miércoles, 7 de agosto de 2024

SUPRESIÓN DE LA REFORMA EN ESPAÑA 88-90

HISTORIA, PROGRESO Y SUPRESIÓN DE LA REFORMA EN ESPAÑA

SIGLO XVI.

 THOMAS McCRIE,

D. D. PAUL T. JONES, AGENTE EDITORIAL. 1842

88-90

No satisfecho con perpetuar la Inquisición en su país natal, extendió el precioso don a dos partes del globo, estableciendo un tribunal en Orán, en África, y otro en Cuba, en América. Con excepción del freno que, al comienzo de su ministerio, puso a los procedimientos insensatos del inquisidor Luzero, quien, atendiendo falsas acusaciones, había acosado al buen arzobispo de Granada, al marqués de Pliego, y a muchas de las personas más respetables del reino, las reformas que el cardenal hizo en la Inquisicion  * Quintanilla, p. 173. Llorente, i. 365-367. t Quintanilla, ut supra. t Llorente, iv 255. Marlyris Epist. ep. 333, 334, 342, 370,393. Quintanilla, p. 168, 169. Llorente, i. 345-353. Véase también la carta del arzobispo al rey católico, publicada en el Apéndice de Llorente, n.º IX. El mártir represalia de Luzero fue condenado; pero Quintanilla dice que fue declarado inocente, y es cierto que siguió disfrutando de su obispado. Después de resolver ese asunto, Ximenes celebró un auto de fe, en el que cincuenta judíos fueron quemados vivos; "una de las mejores quemas (dice Quintanilla) que se habían visto hasta ahora;" " la mejor chamusquina que jamás se ha visto." * Llorente, i. 359-361. Como ejemplo de la ilusión que un gran nombre arroja sobre la mente de un escritor imparcial, se puede notar que Llorente comienza su relato del número de víctimas que sufrieron durante el tiempo en que Ximenes fue inquisidor general, con estas palabras: "Ximenes permitió la condena", etc. (Tom. i. p. 360.) I Sismondi

se limitan a la sustitución de la cruz de San Anddrés en el sambenito, y a la asignación de iglesias separadas para los nuevos cristianos. Si se tratara a la humanidad como lo merece su estúpida admiración de los talentos,y los méritos, se la dejaría que gimiera bajo la vara de la opresión.* Ximenes ha obtenido el título de gran hombre, tanto de los extranjeros como de los nativos de España. t Pero a pesar de los elogios que se le han hecho, no puedo dejar de opinar, como un escritor moderno, que Ximenes guardaba un parecido sorprendente a Felipe II, con esta diferencia: que el cardenal poseía talentos superiores y que sus procedimientos se caracterizaban por una cierta franqueza e imparcialidad, resultado de la confianza ilimitada que ponía en sus propios poderes. Su carácter era esencialmente el de un monje, en el que la severa orden se combinaba con la impetuosidad de sangre que pertenece a los nativos del sur. El cardenal sería aún más inexcusable si fuera el autor de una obra inédita que se le ha atribuido. Es una composición ficticia, a la manera de la Utopía de Sir Thomas More, y trata del mejor modo de gobernar un reino. En una parte de ella se discuten libremente y extensamente los abusos del Santo Oficio en presencia de Prudenciano, monarca del reino de la Verdad, quien, después de oír a los inquisidores, decide, con el consejo de sus consejeros, que todas las personas acusadas de herejía se pondrán en posesión de los nombres y declaraciones de los testigos; que tendrán la misma libertad de mantener relaciones con sus abogados, procuradores y amigos, que se concede a los demás prisioneros; que no serán excluidos del beneficio del servicio divino durante su confinamiento; que los nuevos cristianos y los descendientes de los herejes, serán admisibles a todos los cargos y estarán exentos de todo estigma; que, para evitar convicciones ignorantes, los tribunales de la Inquisición estarán provistos de jueces bien instruidos en cuestiones de fe; que la confiscación de los bienes de los condenados por herejía se limitará a la propiedad que realmente poseen en ese momento, y no se extenderá a las porciones que habían dado previamente a sus hijos casados, ni interferirá con el cumplimiento de cualquier compromiso legal que hayan contraído; y en general, que los procesos ante la Inquisición se llevarán a cabo según las máximas que regulan los demás tribunales de justicia criminal.*

Este tratado, redactado durante la minoría de edad de Carlos V, fue destinado a la instrucción de ese joven príncipe, y prueba que España poseía en ese tiempo personas de iluminación superior; pero podemos absolver con seguridad al cardenal Ximénes de la sospecha de ser el autor de una obra que contiene principios de política liberal y justicia ilustrada, que no hay razón para pensar que ese estadista fantasmal haya tenido jamás en ningún período de su vida.

 La historia de la Inquisición, durante los primeros treinta años después de su erección, revela una serie de intrigas, en las que es difícil decir si la corte de Roma, la corte de España o el Santo Oficio, actuaron de manera más engañosa y sin principios.

Mientras se unían para oprimir y empobrecer al pueblo de España, cada uno de ellos buscaba perjudicar al otro y promover sus propios designios egoístas. La corte de Roma aprobó de inmediato el establecimiento de la

* La obra se titula Del regimiento de Príncipes y se conserva en manuscrito en la biblioteca de San Isidoro en Madrid. La parte que se refiere a la Inquisición ha sido publicada por Llorente, en el apéndice de su obra, n.° x; y es un documento sumamente interesante. Llorente no presenta ninguna prueba que respalde su opinión de que fue producción de Ximenes.

 

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