CORNELIA BORORQUIA
PARÍS
EDICIÓN-1819
CARTA III
Vargas a Cornelia Bororquia
Sevilla, 8 de Marzo.
Y bien, mi querida, ¿has dado ya por realizados tus negros presentimientos? ¿Piensas en efecto que te habré olvidado? ¿Y tendré necesidad de justificarme de un crimen tan atroz? ¿Y puedes creerme culpable de él, sin darme al mismo tiempo una prueba completa del más perfecto menosprecio? Quince días hace que no te veo, que no te oigo, que no estoy a tu lado, y ya me parece que han pasado por mí dos siglos enteros.
Sí, yo te amo y te amaré hasta exhalar el último suspiro.
Vive, vive segura de mi fe y constancia, y no temas de ningún modo que te olvide ni un solo momento.
Una alma íntimamente penetrada de su objeto no es susceptible de olvido ni distracciones.
El amor es una flor tan delicada, que el menor soplillo extraño la marchita y destruye.
Tú sola, sí, tú sola, serás el blanco de mis profundas meditaciones.
Tu virtud, tu corazón, tus nobles sentimientos, tus bellas calidades, toda tú y sola tú ocuparás mi atención en los tristes momentos de mi ausencia.
El cielo ha puesto una secreta conformidad entre nuestras afecciones no menos que entre nuestros gustos y edades.
Nacimos para vivir siempre Juntos
Nuestra voluntad es una misma, una sola nuestra alma y uno mismo nuestro modo de ver y sentir.
Cuando estamos solos, tú sabes bien que nuestros corazones se encuentran a menudo, que suspiramos casi a un mismo tiempo, que nos miramos con el mismo ardor que las lágrimas, las deliciosas y tiernas lágrimas,
dulce desahogo de los pechos amorosos, corren a pesar nuestro por nuestras húmedas mejillas.
¡Ah, si hubiera de permanecer separado de ti más de dos meses, cuán cruel sería mi destino!
Espero concluir brevemente todos mis negocios en esta ciudad.
¡Pueda yo verte pronto y sentir el precioso fuego de tus sonrosados labios!
Entretanto hazme más soportable con tus cartas mi triste situación.
Adiós, mi Cornelia, adiós, amor mío, adiós,
adiós.
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