HISTORIA, PROGRESO Y SUPRESIÓN DE LA REFORMA EN ESPAÑA
SIGLO XVI.
THOMAS McCRIE,
D. D. PAUL T. JONES, AGENTE EDITORIAL. 1842
52-55
Alfonso de Palencia, habiendo visitado Italia, conoció al cardenal Bessarion y asistió a las conferencias que el erudito griego Trapezuntius impartió sobre la elocuencia y su lengua materna.
A su regreso a España, fue nombrado historiador de Enrique IV de Castilla, y luego de la reina Isabel; y con sus traducciones del griego al castellano, así como con una obra sobre gramática, despertó entre sus compatriotas el gusto por las letras.
Le siguió Antonio de Lebrixa, generalmente llamado Nebrissensis, que llegó a ser para España lo que Valla fue para Italia, Erasmo para Alemania y Bude para Francia. Después de una residencia de diez años en Italia, durante los cuales había almacenado su mente con diversos tipos de conocimiento, regresó a casa en 1473, por consejo de los jovenes Filelfo y Hermolao Bárbaro, con el
*** Historia del progreso y supresión de la Reforma en Italia, pág. 15, 48. t Ginguene, Hist. Lit. d Italic, torn. iii. pág. 348, 349. Antonii Bibl. Hisp. Vet. torn. ii. pág. 271, 272. De la Dedicatoria de Valla de uno de sus tratados a Alfonso, parece que tenían la costumbre de corresponderse sobre temas clásicos. (Laur. Vails Opera, p. 438-445.) Valla también ha rendido homenaje a los tempranos talentos militares de su mecenas en su obra De Rebus Ferdinandi Arogonise Rege gestis ; publicada en el segundo volumen de Rerum Hispaniarum Scriptores. Francés. 1509. t Pellicer, Ensayo, p. 7-13. Antonius, Bibl. Hisp. Vet. ii. 333. Mendez. Typ. Espanola, p. 173-175, 180-182, 189
con vistas a promover el aprendizaje clásico en su país natal.
Hasta entonces, el renacimiento de las letras en España se había limitado a unos pocos individuos curiosos y no había llegado a las escuelas y universidades, cuyos maestros seguían enseñando una jerga bárbara, bajo el nombre de latín, en la que "iniciaban a la juventud por medio de un sistema grosero de gramática, hecho ininteligible, en algunos casos, por una mezcla absurda de las más abstrusas cuestiones de la metafísica.*
Con las lecciones que leyó en las Universidades de Sevilla, Salamanca y Alcalá, y con los institutos que publicó sobre gramática castellana, latina, griega y hebrea, Lebrixa contribuyó en grado maravilloso a expulsar la barbarie de las sedes de la educación y a difundir entre sus compatriotas el gusto por los estudios elegantes y útiles.
Sus mejoras fueron calurosamente opuestas por los monjes, que se habían dedicado al arte de enseñar y que, incapaces de soportar la luz ellos mismos, querían impedir que todos los demás la vieran; pero, al disfrutar del apoyo de personas de alta autoridad, hizo caso omiso de sus protestas egoístas e ignorantes.
Lebrixa continuó, hasta una edad avanzada, apoyando la reputación literaria de su país natal. Durante su
* **Mayans, Specimen Bibl. Hisp. Majansianse, p. 39. t Ib. p. 4. Méndez, p. 233-235, 239, 243, 271, 280. Antonio, Bibl. Hisp. Nova, i. 132-138. Argensola, Anales de Aragón, p. 358. Entre los primeros eruditos formados por Lebrixa se encontraban Andrés de Cerezo, o Gutiérrez, autor de una gramática latina, y Fernándo Manzanarez flores quien estaba como exaltando a su maestro en estilo de pureza (Mendez 275 ,978. Ignatius de Asso De Libr Hisp. Rar. Disquis Pag. 23 ,47 . Antonii Bibi Hisp. Nov. i. 74, 279)
Lebrixa se refiere a la oposición que había encontrado, en la epístola dedicatoria a la segunda edición de su Introducción al latín, impresa en 1482. " El cultivo de las lenguas y las letras educadas ha dado celebridad a la universidad de Alcalá, cuyo principal ornamento es ese ilustre y verdaderamente digno anciano, Antonio de Lebrixa, que ha superado a muchos Néstores;" dice Erasmo, en una carta a Vives.
A Lebrixa, en su vejez, se le permitió, a causa de la falta de memoria, leer sus lecciones, contrariamente a la costumbre universal en ese período. Después de su muerte, que fue causada por una apoplejía, la persona que predicó su sermón fúnebre se aventuró a imitar su ejemplo, para lo cual alegó como disculpa la brevedad del tiempo que le permitía prepararse; Pero el público, apenas vio el papel, estalló en expresiones de burla y desaprobación. " Parecio tan mal al auditorio esta manera de predicar por escrito, y con el papel en la mano, que todo fue sonreír y murmurar." (Huarte, Examen de Ingenios, p. 182.) * Martyris Epist, ep. 68. Antón, ut supra, i. 170. living s Memorias s de la vida y escritos de Buchanan, pág. 77. 2da edición. t Mongitore, Biblia. Sícula, ii. 16-18. Mártiris Epista. episodio 57.
En su residencia en Salamanca, se le unieron tres coadjutores capaces. El primero fue Arrio Barbosa, un portugués que había estudiado con el elegante erudito italiano Angelo Politiano y era tan hábil en griego como Lebrixa en latín.* El segundo fue Lucio Marineo, un nativo de Sicilia, quien, en 1485, acompañó al gran almirante de Castilla a España, y comenzó a leer conferencias sobre poesía. El tercero fue Pedro Mártir de Anghiera, a cuyas cartas debemos algunos detalles interesantes respecto al estado de la literatura en España, junto con mucha información valiosa sobre las transacciones políticas de ese país y los asuntos del Nuevo Mundo.
En 1488, fue persuadido a abandonar Italia por el conde de Tendilla, que heredó ese amor por las letras que había distinguido a su ilustre antepasado, el marqués de Santillana.
Mártir comenzó su carrera literaria en España, leyendo, con gran aplauso, una conferencia sobre una de las sátiras de Juvenal, en Salamanca; pero pronto fue llamado desde esa posición a un empleo de mayor responsabilidad, para el cual estaba eminentemente calificado.
Bajo el patrocinio y por el sincero deseo de la reina Isabel, que había tomado lecciones de Lebrija, se comprometió a supervisar la educación de los hijos de la nobleza principal, con el propósito de erradicar una opinión casi universalmente prevaleciente entre las personas de esa clase en España, de que el conocimiento los incapacitaba para los asuntos militares, en los que ponían toda su gloria
. En consecuencia, la escuela se abrió en la corte, no sin una halagadora perspectiva de éxito. Pero España estaba destinada a agotar sus energías en satisfacer la loca ambición de conquistar una sucesión de príncipes, y luego hundirse en la inactividad bajo la influencia paralizante de la superstición y el despotismo. educación, en las mentes de sus alumnos, más inveterada de lo que había previsto,
Mártir aceptó un nombramiento político; y el plan de inspirar a la nobleza con el amor a las letras educadas, fue abandonado poco después de haber sido iniciado bajo tan buenos auspicios.*
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