jueves, 22 de agosto de 2024

CORNELIA 32-36

CORNELIA

BORORQUIA

O LA VÍCTIMA DE LA INQUISICIÓN

AUTOR: LUIS GUTIERREZ

32-36

LA «VERDAD DE ESTA VERDADERA HISTORIA»

Si durante ochenta años no decrecio el interes editorial por Cornelia Bororquia fue porque encontro un ambiente favorable en cuatro periodos sucesivos de la agitada historia peninsular: el final de la Ilustracion (ediciones de 1801 a 1804); Guerra de la Independencia (edicion de 1812); el Liberalismo (ediciones de 1819 en el extranjero y, sobre todo, las que se realizaron en Espana durante el trienio liberal); y el Romanticismo (a partir de la edicion de 1826).

Obviamente, la lectura que de la obra se hizo en estas cuatro tesituras no fue la misma.

Al ilustrado, lo que le atraía era la denuncia del fanatsmo; al afrancesado, y luego al liberal, el ataque al tribunal del Santo Oficio cuya abolición justificaban ampliamente ambas ideologias; en cuanto al romantico, Cornelia Bororquia constituia un dechado del genero: la narracion de un amor desdichado dentro de un marco historico.

Estos tres enfoques eran posibles gracias al caracter pretendidamente veridico de la novela, tal como se subrayaba en la Advertencia, a partir de la segunda edicion:

Se ha dicho que Cornelia Bororquia era un ser fantástico o de nuestra invención; pero los que quisieren enterarse de lo contrario podrán leer a Boulanger, Langle y la Historia de la Inquisicion de Limborch y la de Marsollier.

Se precisaba.en sendas notas que, respecto a Boulanger, se aludia a su libro De la cruauté religieuse, y, en cuanto a Langle, a su Voyage en Espagne.

Ya hemos visto como Juan Antonio Llorente, en Anales de la Inquisición en España, protesto vehementemente contra tal afirmacion. Era precisamente el caracter erróneo de estas referencias lo que le obligaba a intervenir:

I”se hubiera contentado con publicar su obra bajo el concepto de novela yo podia desentenderme de no haberla visto, aunque me pareciese indigna de la lectura de personas honestas pero tuvo la osadia de decir [...] que era suceso verdadero, en cuya prueba cito a Limborch y otros; y esto ya no me permite dejar a mis lectores en el error49.

Llorente andaba sobrado de razon: aducir la autoridad de Boulanger, Langle, Limborch y Marsollier para fundar la historiciad de Cornelia Bororquia constituia una estafa intelectual por parte de Luis Gutierrez.

Marsollier en su Histoire de l ’Inquisition et de son origine (Colonia, 1963) no cita a ninguna Cornelia Bororquia.

 Se hace referencia a una tal Bohorquia en De la cruauté religieuse (que, dicho sea de paso, no es de Boulanger, sino del Baron d’Holbach). Pero no se trata como en nuestra novela de una pura doncella victima de la desenfrenada pasion de un arzobispo. El caso referido (por supuesto, sin prueba alguna documental) es quiza peor aun.

 Es cuestion de una mujer embarazada de seis meses que, segun d’Holbach, fue detenida por el Santo Oficio porque su hermana habia declarado en el tormento haberla inducido en sus opiniones heterodoxas.

Bohorquia dio a luz un niño en las carceles secretas de la Inquisicion, lo que no la libro de sufrir, pocas semanas despues del parto, un tormento tan riguroso que le causo la muerte. Y, sin embargo, hasta los propios jueces tuvieron que admitir su total inocencia50.

****49 Juan Antonio Llorente, Anales de la Inquisicion de Espana, I, p. XXII. 50 Baron d’Holbach, De la cruaute religieuse, Londres, 1768. «Une femme de qualité, nommée Bohorquia, épouse du seigneur d’Higuera, en Espagne, quelque grosse de six mois, fut arrêtée par l’Inquisition, uniquement parce que sa soeur qui avait été pareillement arrêtée et qui fut ensuite brûlée avait déclaré dans la torture qu’elle l’avait entretenue de sa façon

de penser. La dame Bohorquia accoucha dans sa prison; au bout de quinze jours elle fut resserrée très étroitement et traitée avec la même dureté que les autres prisonniers; la seule consolation qu’elle avait était due à une jeune fille qu’on lui avait donnée pour compagne et qui par la suite fut bientôt changée dans la plus cruelle des afflictions car cette malheureuse compagne fut arrachée d’auprès d’elle pour subir la torture et on ne la lui ramena qu’ayant tous les membres disloqués, spectacle affreux et très propre à faire sentir à la Dame le traitement qu’elle devait attendre pour elle même. A peine la jeune fille eût-elle commencé à se rétablir que l’on vint prendre Madame Bohorquia pour lui faire subir les mêmes tortures. Après avoir souffert des tourments qui pensèrent lui coûter la vie, elle fut remise toute expirante dans sa prison où elle mourut en effet au bout de huit jours. Pour combler la mesure de cette perversité des Inquisiteurs, il se trouva par la suite que cette Dame était parfaitement innocente de ce qu’on l’accusait; et les Inquisiteurs qui l’avaient cruellement assassinée la déclarèrent euxmême

telle» (p. 119-120).

51 Voyage de Figaro en Espagne, p. 173, tomo I.

Solo Langle, el famoso Fígaro, en su Viaje... (publicado en 1784 y que suscito una respuesta del propio Conde de Aranda) pretendio haber visto a Cornelia Bohorquia en una serie de retratos de victimas de la Inquisicion.

Segun el, era la hija del Conde de Bohorquia que rechazara a los Imperiales de Madrid. En la segunda edicion (1785) ya no se habla de Cornelia Bohorquia sino de Cornelia, Bohorquia 51.

Parece, pues, que Gutierrez conservo en su memoria el nombre de la victima de la Inquisicion citada por d’Holbach, Bohorquia, y lo transformo siguiendo la ley que algun filólogo denominaria “del minimo esfuerzo.

Pero si en la edicion principe (1801) se llama Bororquia, a secas (tanto en el titulo como en el texto, segun podemos comprobar por la calificacion de Fray Josef Pamplona que hemos reproducido), a partir de la segunda (1802) pasa a ser designada con el nombre de Cornelia Bororquia.

Juan Antonio Llorente hizo a este proposito un curioso  comentario:

Cita [el autor] a Limborch y sin duda no lo vio, porque éste no dice Bororquia sino Bohorquia, en latín, que corresponde a Bohorques en español. Limborch no escribió Cornelia Bohorquia, como quien trata de una sola persona, sino Cornelia et Bohorquia, designando dos distintas personas52

. Esta advertencia es exacta. Limborch, que se basa en los datos proporcionados por Gonzalez de Montes en Sanctae Inquisitionis hispanicae artes (Heidelberg, 1567)53, cita, efectivamente, a Cornelia y a Bohorquia entre las victimas condenadas por luteranismo en Sevilla en 155954. Pero, lejos de significar esto que Luis Gutierrez no leyo a Limborch, indica mas bien todo lo contrario. Lo leyo, como a Langle, despues de haber publicado la primera edicion de su novela: la semejanza de ambos nombres y el hecho de que coincidiera el lugar donde fueron relajadas las dos luteranas con el del suplicio de su heroina le movieron (luego veremos con

que proposito) a introducir esta modificacion.

De todos modos, Cornelia Bororquia no deja de ser una obra de ficcion. Juan Antonio Llorente se tomo la molestia de establecer un farragoso catalogo de errores historicos en que incurrio nuestro autor. Senala, por ejemplo, que en el auto de fe de Sevilla de 1559, el arzobispo de Sevilla era, en aquel entonces, Inquisidor General tambien, y no dos personas distintas, como en la novela; los personajes de Var

52Juan Antonio Llorente, op. cit., I, p. XXIII. 53 Reginaldus Gonzalvius Montanus, Sanctae Inquisitionis hispanicae artes aliquet detectae acpalam traductae, Heidelberg, 1567, p. 210: «Quattor foeminae hispalenses». 54 Philip Van Limborch, Historia Inquisitionis, Amsterdolami, 1692, lib. I, cap. XXX. Pag. 157 de la traducción inglesa The History of the Inquisition, by Philip a Limborch Profesor of Divinity amongt the Remonstrant,

translated into English by Samuel Chandler in tow volumes, London, by J. Gray, at the Crofs-Keys in the Poultry, 1731.

gas, Lucia y Nunez (cuya filiacion historica se empeña en buscar) no corresponden a sus modelos, etc.55. No tenia Llorente por que haberse tomado este trabajo, primero porque la accion de Cornelia Bororquia se desarrolla después de la muerte de Felipe II (1590) y, en segundo lugar, porque las referencias economicas —concretamente, el salario de un

portero— correspondian a la epoca en que la obra fue publicada.

Como es de ley en literatura, lo importante no es que la historia fuera veridica, sino verosimil.

Pero Juan Antonio Llorente no queria perder la mas minima oportunidad de desacreditar a su rival.

Tanto es asi que no siempre obró de  buena fe

efiriendose al interrogatorio de la carta XXXII,

escribe que nada se parece a los verdaderos de la Inquisicion

56. Ahora bien, basta con referirse a su propia Historia crítica de la Inquisición de España para ver que el autor de Cornelia Bororquia se ciño en todo al esquema de los interrogatorios inquisitoriales57. No dejan de observarse algunas faltas de verosimilitud —que el genero novelistico puede legitimamente reivindicarpero, lo que salta a la vista, como el lector podra comprobar leyendo nuestras notas, es que, en el fondo, Luis Gutierrez estaba al cabo de la calle de los usos y costumbres del Santo Oficio.

 

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