HISTORIA, PROGRESO Y SUPRESIÓN DE LA REFORMA EN ESPAÑA
SIGLO XVI.
THOMAS McCRIE,
D. D. PAUL T. JONES, AGENTE EDITORIAL. 1842
160-163
Los amigos de Constantino lo presionaron para que dejara de lado sus escrúpulos; y un individuo, que tenía gran influencia sobre su mente, representó tan fuertemente los servicios que podría prestar a la causa de la verdad en una situación tan influyente, y los efectos nocivos que resultarían de ser ocupada por algún declamador ruidoso e ignorante, que finalmente consintió en ofrecerse como candidato.
El conocimiento de este hecho impidió que otros aparecieran, con la excepción de dos individuos que vinieron de una parte distante del país. Uno de ellos declinó la contienda tan pronto como se enteró de las circunstancias; pero el otro, un canónigo de Málaga, instigado por el arzobispo, que deseaba mortificar a su competidor, descendió a la arena. Desesperando, sin embargo, de poder * Cartas traducidas desde España, p. 106, 107**
Para triunfar por su habilidad polémica o por su interés en el capítulo, recurrió a acusaciones personales e insinuaciones, en las que fue apoyado por todos aquellos que envidiaban la fama de Constantino, habían sentido el aguijón de su sátira o lo odiaban por su amistad con Egidio. Se le acusó de haber contraído matrimonio antes de recibir las órdenes sagradas; se alegó que hubo irregularidades en su ordenación y en la manera en que obtuvo su grado de doctor en teología; y se intentó imputarle el cargo de herejía.
A pesar de estas acusaciones, llevó adelante su elección, fue instalado en su nuevo cargo y comenzó su deber como predicador en la catedral con gran aceptación. Pero esta contienda formó un partido contra él, que trató de todos los modos posibles de frustrar sus medidas, y luego encontró una oportunidad para hacerle sentir el peso de su venganza.* Constantino, mientras instruía al pueblo de Sevilla desde el púlpito, se esforzaba por difundir el conocimiento religioso en toda la nación por medio de la prensa.
En el carácter de sus escritos, tenemos una de las indicaciones más claras de la excelencia de su corazón.
Eran de ese tipo que se adaptaba a las necesidades espirituales de sus compatriotas, y no estaban calculados para exhibir sus propios talentos, o para adquirir por sí mismo un nombre en el mundo erudito.
Estaban compuestos en su lengua materna, y en un estilo al nivel de la capacidad más baja. Especulaciones abstrusas y adornos retóricos, en los que estaba calificado tanto por naturaleza como por educación para sobresalir, fueron sacrificados rígidamente al único objetivo era de ser comprendidos por todos y útiles para todos.
Entre sus obras se encuentran un Catecismo, cuya mayor recomendación es su sencillez infantil y sin artificios; un pequeño tratado sobre la doctrina del cristianismo, redactado en la forma familiar de un diálogo entre un maestro y su alumno; una Exposición del primer Salmo en cuatro sermones, que muestran que su elocuencia en el púlpito, exenta de los extremos comunes, no fue degradada por la vulgaridad ni se volvió repugnante por la afectación y el esfuerzo de exhibición; y la Confesión de un pecador, en la que las doctrinas del evangelio, emanadas de un espíritu contrito y humillado, asumen la forma de la piedad más edificante y devota.*
Su Resumen de la doctrina cristiana, sin ser deficiente en sencillez, es más apropiado para interesar a personas de erudición y conocimiento avanzado. En esta obra se propuso tratar primero de los artículos de la fe; y segundo, de las buenas obras y el sacramento. La primera parte sólo salió de la imprenta; la segunda se retuvo hasta el momento en que pudiera imprimirse con mayor seguridad, período que nunca llegó.
No era el objetivo del autor exponer o defender las doctrinas protestantes, sino exponer a partir de las Escrituras, y sin entrometerse con las disputas modernas, las grandes verdades del evangelio.
La obra fue traducida al italiano y ha sido muy elogiada por algunos escritores católicos romanos. Pero fue vista con gran sospecha por el clero gobernante, que aprovechó la ocasión para hacer circular informes desfavorables a la ortodoxia del autor y mantuvo consultas secretas sobre la conveniencia de denunciarlo a la Inquisición. Se quejaron de que no había condenado los errores luteranos ni reivindicado la supremacía del obispo de Roma; y que, si en algún momento mencionó las indulgencias, el purgatorio y el mérito humano, en lugar de ensalzarlos, derogaba estas doctrinas autorizadas de la iglesia, al advertir a sus lectores que no arriesgaran su salvación en ellas.
Cuando estas acusaciones llegaron a oídos de Constantino, se contentó con decir que estos temas no pertenecían propiamente a la primera parte de su tratado, pero que explicaría sus puntos de vista al respecto en su segundo volumen, que estaba preparando para la imprenta. Esta respuesta,
****** Montanus, p. 294-297. Histoire des Martyrs, f. 502, b.-506, a. Antonii Bibl. Hisp. Nova, rasgado. i. p. 256. t Fue impresa en Amberes, sin fecha, bajo el título de " Suma de Doctrina Christiana;" y adjunta a ella se le añadió " El Sermon de Christo ncustro Redemptor en el monte, traducido por el mismo autor, con declaraciones." t Ulloa, Vita di Carlo V. p. 237. Joan. Pineda, Comment, en Fab. Justiniani Indie. Univ. pref. cap. xiii. sect. 6.*****
respaldado por la popularidad de la que estaba en posesión, silenció a sus adversarios por aquel tiempo.
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