HISTORIA, PROGRESO Y SUPRESIÓN DE LA REFORMA EN ESPAÑA
SIGLO XVI.
THOMAS McCRIE,
D. D. PAUL T. JONES, AGENTE EDITORIAL. 1842
112-115
La teología mística tuvo sus devotos en España. Una traducción española de la Imitación de Cristo, y de una obra anterior del mismo carácter, titulada La Escalera del Paraíso, fueron publicadas a fines del siglo XV. Juan de Ávila, Luis de Granada, confesor de la reina regente de Portugal, y San Francisco de Borja, duque de Gandía y tercer general de la orden de los jesuitas, fueron los autores de obras por las que fueron procesados ante la Inquisición como místicos e iluminados.
Varios de los protestantes, que luego fueron llevados a la hoguera en Valladolid, apelaron a los escritos de los dos últimos individuos nombrados por contener sentimientos similares a los que sostenían sobre el tema de la justificación. ^
Valdés pudo haber conocido los escritos de Tauler por recomendación de Lutero, quien, en un período de su vida, se enamoró de ellos y reeditó, con un prefacio elogioso, una obra escrita en el mismo estilo, pero más propensa a excepciones, bajo el título de Teología alemana.
En una carta a su amigo Spalatin, el reformador dice: "Si "Si deseáis leer en vuestra propia lengua la antigua y pura divinidad, buscad los sermones de Tauler, de los que ahora os envío un resumen; porque en ningún lugar, ni en latín ni en alemán, he encontrado una teología más sana y acorde con el evangelio."*
Las doctrinas de la justificación por la fe en Cristo, y de la regeneración por la acción del Espíritu, forman la base de los escritos de Valdés, y hasta ahora su credo es luterano o protestante; pero podemos rastrear en ellos la influencia de la divinidad trascendental que había aprendido de Tauler.
Más intelectual y especulativo que los teólogos místicos, exhibe en sus obras la razón de ser de su credo más que una ejemplificación de su modo de escribir, y arriesga algunos sentimientos que ofendieron a varios de los principales reformadores.
Es divertido observar su natural curiosidad luchando y superando ese principio de su credo que lo llevó a condenar como pecaminoso todas las indagaciones curiosas sobre asuntos de religión, o de hecho sobre cualquier otro asunto.
Valdés abandonó su país natal en un período temprano, pero contribuyó en gran medida a la difusión de las opiniones reformadas en él con sus escritos, varios de los cuales fueron publicados en español.^
Aunque se hubiera quedado, su presencia personal probablemente hubiera producido poco efecto
Se requería una persona de menos cautela y de espíritu más aventurero para romper la terrible barrera que se oponía a la entrada del evangelio en España y para levantar el estandarte de la verdad a la vista de las llamas de la Inquisición.
Tal persona se encontró en el hombre del que voy a hablar ahora. Rodrigo de Valera, natural de Lebrija, distante a unas treinta millas de Sevilla, había pasado su juventud en esos hábitos ociosos y disipados que eran comunes entre la nobleza y la alta sociedad de España.
El amor al vestido, a los caballos y a los deportes absorbió su atención; y en Sevilla, que era su residencia favorita, brilló en primer lugar entre los jóvenes de moda en cada escena de diversión y hazaña de galantería.
De repente desapareció de aquellos lugares de entretenimiento de los que había sido la vida (¡Gloria a Dios!)y el adorno.
Gozaba de buena salud y su fortuna no había sufrido daño alguno
Pero su mente había sufrido un cambio completo; su espléndido equipo había sido abandonado; se volvió negligente en su vestidura y, encerrado en su armario, se dedicó por completo a la lectura y la meditación sobre la religión.
Si hubiese llegado a ser inesperadamente piadoso y se hubiese enclaustrado en un convento, su conducta no habría suscitado sorpresa general entre sus compatriotas; pero retirarse del mundo y, sin embargo, evitar esas moradas consagradas, cuya elección se consideraba la gran y casi exclusiva marca de santidad superior, les parecía inexplicable por cualquier otro supuesto que no fuese el de un trastorno mental
* Luther s Samtlichc Schriften, torn. xxi. p. 566. Philip Marnix, señor de St. Aldegonde, tenía una opinión menos favorable de Tauler, a quien llama "delirus monachus". Tenía miedo de ciertos entusiastas de los Países Bajos, que buscaban ganar crédito para su causa con el nombre de ese predicador, mientras enseñaban que Dios era el alma del universo y deificaban no sólo a los hombres sino también a los animales y a los vegetales. (Scrinium Antiquarium, tomo iv. pág. 544, 545.)
Beza se sintió principalmente ofendido con Valdés por llevar a sus lectores de las Escrituras a las revelaciones del Espíritu.
Que tenía buena razón, debe resultar evidente para cualquiera que lea el capítulo sesenta y tres de las Consideraciones divinas
. Su título es: " Mediante siete conformidades se muestra que la Sagrada Escritura es como una vela en un lugar oscuro, y que el Espíritu Santo es como el sol ". A la traducción inglesa de la obra, impresa en 1646, George Herbert añadió notas, matizando los pasajes más excepcionales. t Su comentario sobre la Epístola a los Romanos fue publicado en español en Venecia en 1556, con una dedicatoria, de su compatriota Juan Pérez, a Julia Gonzaga. (Gerdesii Italia Reforrnata, p. 344.)
El siguiente es el título de otro de sus comentarios: "Commentario breve, 6 declaración compendiosa, y familiar, sobre la primera epistola de San Pablo a los Corintios, muy útil para todos los "amadores de la piedad cristiana". En el Índice español Expurg. esta obra se menciona tanto con el nombre del autor como sin él. (Bayle, Diet. v. Valdes.) Schelhorn prometió "producir no pocos testimonios de la verdad" a partir de una obra del mismo autor, de la que se publicaron dos ediciones en Italia, traducidas del español y tituladas, "Due Dialoghi: 1 uno di Mercurio et Caronte; 1 altro di Lattantio et di uno Archidiacono". (Amoen. Hist. Eccl. et Lit. torn, ii. p. 51.) En otra parte le atribuye una obra titulada, "Modo di tenerc, nell insegnar et nel predicar, al principio della Religion Christiana". (Ergotzlichkeiten, torn. ii. p. 31. Ambas obras están en el Index Libr. Prohib. a. 1559. Llorente hace de Valdés el autor de otra obra, a la que llama Acharo. (ii. 478.)
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