimos a la fe que consiente la convivencia con el pecado mortal, como nuestros adversarios afirman. ¿Pueden existir, acaso, la luz y las tinieblas al mismo tiempo y en el mismo lugar? Además, la fe siempre trae consigo buenos frutos, como luego indicaremos. La conversión de muchos pecadores demuestra con meridiana claridad en lo que consiste la regeneración. A pesar de este hecho indudable, en vano buscaremos entre el fárrago de comentarios a las "Sentencias", glosas, interpretaciones bíblicas, escritos, etc., una sola obra de nuestros adversarios que explique en forma debida en qué consiste la conversión del pecador, o sea, cómo se realiza la regeneración. Si hablan del amor o se refieren al "habitum dilectionis", arguyen que dicho "habitum" se adquiere mediante buenas obras, pero (a semejanza de los bautistas de nuestros días no mencionan ni tácita ni expresamente la promesa divina, esto es, la Palabra de Dios. Ahora bien; negociar con Dios no es factible. A Dios sólo se le conoce, comprende y posee en su palabra y por su palabra, como ya dice el Apóstol Pablo: "El Evangelio es potencia de Dios para salud de todos los creyentes..."16. "La fe es por el oír..."17. Estas razones deberían bastar para poner de manifiesto que somos justificados sólo por la fe; pues si únicamente por la Palabra de Dios recibimos la justificación divina y si la palabra, a su vez, sólo puede ser comprendida y aceptada por la fe, se deduce, lógicamente, que sólo la fe justifica.

14 Cap. 24, v.47.

15 Hechos de los Apóst. 9.

16 Ep. Rom. 1, v.16.

17 Ep. Rom. 10, v.17.

11

acabamos de exponer se refiere, en especial, al modo en que la regeneración se realiza. Pero, al mismo tiempo, hemos repetido el concepto que de la fe tenemos.

* * *

Pasaremos, pues, a exponer que la fe —según nosotros la entendemos, basándonos en las Sagradas Escrituras—, sólo dicha fe, justifica. Mas, ante todo, valga la siguiente advertencia al lector: Hay un hecho indudable e irrebatible para todo hombre: Jesucristo es nuestro único Mediador. De este hecho dimana, a su vez, otro, también irrefutable: Somos justificados por la fe, pero no por las obras.

De no ser estos hechos ciertos, resultaría imposible que Cristo fuera nuestro Mediador al atenerse nuestra fe a Él, de modo tal, que por mediación suya seamos reconciliados con Dios. ¿Cómo podría ser Cristo Mediador nuestro si no confiamos enteramente en que Dios nos declara justos por Él? Porque creer consiste en confiarse en los méritos de Jesucristo con la inconmovible certeza de que, en virtud de tales méritos, Dios quiere mostrarse clemente con nosotros. Por otra parte, también las Sagradas Escrituras enseñan que para ser hombre salvo necesita la promesa del perdón de Cristo, antes que la fe. Y, por consiguiente, la fe es lo que justifica al hombre, toda vez que la Ley no enseña el perdón de los pecados por la gracia divina. Por lo que a nosotros los hombres respecta, somos incapaces de cumplir la Ley, a no ser que hayamos sido hechos antes partícipes del Espíritu Santo. Esto nos obliga a defender la necesidad primordial de la promesa de Cristo, promesa que, a su vez sólo es posible entender y aceptar en fe. De aquí, que quienes enseñan que no somos justificados sólo por la fe se atengan, en realidad, únicamente a la Ley, dando así de lado a Cristo y su Evangelio.

Cuando nosotros decimos que sólo la fe justifica, algunos piensan que se trata meramente de un comienzo, es decir, como si la fe fuera una especie de iniciación o preparación para la justificación. Quienes así piensan, despojan a la fe del valor que encierra y por el cual somos propicios a Dios; dicen que si Dios nos acepta es por las obras que siguen a la fe; afirman que las Sagradas Escrituras ensalzan la fe sólo como el principio de toda buena obra, basándose en la sentencia "el principio es lo más esencial". Pero nosotros no enseñamos así, antes al contrario, afirmamos y defendemos lo siguiente: Por la fe que nos declara justos, en virtud de los méritos de Cristo, somos aceptados por Dios.

Dado que el término "ser justificado" tiene un doble sentido (significa: ser regenerados y, también, ser declarados justos por Dios), expondremos acto seguido que sólo por la fe somos regenerados y declarados justos por Dios.

La palabra sólo es combatida por muchos cuando nosotros la usamos diciendo: Sólo por la fe. Sin embargo, el Apóstol Pablo manifiesta claramente: "Consideramos, pues, que el hombre es justificado por la fe, sin las obras de la Ley"18. "Es el don de Dios, no vuestro, ni por vuestras obras, para que nadie se gloríe..."19..."Somos justificados de balde [gratuitamente], por su gracia..."20.

18 Ep. Rom. 3, v.28.

19 Ep. Efes. 2, v.8.

20 Ep. Rom. 3, v.24.

12

AL INSIGNE HISPANÓFILO - MR. ARCHER MILTON HUNTINGTON -1915

                                                 AL INSIGNE HISPANÓFILO

MR. ARCHER MILTON HUNTINGTON

HISTORIA DE LA LENGUA
Y
LITERATURA CASTELLANA

(ÉPOCA DE CARLOS V)

POR

D. JULIO CEJADOR Y FRAUCA

CATEDRÁTICO DE LENGUA Y LITERATURA LATINAS
DE LA UNIVERSIDAD CENTRAL

MADRID
TIP. DE LA "REV. DE ARCH., BIBL. Y MUSEOS"
Olózaga, 1.—Teléfono 3.185.
1915

ES PROPIEDAD DEL AUTOR Y QUEDA HECHO EL DEPÓSITO
QUE MARCA LA LEY

AL INSIGNE HISPANÓFILO

MR. ARCHER MILTON HUNTINGTON

Señor:

Los escritores y eruditos españoles todos se honran con vuestra cariñosa amistad, la literatura española os adeuda beneficios sin cuento, el nombre español brilla cada día con nuevas luces en vuestra nación merced á las empresas que habéis acabado para enaltecerlo, la España culta os cuenta entre sus hijos predilectos, el Rey os tiene por amigo y familiar, vos mismo sois tan apasionadamente aficionado y devoto, no sólo de las letras, antigüedades é historia de España, sino de cuanto á España atañe, que sólo sentís no haber nacido español, teniendo tan española el alma y en esta nuestra tierra todos vuestros amores.

Permitid, pues, que el último de los eruditos de España, aunque no lo es de los que os admiran y quieren, os dirija este liviano trabajo sobre la "Historia de la lengua y literatura castellana durante la época de Carlos V", que tan hondamente conocéis y cuyos mejores monumentos escritos guardáis como el más preciado de vuestros tesoros.

Llamaros Mecenas de las letras españolas sería llamaros bien poca cosa, para lo que de hecho habéis sido, sois y habéis de ser respecto de ellas. Harto lo tenemos sabido cuantos en ellas entendemos; pero justo es no guardárnoslo agradecidos, sin que lo pregonemos á cada paso por todas partes para que el mundo entero lo sepa y os lo reconozca debidamente. Interesamos en ello los españoles, porque ensalzar vuestras obras es ensalzar á nuestra misma patria.

Como disfrutaseis en vuestra tierra de la magnífica biblioteca de libros españoles allegada por el benemérito hispanista Ticknor, á quien debe la literatura española la primera y mejor historia que tenemos, os tomó tan desapoderada afición por nuestras letras, que no descansasteis hasta venir á España, y, enamorado de la vieja epopeya de Castilla, os entregasteis de lleno al estudio del añejo pergamino que del "Cantar de Mio Cid" guardaba en cofrecito de hierro, como oro en paño, don Alejandro Pidal. Planeasteis los tres magníficos tomos de la obra, con la edición crítica, la versión inglesa, variantes del texto y comentarios; recorristeis paso á paso los que el héroe castellano hubo de dar con sus mesnadas; paseasteis la tierra, le bebisteis el espíritu, sacasteis costosas fotografías y disteis al cabo á la estampa el maravilloso monumento de vuestra obra, digna de parearse con la que Alejandro ordenó sobre la epopeya homérica.

Erais además arqueólogo, porque no hay campo de la cultura que á vuestra alteza de pensamientos esté vedado, y os fuisteis á Itálica, arrendasteis los terrenos particulares arrendables de Santiponce, pagando más que si los hubieseis comprado, y ordenasteis las excavaciones á todo coste. Desenterrados magníficos tesoros, las piezas mayores regalásteislas al Museo Arqueológico de Sevilla; con lo demás enriquecisteis el Museo que á las antigüedades españolas levantabais en Nueva York, así como en la Biblioteca hispánica, que juntamente fundabais, habíais recogido ya hasta 18.000 volúmenes, comprados parte de la biblioteca de Ticknor en Boston, parte en España, pagando aquí y allá á peso de oro, libro por libro, cuanto de más raro y precioso sabía rebuscar el ansia que os aquejaba de allegar cosas españolas.

Dos años mortales luchasteis con el Marqués de Jerez de los Caballeros por que os vendiese su inestimable biblioteca de 22.000 volúmenes, la flor y nata de los más exquisitos y rebuscados libros de la antigua España.

 Cuando al cabo vencisteis, y, pagados un millón de francos, sacasteis de España tamaño tesoro literario, con lágrimas del corazón lloraron los eruditos españoles aquel, al parecer, triste y fatal acontecimiento. Los pergaminos de nuestra antigua hidalguía salían de la casa solariega, dejábannos sin los últimos testigos que acreditasen nuestras glorias pasadas. Pero bien pronto enjugaron los eruditos sus lágrimas, y no sólo se consolaron, sino que se congratularon y á buena estrella para la cultura española atribuyeron el que hubieran pasado á tales manos, que sabrían guardarlos mejor que no los hubiéramos nosotros sabido guardar.

Habíais comprado en el Andubon Park de Nueva York, donde cada día se extiende lo más granado de aquella gran ciudad, terrenos bastantes para labrar, como labrasteis en ellos, el magnífico palacio del "Museo y Biblioteca hispana", verdadero templo del arte y del saber español, obra única en el mundo, como no la hay consagrada al arte y saber de ningún otro pueblo.

No contento con esto, comenzasteis á devolvernos los mejores libros, rica y fielmente reproducidos, regalando ejemplares á los centros de cultura y á cuantos particulares eruditos pudieran aprovecharlos, como la reproducción de las dos primeras ediciones de la primera parte del "Quijote", hechas por Cuesta en 1605, y la de la segunda de 1615: la reproducción del famoso manuscrito del "Abecedarium", de Hernando Colón, índice de la antigua biblioteca colombina, y tantas y tantas otras reproducciones que allanan las antes insuperables dificultades que ofrecía el estudio de nuestra literatura.

¿Qué más? No hay libro, no hay obra de arte, no hay papel, pergamino, lienzo, tabla ó cascote que atestigüe el menor pedazo de nuestra antigua cintura, que no lo apreciéis como un inapreciable pedazo del alma española, que tan al alma propia os llega, y no derrochéis vuestros bien empleados caudales para haceros con ello, depositándolo en aquel templo de las glorias españolas que habéis levantado en el corazón de la capital de la más rica y poderosa de las naciones. Exposiciones de pinturas españolas, compra de cuadros, todo lo hacéis y no os cansáis de glorificar con ello á España.

Y para que la obra fuese duradera, fundasteis allí en 1914 "The Hispanic Society of America", la Sociedad hispana de América, que os nombró su Presidente, la cual lleva y llevará adelante lo emprendido, será perpetua vocera del nombre español, guardará los tesoros de la española cultura y facilitará todo linaje de estudios y trabajos sobre cosas españolas.

Sólo sentís no haber nacido en España; pero sois tan español de alma, de sentimientos, de cariños, como el mejor de los españoles. Pasa tan de la raya este vuestro encariñamiento por España y por todos sus hijos, que con el fin de regalarles y hacerles á todos gustosa la estancia en aquel Palacio que les habéis aparejado, siendo protestante os ocurrió la peregrina idea de levantar un templo católico, y lo habéis levantado, luciendo en él una hermosa lámpara de bronce, regalo de S. M. Alfonso XIII.

Justamente nuestro augusto Monarca os trata de amigo y os asienta á su mesa particular con su esposa la Majestad de nuestra augusta Reina, así como á vuestra propia esposa, cuando á Madrid os acompaña.

Éstas son, señor, sin ponderaciones y llanamente recordadas, las cosas que habéis emprendido y acabado para honra de España. Éste el amor entrañable, el cariño de hijo, que á España tenéis.

Permitid que vuestro claro nombre venga á honrar este mi trabajo, dirigiéndooslo como escasa muestra de la admiración y amistad que os tiene

Julio Cejador.

 


 

lunes, 24 de junio de 2024

LOS DOS TRATADOS DEL PAPA, I DE LA MISA.- VALERA - 01

LOS  DOS  TRATADOS

DEL  PAPA,  I  DE  LA MISA.

ESCRITOS

POR  CIPRIANO  D. VALERA;

I  POR  ÉL  PUBLICADOS

PRIMERO  EL  A.  1588,  LUEGO  EL  A.  1599:

I AHORA  FlELMENTE  REIMPRESOS.

«  Totus injustisie  nulla  capitalio est  ,  quam  eorum,  qui cum

máxime  fallunt ,  id  agunt,  ut  Tiri

boni  esse  videantur. 

Cic.  De  Offic,  Lib.  I,  cap.  XIII

Año  de  MDCCCLI.

En el  año  de 1588  dio  á  luz  Cipriano  D.  Valera, el  presente  volumen.  Ahi  pongo  la  Portada  i  los  raros ,  i  oscuros  versos ,  al  respaldo,  que  entonzes  prefijó  á  su  libro.

Reimprimo  los  versos ,  porque  tal  vez  en  ellos ,  haya  alguna  notizia  encubierta, azerca  de  la  Obra  i  de  su  Autor.  El  volumen ,  en  8.'º  español ,  tiene  488  pajinas ,  i  cada  una  de  estas ,  34  renglones.  Además tiene  ocho  hojas  al  prinzipio ,  i  cuatro  al  fin.  I  es  notable,  que  la  fecha  puesta  al fin  del  Prólogo  de  15  de  Junio  de  1588,  se  dejó  intacta  en  la  2.*  Edizion ,  que  es  mi  orijinal.  En  la    “Typographia “ de  J.  Johnson ,  1824,  2  vol.   no  apareze  en  el  índize  de  los  impresores  ingleses ,  el  nombre de  Amoldo  Etfildo.  Al  hablar  de  esta  Edizion del  a.  1588,  dize  un  erudito  franzés:

«  Cette  edition  est  Toriginale  de  ce  Livre,   qui  est  rare,  et  recherché  des  curieux, »  et  on  fait  peu  de  cas  de  la  reimpression »  qui  en  parut  en  1599  parce  qu'  elle  est »  chatrée.  »   La  exactitud  i  el  aplomo  de un  literato  franzés ,  son  siempre  inimitables.

La  mejor  y  i  mas  completa  Edizion.  es  la  del  a.  1599. i  lejos  de  haber  suprimido en  ella ,  nada  de  la  anterior ;  Valera  añadió todos  aquellos  argumentos  de  autoridad,  que  habia  notado  en  los  libros  modernos  publicados  dentro  i  fuera  de  España ,  en  el  intervalo  de  los  onze  años  que  mediaron de  una  Edizion  á  otra.  Esto  apareze claro  y  de  las  zitas  i  acotaziones  repetidas,  que  haze  en  su  2.*  Edizion,  de  la  Silva  de Pedro  Mejia,  de  la  Monarquía  Eclesiástica  de  Pineda ,  i  otros  libros.  En  la  Edizion del  a.  de  1588,  que  el  bibliógrafo  franzés  llama  la  orijinal ,  i  la  buscada ,  faltan  muchas cosas  que  Valera  añadió  en  la  de 1599.  Las  Notas  al  fin  de  este  volumen  demuestran  mi  aserto.  I  aseguro  al  lector, que  esta  mi  Edizion  es  tan  completa;  que  contiene  aun  los  versos  del  respaldo á  la  primer  Portada ,  única  cosa  que  suprimió Valera  en  su  2  Edizion.  Esta,  según la  Portada ,  se  imprimió  en  casa  de Ricardo  del  Campo.  Ese  es  el  nombre  españolizado de  Richard  Field,  un conozido  impresor  en  Londres,  suzesor  i  yerno  del impresor  llamado  Vautrollier,  que  fué  perseguido por  haber  impreso  el  Jordánus Brunus ,  «  Degli  Heroici  Furori. »  Ricardo  Fiéld ,  imprimió  otros  libros  españoles, cuya  reimpresión  es  interesante ,  por  mas de  un  conzepto.

En  la  que  ahora  presento  de  Los  Dos Tratados  ,  sigo  escrupulosamente ,  la  que  me  sirve  de  oríjinal.  Cada  pajina  de  la  Edizion  del  1 599  se  hallará  aqui  reimpresa  en  la  que  corresponde.  Seiszientas diez  pajinas  tiene  el  antiguo  volumen ,  fuera  de  las  dos  Tablas ,  Prólogo ,  é  índize.  Las  mismas  610  p.  tiene  esta  reimpresión.  Asi, el  que  quiera»  puede  confrontarlas  con  fazilidad.  Las  pajinas  de  la  antigua,  son  las de  la  presente.

La  ortograña  solamente ,  va  modernizada aqui ,  no  las  vozes.  Asi  el  lector  observará ,  que  se  conservan  los  antiguos vocablos:  añidir,  añidireis,  caireis  conozcan,  convenieron,  convertió, diminuiréis, defunto,  emplastro, indjines,  instanzia , por  comparazion ,  mendigantes ,  plaza,  por  plazca ,  probeza,  prostados, santificatrize,  vejisima:  i  otros varios.  I  como Jos  que  lean  este  volumen ,  conozerán  ya las  demás  obras  cuya  reimpresión  me  ocupó en  los  años  anteriores ,  dejo  de  repetir aquella  clase  de  advertenzias  jenerales, que  hize  en  ellos ,  i  que  son  aplicables  á esta  reimpresión.

 

ENTRADA DESTACADA

LA JUSTIFICACIÓN POR LA FE -1530 - 11-12

  “… que si con fe sares con tu boca que Jesús es el Señor , y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos , serás salvo ....