SUFRIMIENTOS POR NO JURAR -468-475

 INTRODUCCIÓN A LA BIBLIA ESPAÑOLA

EN LA  REPÚBLICA AMERICANA

DE GUATEMALA

FREDERICK CROWE

LONDRES, 1850

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Los amigos de Edimburgo también compraron una imprenta, con la ayuda de otros, para que el Sr. Crowe la usara en Guatemala.

En sus apelaciones, el Sr. Crowe fue cada vez más cuidadoso en dejar en claro que, si bien fue enviado para obtener ayuda y asistencia económica, la iglesia en Belice tenía un objetivo más elevado que su propio alojamiento, o incluso la recepción de fondos para permitirles difundir el Evangelio a su alrededor, convencidos de que el mero hecho de administrar nuestros bienes, por más liberal que sea, no es solo suficiente para ese gran fin; y que la cooperación que debe ser tan limitada no es digna de ese nombre, y no sería aceptada por Dios.

Al evitar el carácter de un mendigo religioso itinerante, puede ser que se haya recolectado una suma menor; pero en primer lugar se dio y recibió con más pureza de mente y sentimiento, y se espera con confianza que el motivo y las oraciones que lo acompañan asegurarán una bendición más abundante de lo alto.

 Aunque este éxito fue en sí mismo gratificante y alentador, y especialmente por la cantidad de interés manifestado, la simpatía mostrada y las oraciones ofrecidas, fue sólo un alivio parcial para la iglesia en Honduras Británica, y no justificaba por sí solo el comienzo del tan necesitado edificio para el culto en Belice. Otros esfuerzos del mismo tipo fueron, si no totalmente impedidos, al menos muy limitados y obstruidos por los esfuerzos de la Sociedad en Moorgate Street, para debilitar la confianza cristiana en la iglesia y el pastor en Belice.

 Esto se hizo por medio de su folleto, que fue enviado por correo a las personas influyentes dondequiera que estuviera el Sr. Crowe, y por agentes viajeros, quienes, en un caso al menos, fueron enviados hasta Escocia para contrarrestar su éxito.

 El Sr. Crowe decidió entonces suspender los esfuerzos de este tipo hasta que se imprimiera una respuesta completa y completa a los cargos presentados contra el Sr. Henderson y su rebaño; y regresó a Londres con ese propósito, convencido de que ese era el camino del deber, y de que no podía esperar llevar a cabo la misión que le había confiado la iglesia, especialmente en la forma en que él había sentido que era su deber proceder, hasta que esta tarea se cumpliera.

 Mientras se hacían estos esfuerzos en Inglaterra a favor de América Central, el Señor se complació en conceder bendiciones y expansión, así como una época de paz a la iglesia nativa.

La guerra en Yucatán había llenado a Belice de refugiados ladinos e indios españoles, en número de algunos miles; y los hermanos no se demoraron en aprovechar la oportunidad de evangelizar y distribuir las Escrituras y tratados entre ellos.

 En cuanto a este pueblo, el Sr. Henderson escribe: "Sería decir demasiado decir que han sido expulsados; porque el tratamiento muy suave de los nativos oprimidos durante mucho tiempo fue tal que los refugiados tenían la libertad de llevar consigo todos sus bienes, solamente dejaron atrás casas y propiedades. De hecho, tal vez no haya registros de una transferencia de autoridad más suave que la que habrá existido en la crónica de la reanudación del gobierno nativo en la península de Yucatán, después de una dominación española de trescientos

 470 EL EVANGELIO EN CENTROAMÉRICA

. años. Solo existe un temor, y es este: parece que la raza española ha solicitado protección a los Estados Unidos contra el ultraje extirpador [representado como tal] de los nativos, y algunos piensan que serán patrocinados por esa potencia amante del territorio. La población nativa también ha pedido protección británica, si no la incorporación. En todo caso, se manifiesta un espíritu muy amistoso hacia Ingleses, de modo que se nos abre una gran puerta de entrada para el esfuerzo misionero entre ellos.

Se ha visto que la interferencia de ambas partes mencionadas anteriormente ha producido una prolongación de esta guerra, impidiendo así el curso natural de los acontecimientos, y eso, también, por medio de la intervención anglosajona en el mismo momento en que tanto Gran Bretaña como los Estados Unidos estaban resonando con execraciones contra los despóticos supresores de la independencia húngara. Así, mientras miles de corazones anglosajones palpitaban con una noble simpatía por el pueblo húngaro, los gobiernos constitucionales de estas dos poderosas naciones participaban cada uno en la supresión de los esfuerzos igualmente naturales y defendibles de los indios mayas para establecer un gobierno propio o para librarse de la dominación opresiva de una clase favorecida.

En el fervor de su celo por evangelizar a este pueblo, los hermanos lamentaron la ausencia de uno de ellos, que podría haber ayudado en su buena obra, pero que se vio detenido en Inglaterra por los impedimentos que se le pusieron en el camino, por la necesidad de justificar a la iglesia y a su muy calumniado pastor, y para asegurar los medios que se requerían para llevar a cabo sus planes y permitirles continuar esos esfuerzos.

En Belice, todos los diferentes departamentos de trabajo se llevaron a cabo con vigor ininterrumpido. La escuela del Sr. Henderson era, por necesidad, más limitada y selecta, ya que no había espacio para acoger a todos los antiguos alumnos o a todos los que deseaban ser admitidos.

 La señorita Cornelia Lockward y la señorita Page Henderson fueron contratadas como maestras en las escuelas infantiles y nocturnas para adultos. Los partidos influyentes que habían sido excluidos de la iglesia, y habían apoyado al Sr. Kingdon eran ahora nuevamente oyentes en la congregación nativa. Y la lucha que había durado más de cuatro años, y que había producido tantos resultados importantes, había cesado en Belice.

En Tilletton, el éxito del hermano Warner continuó sin cesar. En abril de 1848, bautizó a doce conversos en una ocasión, y entre los primeros estuvo José Sac, un indio maya, las primicias para Dios de ese pueblo, y un hombre que prometía ser útil en el futuro como traductor y maestro nativo.

Ya, mucho antes de que hiciera una profesión abierta del nombre de Cristo, había sido señalado y perseguido por los sacerdotes de Petén, donde residía entonces, por leer a sus vecinos la Biblia en español que había conseguido en Belice.

 El hermano Joseph Kelly, de Rehoboth, también fue útil en la conversión de almas, y fue autorizado por la iglesia para administrar ambas ordenanzas, aunque, como todavía no se había formado ninguna iglesia allí, la "partición del pan" se limitó a los miembros de las iglesias de Belice y de Tilletton, residentes en Baker's. Otras características de una obra de gracia en esos lugares, como un gran deseo de escuchar el Evangelio, también se habían manifestado. El primer sábado cristiano del mes de mayo, el hermano Joseph Kelly, por primera vez, administró la ordenanza del bautismo de los creyentes en la estación de Rehoboth, Baker's Bank. Cuatro individuos fueron sumergidos por el joven evangelista nativo, en una profesión de su arrepentimiento hacia Dios y su fe en nuestro Señor Jesucristo, el lecho del río les sirvió de baptisterio, y la bóveda del cielo en lugar de un techo gótico o una pomposa cúpula.

Una estación seca, larga e intensamente calurosa ocasionó escasez de agua y mucho sufrimiento en Belice. La familia del Sr. Henderson recibió suministros de un vecino bondadoso, lo que él describe como "una misericordia especial". El tanque de la misión, que a menudo, en tales circunstancias, había aliviado las necesidades de otros, estaba entonces en manos de extraños. Pero el Padre de las Misericordias no era ajeno a sus necesidades, y ante cada nueva muestra de Su cuidado, podían exclamar con gozo: "Jehová de los Ejércitos está con nosotros, el Dios de Jacob es nuestro refugio".

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CAPÍTULO VI.

 AMPLIACIÓN. LA IGLESIA PROSPERA.

 1848—1850.

Retrospectiva y perspectiva— Renovación de las sanciones por no juramentar— Caso de la Sra. Persle— Proyecto de ley de afirmación y peticiones— Se forma y abandona la tercera estación del Sr. Kingdon— Respuesta a la Sociedad sobre la disposición de la propiedad— Estrechez de medios— Dinero público votado para la educación— Negativa del Sr. Henderson a aceptarlo— Nuevas amenazas— El hermano Braddick encarcelado— Correspondencia con el Comité— Tercera reunión pública en apoyo de las misiones nativas e informe — Tilletton— Backlanding — Sibun— Northern River — Estaciones proyectadas— Traducciones— Se emprende la cuarta estación del Sr. Kingdon en Bacalar— Se renueva la intervención del gobierno a favor de los no jurados— Medida local de alivio rechazada— Huida del Sr. Kingdon de Bacalar — Mensajes de las traducciones restauradas — El hermano Michael forma una nueva estación entre los carifs — Estación en Ruatan formada por el hermano Warner — Dirección providencial — Disposiciones relativas a la propiedad — Un nuevo lote dado en Belice — Biblioteca proyectada — Se determina una casa de reuniones — Muerte de la Sra. Henderson — Escuelas en Belice — Quinta estación del Sr. Kingdon — Progreso de las estaciones remotas — Opinión de las Sociedades Misioneras — Fondos — Cuarta Reunión Pública para Misiones Nativas, e Informe — Estado de las estaciones remotas — Revocación del Sr. Kingdon — Reapertura de la "Casa de Oración" en Freetown — Detalles — Maestros en formación — Donaciones en el lugar — Sra. Willats — Escuelas dominicales — Reclamaciones de la Sociedad — Resultados de la Misión — Mejora moral — Oscuridad circundante — La confianza y la petición de la Iglesia; — Ebenezer.

 He aquí, he puesto delante de ti una puerta abierta, la cual nadie puede cerrar." — Apoc. 11:8.

En el oportuno socorro y asistencia que Dios se complació en conceder a su pueblo afligido en Honduras Británica, hubo suficiente cosa providencial para señalar Su mano, y suficiente misericordia y abundancia para provocar la gratitud adoradora y la fe confiada de la iglesia. Al mismo tiempo, no era la voluntad del Señor que la tranquilidad y la seguridad externas sucedieran a la incertidumbre y el sufrimiento anteriores. Quedaban suficientes dificultades y peligros para provocar energía activa y cuidado vigilante.

 Quedaba tanto poder y mala voluntad en manos de los enemigos de la verdad como para hacer que desconfiaran de ellos. Había una escasez de medios para llevar a cabo la obra que conduciría a la

 CONSECUENCIAS DE UNA MALA LEY. 473

 dependencia del apoyo y la dirección Divinos revisión del presente apoyo y dirección diversos. Y aunque una revisión del pasado Si bien la situación les dio ánimos para el presente, la perspectiva futura estaba llena de esperanza y ofrecía abundantes oportunidades para realizar esfuerzos en circunstancias muy favorables para el desarrollo de los recursos internos y externos de la pequeña banda nativa.

 Aunque eran una compañía pequeña, indefensa en sí misma y cansada de un conflicto largo y reciente, ya habían saboreado la victoria. Percibieron que, en verdad, se les presentaba una "puerta abierta" y, apoyados graciosamente por una mano invisible, así como animados por la retrospectiva y la perspectiva, aprovecharon su ventsu ventaja en el verdadero espíritu de conquistadores morales, "débiles pero persiguiendo”

". Por el establecimiento definitivo de la verdad y la confusión más rápida de la mala legislación, así como por su propio bien inmediato, se les permitió en ese momento una renovación de sus sufrimientos por no jurar de conciencia.

Por muy positiva y contundente que fuera la declaración del Ministro de Estado colonial de que "el Gobierno de Su Majestad desaprobaría firmemente la imposición de sanciones a personas que se negaran a hacer juramentos por escrúpulos religiosos genuinos y sin ningún deseo de frustrar los fines de la justicia", Belice pudo producir un médico forense valiente capaz de dejarla de lado y tan dispuesto a violar la conciencia de una mujer sufriente como él mismo era inescrupuloso en la violación de esa ley divina que ordena a los médicos forenses, así como a otros súbditos, la sumisión a "los poderes fácticos".

La señora Persle, una hermana de color, se vio afectada por la muerte de su hijo mayor, un muchacho de catorce años, que era idiota y propenso a los ataques. Al perderlo de vista por poco tiempo, su maternal solicitud se despertó y, al ir a buscarlo, lo encontró en efecto, pero tendido boca abajo en el agua a unos pocos centímetros de profundidad, y completamente muerto. El 2 de junio se llevó a cabo una investigación sobre los restos de su hijo. Cuando se le pidió que prestara testimonio, no tenía motivos para no hacerlo, pero creía que su Salvador le había ordenado especialmente que "no jurase en absoluto". El forense decidió utilizar con severidad el poder que poseía, para intentar coaccionar la conciencia de esta buena mujer en el momento de su aflicción, y así ejemplificar de la manera más llamativa el error e ineficacia de la

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ley que puso tal poder en sus manos. Aplazó la investigación durante cuatro días, hizo que la madre llorosa fuera separada de los restos de su hijo, que apenas estaban fríos, y enviada a prisión, para que pasara el intervalo con criminales y prostitutas, con la vana esperanza de que para entonces su mente hubiera cambiado. Un delicado bebé, de tres meses, fue encarcelado en los brazos de su afligida madre.

 Al segundo día comenzó a decaer. Su esposo, Joseph Persle, un trabajador industrioso, se vio obligado a condonar su trabajo para su sustento, y a atender a su esposa y a su hijo enfermo en la prisión.

El día 5, la Sra. Persle fue llevada de nuevo a la presencia del forense, quien, al encontrar su integridad inquebrantable, la envió de nuevo a la cárcel, por tres días más, a menos que pudiera pagar una multa de tres dólares (probablemente tanto como una semana completa de remuneración del trabajo de su marido, además de los cuatro días que ya habían perdido).

Como prueba de su voluntad de sufrir mientras no se la pudiera persuadir ni obligar a hacer algo malo, prefirió el confinamiento, aunque más de una persona se ofreció a pagar la multa en su nombre. Antes de que terminara la semana, su bebé murió en la prisión y fue enterrado junto a su hijo mayor. La afligida madre solo fue liberada cuando expiró el término de su sentencia.

Si bien ese punto de la ley fue satisfecho por esta pena, los fines de la justicia fueron frustrados y los intereses de la comunidad sacrificados a ella, ya que no se tomó la declaración de la Sra. Persle; y además del daño acumulado causado a una familia, la majestad de la ley, en cuyo nombre se perpetraron estas atrocidades, sufrió en las mentes del pueblo, y debe y seguirá sufriendo hasta que la ley que ocasionó esos males sea derogada.

 El Superintendente de Su Majestad, el mismo que había recibido instrucciones del Gobierno Nacional para cancelar la ley que obligaba a los ministros disidentes a hacer cumplir los juramentos de lealtad, etc., pero fue apelado por el Sr. Henderson, en nombre de la Sra. Persle, pero él se negó a intervenir.

Se envió un memorial, basado en su caso, al conde Grey, y los hechos se publicaron en el Nonconformist y en algunas otras publicaciones periódicas. También se presentaron varias peticiones para el alivio de los no juristas y la abolición total de los juramentos,* y fueron presentadas al Parlamento en apoyo del Proyecto de Ley de Afirmación, por el Sr. Page Wood y otros miembros. Varias iglesias bautistas en Escocia también enviaron peticiones sobre el mismo tema. * Ver "Primitive Church Magazine" de septiembre de 1848, p. 283.

CONFORMIDAD. 475

Debido a la cantidad de sufrimiento que la iglesia en Belice había soportado por este motivo, los hermanos allí tal vez están propensos a darle una importancia indebida, lo que es igualmente cierto de cualquier punto de principio por el que nuestros antepasados ​​han luchado, cuyos frutos cosechamos con un grado de calma que probablemente era desconocido para ellos.

 Pero tal vez haya algún fundamento para la impresión que los sufrientes en Honduras Británica han recibido en cuanto a la apatía general e ignorancia de los cristianos británicos sobre este tema, a pesar de todos los sufrimientos de los fieles miembros de la Sociedad de Amigos y otros que han llevado a cabo tanto la letra como el espíritu del mandato del Nuevo Testamento de "bendecir y no maldecir".*