martes, 20 de agosto de 2024

DOÑA MARÍA DE XEREZ Y BOHORQUES- * Amó más a Jesucristo que a su propia vida* 228-231

HISTORIA, PROGRESO Y SUPRESIÓN DE LA REFORMA EN ESPAÑA

SIGLO XVI.

 THOMAS McCRIE,

D. D. PAUL T. JONES, AGENTE EDITORIAL. 1842

228-231

Con la misma fortaleza y constancia sufrieron Fernando de San Juan, maestro del colegio de Doctrina, y el doctor Cristóbal Losada, pastor de la iglesia protestante de Sevilla.

Este último, después de haber llegado al lugar de la hoguera, se enfrascó en una disputa teológica por la importunidad de los frailes, que se jactaban de poder convencerle de sus errores; pero, viendo que el pueblo escuchaba con avidez lo que se decía, comenzaron a hablar en latín, y fueron seguidos por Losada, que continuó por un tiempo considerable llevando la conversación con propiedad y elegancia en una lengua extranjera, al pie de aquella hoguera que estaba a punto de consumirlo hasta las cenizas.

Este auto de fe proporcionó ejemplos de heroísmo cristiano, igualmente noble, en los del tierno sexo,(=mujeres) varias de los cuales fueron torturadas, no aceptando la liberación, para poder obtener una mejor resurrección". Entre éstas se encontraban doña Isabel de Baena, María de Virves, María de Cornel y María de Bohorques. La primera era una rica matrona de Sevilla, que había permitido a los protestantes reunirse para el culto en su casa, que por ese motivo fue puesta bajo la misma sentencia de execración que la de Leanor de Vibero en Valiadólid.

 Las demás eran señoritas, y estaban relacionadas con las familias más distinguidas de España.

*** * Montano, pág. 223-228. f Ibíd. págs. 214-216. t Cipriano de Valera, Dos Tratados, pág. 251. Montano, pág. 223. Véase antes, pág. 216.***

La historia de María de Bohorques se hizo célebre, tanto por sus interesantes circunstancias como por haber sido la base de una novela histórica escrita por un escritor español.*

 Era hija natural de Don Pedro García de Xeres y Bohorques, un grande español de primera clase, y no había cumplido los veintiún años cuando cayó en manos de la Inquisición.

 Se había puesto gran cuidado en su educación, y al poder leer la Biblia y exposiciones de ella en lengua latina, adquirió un conocimiento de las Escrituras que poseían pocos hombres, o incluso clérigos, en su país natal.

Egidio, cuya alumna  era, solía decir que siempre se sentía más sabio después de una entrevista con María de Bohorques.

Cuando fue llevada ante los inquisidores, confesó su fe; la defendió como la verdad antigua, que Lutero y sus asociados habían recuperado de la basura que la había ocultado durante siglos; y dijo a sus jueces que era su deber abrazarla, en lugar de castigarla a ella y a otros por mantenerla.

Fue severamente torturada como consecuencia de su negativa a responder a ciertas preguntas calculadas para implicar a sus amigos.

Por deferencia a la intercesión de sus parientes, o por el deseo de convertir a una persona tan consumada, los inquisidores, contrariamente a su costumbre habitual, enviaron primero a dos jesuitas y luego a dos dominicos a su celda, para persuadirla de que abandonara sus opiniones heréticas.

 Regresaron llenos de pesar por su mal éxito, pero de admiración por la destreza con la que ella rechazó sus argumentos.

La noche antes del auto en el que iba a sufrir, repitieron su visita, en compañía de otros dos sacerdotes. Ella los recibió *

*****Se titula Cornelia Bororquia y fue impresa en Bayona.

El autor afirma que es más una historia que una novela. Pero Llorente dice que no es ni lo uno ni lo otro, sino un entramado de escenas mal concebidas, que ultrajan tanto a la naturaleza como a los hechos; y se queja de que esta obra y otras similares han contribuido a apoyar la causa de la Inquisición, arrojando un aire de ficción en torno a sus atrocidades e imputando a sus agentes palabras y acciones que son ridículas y carentes de verosimilitud. (5i. 267.) *****

con gran cortesía, pero al mismo tiempo les dijo muy claramente que podrían haberse ahorrado la molestia que se habían tomado, porque ella sentía más preocupación por su salvación de lo que ellos posiblemente podrían sentir; ella habría renunciado a sus sentimientos si hubiera tenido alguna duda de su veracidad, pero estaba más confirmada en ellos que cuando la arrojaron por primera vez a prisión, ya que los teólogos papistas, después de muchos intentos, no les habían opuesto nada más que lo que ella había anticipado, y a lo que pudo dar una respuesta fácil y satisfactoria.

En la mañana del auto de fe hizo su aparición con un semblante alegre. Durante el tiempo en que se estaba formando la línea de la procesión, consoló a sus compañeras femeninas y las encargó que se unieran a ella para cantar un salmo adecuado a la ocasión, momento en el que le pusieron la mordaza en la boca.

Se la sacaron después de leerse la sentencia y se le preguntó si ahora confesaría aquellos errores a los que se había adherido hasta entonces con tanta obstinación. Ella respondió con voz clara y audible:  

"No puedo ni quiero retractarme".

Cuando los prisioneros llegaron al lugar de la ejecución, Don Juan Ponce, que empezó a vacilar al ver los preparativos para el ardiente juicio, le advirtió que no confiara demasiado en las nuevas doctrinas, sino que sopesara los argumentos de quienes estaban dispuestos a darles consejos.

Doña María (Nota:“Doña“ era un titulo de respeto , aplicado a una mujer soltera, perteneciente  a la alta clase)  lo reprendió por su irresolución y cobardía, añadiendo que no era momento de razonar, sino que todos debían emplear los pocos momentos que les quedaban en meditar sobre la muerte de ese Redentor por el que estaban a punto de sufrir.

 Su constancia fue puesta a prueba otra vez.

 Después de haberla atado a la hoguera, los sacerdotes que la atendieron, habiendo persuadido al magistrado que presidía para que demorara el encendido de la hoguera, y manifestando que se compadecían de su juventud y talento, le pidieron que simplemente repitiera el credo.

Ella no se negó, sino que inmediatamente comenzó a explicar algunos de sus artículos en el sentido luterano. No se le permitió terminar su comentario; y el verdugo habiendo recibido órdenes de estrangularla, fue consumida en el fuego.

 

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