jueves, 15 de agosto de 2024

SUPRESIÓN DE LA REFORMA EN ESPAÑA SIGLO XVI.-Conde de Saalinas- 170-173

HISTORIA, PROGRESO Y SUPRESIÓN DE LA REFORMA EN ESPAÑA

SIGLO XVI.

 THOMAS McCRIE,

D. D. PAUL T. JONES, AGENTE EDITORIAL. 1842

170-173

Mientras la doctrina reformada avanzaba en Sevilla y sus alrededores, no se detenía en Valladolid.

 Los protestantes de esta ciudad tuvieron como primer pastor a Domingo de Roxas, joven de buen talento y aliado de algunos de los principales grandes de España.

 Su padre era don Juan, primer marqués de Poza; su madre era hija del conde de Salinas y descendía de la familia del marqués de la Mota.

Destinado a la iglesia, Domingo de Roxas había ingresado en la orden de los dominicos.

Se educó con Bartolomé de Carranza, de quien absorbió opiniones más liberales que las que eran comunes en los colegios o conventos de España.

Pero el discípulo no se limitó a la tímida conducta seguida por el maestro. Este último hizo uso del mismo lenguaje que los reformadores con respecto a la justificación y algunos otros artículos de fe; pero lo acompañó cautelosamente con explicaciones destinadas a protegerlo contra la acusación de heterodoxia.

 El primero era más audaz en sus especulaciones, y menos reservado al confesarlas.

A pesar de las advertencias que recibió de Carranza para que desconfiara de su propio juicio y se sometiera a las decisiones de la iglesia, De Roxas repudió como no bíblica la doctrina del purgatorio, la misa y otros artículos de la fe establecida. Además de los libros de los reformadores alemanes, con los que estaba familiarizado, hizo circular ciertos escritos propios, y en particular un tratado titulado Explicación de los Artículos de la Fe, que contiene una breve exposición y defensa de las nuevas opiniones.

 Por su celoso ejercicio,** * Llorente, iii. 85, 86. **Muchos fueron inducidos a unirse a la iglesia reformada de Valladolid, entre los que se encontraban varios individuos pertenecientes a su propia familia, así como a la del marqués de Alcañizes y otras casas nobles de Castilla.*

Los protestantes de Valladolid obtuvieron un instructor de mayor talento y reputación, aunque de menor coraje, en el doctor Agustín Cazalla.

Este erudito era hijo de Pedro Cazalla, oficial jefe de las finanzas reales, y de Leanor de Vibero; ambos descendientes de antepasados ​​judíos.

En 1526 se inició un proceso ante la Inquisición contra Constanza Ortiz, la madre de Leanor de Vibero, por haber muerto en estado de recaída al judaísmo; pero su yerno, por su influencia con el inquisidor Moriz, evitó que sus huesos fueran tocados, y evitó la infamia que de otro modo habría acarreado sobre su familia.

Su hijo, Agustín Cazalla, nació en 1510, y a los diecisiete años de edad tuvo a Bartolomé Carranza como confesor. Después de asistir al colegio de San Gregorio en Valladolid, terminó sus estudios en Alcalá de Henares y fue admitido como canónigo de Salamanca. El interés que poseía su padre, junto con sus propios talentos, le abrieron las más halagüeñas perspectivas de ascenso en la iglesia. Considerado uno de los primeros oradores de púlpito en España, en 1545 fue elegido predicador y limosnero del emperador, a quien acompañó en el curso del año siguiente a Alemania. Durante su residencia en ese país, se dedicó a oponerse a los luteranos, mediante la predicación y la disputa privada. || Los escritores españoles atribuyen la amplia difusión de las opiniones protestantes en la Península, en gran medida, a la circunstancia de que sus eruditos compatriotas, ***** Llorente, ii. 228-230, 238; iii. 202-217, 220-1. Los principales hechos relativos a De Roxaa, expuestos por Llorente en los pasajes a los que se hace referencia, están confirmados por el Registro adjunto a la traducción inglesa de la obra de Montanus sobre la Inquisición, por V. Skinner, sig. E. ij. t Llorente, ii. 25-27. t Llorente, ii. 222. Illescas, Historia Pontifical, tor. ii. f. 337, b. .11 Llorente, iL 223.***** enviados a países extranjeros para refutar a los luteranos, regresaron con sus mentes infectadas de herejía; un reconocimiento no muy honorable para la causa que ellos defienden, ya que implica que su credo nacional debe su apoyo principalmente a la ignorancia, y que, cuando fue llevado a la luz de las Escrituras y los argumentos, sus defensores más capaces quedaron convencidos de su debilidad y falsedad. " Anteriormente", dice el autor de la Historia Pontificia, "los herejes luteranos que de vez en cuando eran aprehendidos y entregados a las llamas, eran casi todos extranjeros, alemanes, flamencos e ingleses, o, si eran españoles, eran gente mezquina y de mala raza; pero en estos últimos años, hemos visto las cárceles, los cadalsos y las hogueras, abarrotadas de personas de noble cuna, y, lo que es aún más deplorable, de personas ilustres, en la opinión del mundo, por sus letras y su piedad. La causa de este, y de muchos otros males, fue el afecto que nuestros príncipes católicos sentían por Alemania, Inglaterra y otros países fuera de los límites de la Iglesia, lo que los indujo a enviar hombres eruditos y predicadores de España a estos lugares, con la esperanza de que, por sus sermones, los llevarían de nuevo al camino de la verdad. Pero, desgraciadamente, esta medida produjo pocos frutos buenos; "Porque de aquellos que fueron al extranjero para dar luz a otros, algunos regresaron a casa ciegos ellos mismos, y siendo engañados, o hinchados de ambición, o de un deseo de ser considerados vastamente eruditos y mejorados por su residencia en países extranjeros, siguieron el ejemplo de los herejes con quienes habían disputado."*

 Este hecho importante es confirmado por el testimonio de escritores protestantes contemporáneos, con una referencia particular a aquellos teólogos que Felipe II. trajo consigo a Inglaterra, en su matrimonio con la reina María. "Es mucho más notable", dice el venerable Pilkington, "que hemos visto que sucedió en nuestros días, que los españoles enviados al reino con el propósito de suprimir el evangelio, tan pronto como regresaron a casa, llenaron muchas partes de su país con la misma verdad de religión * Illescas, ut supra. de los cuales antes eran enemigos absolutos."*

Es probable que estos autores incluyan en su declaración a aquellos teólogos que fueron acusados ​​ante la Inquisición y arrojados a prisión por sospecha de herejía, aunque eran contrarios al luteranismo o, a lo sumo, favorablemente inclinados a él en algunos puntos relacionados con la doctrina de la justificación.

 Pero hay al menos dos ejemplos sorprendentes de la verdad de su observación.

 Fue durante su asistencia al emperador en Alemania, como ya hemos visto, que Constantino Ponce de la Fuente abrazó decididamente la fe reformada; y Agustín de Cazalla se convirtió a ella en las mismas circunstancias

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